NARCOTRAFICO & ADICCIONES: POR CLAUDIO IZAGUIRRE

El adicto es un náufrago que se cree pez

Cientos de veces, la familia del adicto a las drogas se pregunta cómo ayudarlo. Mientras tanto, aquél intenta explicar en detalle que su vida transita por un mar de felicidad, tratando de convencer a quienes ven su deterioro de que no existe nada mejor que consumir.

09 de Noviembre de 2011

El adicto es un náufrago que se cree pez, y corrobora su creencia leyendo y escuchando a los promotores del consumo de drogas, a los funcionarios liberalizadores y a los sonrientes vendedores de sustancias.
 
Se cree pez mientras lo cierto es que nada en el excremento, hundiéndose inexorablemente, en tanto su familia busca desesperadamente una solución inmediata para salvarle la vida. En el proceso, los centros de salud y los juzgados, en lugar de auxiliar al náufrago, lo miran con indiferencia.
 
¿Cómo hacer para que un náufrago que se siente pez termine aceptando ayuda externa? La tarea no es tan sencilla: corresponde dejarlo solo hasta que comprenda cuál es su realidad. Cuando solucionamos todos los problemas creados por su conducta díscola y extraña, en realidad estamos ayudándolo a sentirse como "pez en el agua", por más tiempo. Cuando le brindamos cobijo, cama y comida caliente y le ofrecemos ropa planchada y lista para usar, o cuando le damos dinero y lo encubrimos, contribuímos a que prolongue su problemática.
 
Sin embargo, siempre debemos permanecer lo suficientemente cerca como para tomar su mano cuando la extienda pidiendo ayuda. Al mismo tiempo, se debe estar lo suficientemente lejos como para no tentarnos en arreglar sus problemas.
 
El adicto necesita que sus familiares directos vivan en función de él; sutilmente, manipula a sus allegados para lograr sus objetivos. Así como USA, ABUSA y DEPENDE de las sustancias, procede de igual modo con las personas: las utiliza, las abusa y depende de ellas. Si un familiar ensaya el camino de no dejarse usar, el adicto manipulará a otra persona del entorno para que finalice con tal actitud. Si así no lo lograre, acudirá al enojo. Si ello tampoco resulta, intentará con lágrimas alcanzar su fin. Cuando doblega a sus familiares, vuelve a sentirse "en control".
 
Mientras las familias de los afectados transitan por un mar de lágrimas, desde algunos sectores del gobierno bregan por liberalizar las drogas. Con ello, solo consiguer crear más y más náufragos... que se sientan como "peces en el agua".

Por Claudio Izaguirre, Asociación Antidrogas de la República Argentina