Por qué la Agencia de Protección Ambiental (EPA) puede costarnos millones de dólares
Prepárese para lo que se nos viene encima. El costo de un vehículo nuevo en Estados Unidos está a punto de dispararse por las nubes, subiendo varios miles de dólares y todo gracias a una nueva normativa propuesta por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y la Administración Nacional de Seguridad de Tráfico en Carreteras (NHTSA) del presidente Barack Obama.
Bajo la propuesta de 893 páginas desvelada la semana pasada, los fabricantes de automóviles deben alcanzar un promedio de eficiencia energética del uso de combustible para el conjunto de nuevos vehículos de 54.5 millas por galón para 2025 — el doble del actual estándar de 27.3. El gobierno dice que cumplir con ello costará a los fabricantes $8,500 millones anuales, lo que significa un aumento en los precios de entre $2,000 y $2,800, según los cálculos oficiales. Otras estimaciones ponen los nuevos costos en $3,100 e incluso podrían ir más allá. Como escribe el Wall Street Journal: “A los vehículos que actualmente cuestan $15,000 o menos para todos sus efectos los matará la regulación”.
Además de los incrementados costos, las nuevas regulaciones tendrán otros impactos en los consumidores también. Diane Katz, de Heritage, avisa de que otra consecuencia inaceptable es la pérdida de vidas como resultado de que los vehículos sean más pequeños:
En años pasados, la estructura de las regulaciones indujeron a los fabricantes de automóviles a reducir drásticamente el tamaño de algunos vehículos para cumplir con el estándar, lo que aumentó en miles las muertes de tráfico. Los nuevos estándares necesitarían reducir el tamaño tanto de modelos chicos como grandes que, según aduce el gobierno, neutralizará el riesgo. Sin embargo, la NHTSA y la EPA no están de acuerdo en el grado del riesgo, mientras que los expertos externos dicen que el peligro aumentaría por el extremo nivel de exigencia de los estándares propuestos.
Mientras los consumidores ya padecen para pagar el precio de los vehículos de mayor costo, los fabricantes americanos posiblemente sufrirán también el golpe. Se verían forzados a cambiar las características de los vehículos que ofertan para así cumplir con los objetivos de eficiencia energética y fabricarían autos y camiones que los americanos ni siquiera quieren. El Wall Street Journal explica:
La única forma de que Detroit llegue a esos promedios sería convertir al menos el 25% de su flota en híbridos. Pero las ventas de híbridos llegaron a su máximo de un 3% del mercado en Estados Unidos hace dos años y están bajando. El precio de $157,000 millones que le pone la EPA incluye sólo la estimación de lo que los fabricantes tendrán que invertir en la nueva tecnología, no los miles de millones que se perderán cuando nadie compre los productos con sello de aprobación de la EPA.
Y todo esto nos viene mientras que “los Tres de Detroit” luchan con pobres cifras de ventas de autos y proyectadas a caer en un 17.9% en 2011 desde el nivel en el que estaban al comenzar la recesión. Irónicamente, el gobierno federal que rescató financieramente a la industria automovilística está ahora imponiendo regulaciones que una vez más podrían amenazar su existencia. La administración Obama subraya los supuestos beneficios de los nuevos estándares —como unos ahorros de combustible por $1.7 billones— pero como escribe Katz, esa cifra es “pura especulación, dado que los actuales ahorros dependerían del precio de la gasolina”, algo que no se puede predecir para el próximo verano, mucho menos para dentro de 14 años.
Hay todavía otro argumento que puede plantearse: Los consumidores americanos se enfrentarían a vehículos más caros y con menos opciones, todo ello servido por la gente de la EPA, burócratas no elegidos en las urnas por los ciudadanos y que nunca han sido autorizados por el Congreso para fijar estándares de eficiencia energética, cualquiera que fuese el propósito. Esto, sin embargo, es congruente con el modus operandi del presidente Obama: Regular allí donde no puede legislar. Hay algo que el Congreso puede y debe hacer: Prohibir a la EPA y a la NHTSA que implementen y hagan cumplir los nuevos estándares, reteniéndoles los fondos a estas agencias o aprobando una ley que prohíba la normativa.
La EPA no debería dedicarse a elegir arbitrariamente qué clases de autos y camiones pueden manejar los americanos ni tampoco el presidente Obama. Pero si el Congreso no actúa, ese será ciertamente el resultado final.
La versión en inglés de este artículo se publicó en Heritage.org.
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