SOCIEDAD: SORGE / MATIAS E. RUIZ

Liniers y ferias itinerantes: de cómo Diego Santilli y Mauricio Macri fogonean la ocupación del espacio público

Ejemplos de desperfectos evidentes del PRO en materia de contralor de actividades que se desarrollan en áreas comunes del espacio porteño. ¿Procederá el intendente capitalino desparramando culpas y responsabilidades sobre el Gobierno Nacional? La imposibilidad evidente de justificar incrementos en ABL y la valuación de bienes inmuebles. Versiones inquietantes.

01 de Noviembre de 2011

Capítulo I. El Ingeniero Mauricio Macri, junto a Diego Santilli y su Estado Libre Asociado de Liniers
Por Sorge


En esta sucinta crónica, quien esto escribe intentará describir -sin herir susceptibilidades- una excursión a la tierra de la anarquía, porque así es como corresponde denominar al metropolitano barrio de Liniers, en zona oeste de la Capital Federal. Zona que, al parecer, no se halla registrada en el dispositivo GPS del Ingeniero Macri.

Es altamente probable que nuestro Lord Mayor jamás se digne a recorrer estos suburbios y -como solía preguntarme un amigo de Barrio Norte respecto de mi barrio, Vlla Devoto-: Decime; ¿eso queda en la Argentina?

Pues bien; el sábado próximo-pasado me decidí a concurrir al barrio de Liniers que, obviamente, "queda" en el país, y logré llevarme una sorpresa. Sorpresa que fue, cuando menos, desagradable, si acaso pretende uno calificarlo con cierto grado de bonhomia. Una vez que el intrépido ciudadano inicia la excursión y se adentra en sus calles (me refiero a aquellas que circundan el centro comercial, José León Suárez y Ramón Falcón), se encuentra inmediatamente en lo que podría denominarse como la capital nacional de la anarquía en todos los órdenes y sentidos. Llaman la atención el despliegue de las ocupaciones de la totalidad de las aceras y la vía pública, el maremagnum de gente que se esfuerza pesadamente en circular por las destruídas veredas y las arterias saturadas de suciedad.

Sobre las aceras reposan verdadero puestos de comidas con garrafas, en pleno espacio público. Adornados aquellos con vituallas típicas de los distintos pueblos originarios del Altiplano, y en donde se cocina a cielo abierto sin el control más elemental. Brillan por su ausencia, claramente, el control bromatológico y la seguridad. Desde luego que uno no puede siquiera pretender que esta se encuentre a cargo de la Policía Metropolitana (o "Metro PD"), fuerza que refulge en las zonas denominadas "PRO". Pero es lícito comentar que tampoco se puede soñar con esa policía que aún se denomina "Federal". Señora Nilda Garré -Ministro de Seguridad-: vaya tomando debida nota, no vaya a ser que el líder de PROpuesta Republicana le endilgue las responsabilidades del caso.

En este hoy tristemente célebre barrio de Liniers no solo se birlan las normativas de higiene y seguridad alimentaria con las cocinillas a cielo abierto: también se comercializa todo tipo de mercadería falsificada o trucha, sin control alguno, sobre las veredas. Se quebrantan todo tipo de normativas relacionadas con el ámbito de marcas y patentes (propiedad intelectual, por caso): abundan los puestos con CDs, DVDs piratas por doquier.

Los actores de este antro urbano también ponen de suyo para convertir el panorama en uno de extrema peligrosidad. Los ciudadanos de naciones limítrofes que circulan por las "pintorescas" callejuelas de este intratable mercado a cielo abierto lo hacen en evidente estado de ebriedad. Vale apuntar, sobre lo ya expuesto, que no escasean aquellos oscuros personajes que hacen su día gracias al viejo oficio del carterismo o punguismo... con la más absoluta y elocuente impunidad. Operan cómodamente también los vendedores de droga o dealers.

Cualquiera que ponga primera en este periplo, se sentirá -con toda probabilidad- como el actor principal en Blade Runner (película de culto con Harrison Ford como protagonista). En aquella obra maestra del soberbio director Ridley Scott, solo quedaban, en el planeta Tierra, aquellos seres humanos que -por varios motivos- se veían impedidos de huir hacia otras galaxias. Para que Liniers reproduzca fielmente el escenario ilustrado en  Blade Runner, solo faltan los replicantes en las calles. En tal caso, el aspecto de estas cuadras sería mucho más parecido al planeta devastado que proponía el reputado filme.

Seríamos ingenuos si pretendiéramos que nuestro país adoptare las normas y el orden que existe en países como, por ejemplo, Alemania. No obstante, lo mínimo que un ciudadano debe exigir a su Administración es control y gestión verdaderos en todo ámbito posible. Sobra decir que el panorama dantesco y deprimente que se observa hoy en barrios como Liniers debe ser denunciado con la firmeza que corresponde, proporcionalmente a la gravedad de lo observado. Se caracteriza, este sitio, por representar una zona abandonada, en donde no imperan las leyes ni las normas más elementales. La totalidad de este olvidado sector de la Ciudad Autónoma se encuentra liberada al libre albedrío de quienes ejercen allí todo tipo de actividades. A las comunidades limítrofes -que están muy lejos de adaptarse a nuestras costumbres de convivencia-, se le han agregado ahora personas que provienen de naciones del Africa.

No puede quedar ausente, en esta crónica, la molestia palpable de los antiguos habitantes y actuales propietarios de viviendas del barrio de Liniers. Ellos viven esta descarnada realidad en un estado de resignación y desesperación sin paralelo, en virtud de la lógica pérdida de valor que acusan sus inmuebles: jamás podrían mudarse a otra zona, por cuanto no existe demanda para las propiedades en sus cuadras. Uno de estos vecinos relataba al autor del presente escrito: "¿Quién querría vivir en lo que Usted describe como Blade Runner o en una aldea como Macondo? Porque este lugar, de pintoresco, no tiene nada".

Finalmente, cabe preguntarse qué sucedería si algún día estallara una garrafa de las tantas dedicadas al majestuoso arte culinario pluricultural, en plena vereda. Pues, la respuesta es sencilla: asistiríamos a un nuevo Cromañón, esta vez, a cielo abierto. Provocado, sin lugar a dudas, por la desidia de una Administración que hace culto a la ceguera y la estulticia.

Señor Ingeniero -y aparente Jefe de Gobierno- Mauricio Macri: en estas breves líneas, me he tomado el atrevimiento de acercarle una crónica sobre un barrio metropolitano que, al día de la fecha, no se encontraba listado en su agenda. Le solicito tenga a bien incorporarlo a ella, en la medida de sus posibilidades. ¿Con qué razón? Simplemente, para que, más adelante, El Ojo Digital no tenga que remitirse a hechos consumados que recapitulen tragedias ya vividas. Al decir de un amigo: "Se lo digo para que lo sepa". Estos humildes apuntes también deberán ser registrados, como es lógico, por el Señor Diego Santilli (Espacio Público).
 

Capítulo II. Pandemonium: la usurpación acometida por las ferias itinerantes de los domingos en la Ciudad Autónoma
Por Matías E. Ruiz, Editor

A la luz de la dolorosa realidad que refleja el atribulado barrio de Liniers, sobra hoy espacio para descreer del discurso macrista de preocupación sincera por el espacio público. Tal speech aparece actualmente como harto cuestionable, por cuanto la Jefatura de Gobierno porteño -se ve claramente- solo ha invertido tiempo en reforzar su núcleo duro de votantes, esto es, Palermo y Recoleta.

Como complemento del desmadre referido líneas arriba, surge el problema de las ferias itinerantes implementadas por el GCBA y que operan principalmente los días domingo. Es a raíz de múltiples denuncias de vecinos -remitidas a este medio- que se han podido contabilizar innumerables desperfectos, comenzando por la ocupación discrecional que estos móviles hacen del espacio público en la Ciudad. Como es tan típico de los autoritarismos, sin consultar a nadie.

Feria Artilleros 1800Aún cuando las problemáticas derivadas de tales ferias móviles son comunes, se cita el caso testigo de la que se ubica los fines de semana sobre la calle Artilleros -altura 1800-, en el barrio de Bajo Belgrano. Concentración cuyos promotores y encargados de tiendas, desde hace poco más de cuatro meses, se han ocupado de ampliar, hasta interrumpir a piacere la circulación por la mencionada calle. Desde junio, el tránsito de vehículos se ve cortado en forma programada, desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la tarde, horario en que la feria se retira.

Comienzan los inconvenientes al momento del arribo de los feriantes en la madrugada de todos los días domingo: la instalación conlleva una serie interminable de ruidos molestos para con los vecinos que residen en el complejo de torres lindante; estos se ven forzados -guste o no- a madrugar. Precisamente, el día que debiera reservarse para un merecido descanso. Tanto al momento de arribar con sus bártulos como cuando llega la hora de partir, los vehículos son traídos y remolcados violando el sentido del tránsito en la calle Artilleros, es decir, a contramano [se incluye fotografía con vehículo Ford Falcon, dominio VHI 462, maniobrando en contravención]. Tal como se ha visto el pasado domingo 30 de octubre, bajo la mirada atenta y permisiva de agentes de una indolente e inútil Guardia Urbana.

La actividad de esta feria móvil se lleva a cabo con un agravante: se ubica junto a una obra en construcción, cuyos muros exteriores aún se encuentran programados para demolición, y el peligro de derrumbe pende permanentemente sobre la vida de trabajadores y sus propios clientes. Las pruebas se acumulan: el Señor Jefe de Gobierno Mauricio Macri parece encontrarse a la espera de novedosas tragedias que le hagan menos aburrida su permanencia frente al cargo.

La feria bajo mención conlleva otras particularidades que es dable señalar, como ser, la carencia absoluta de controles de salubridad. Ello, en virtud de que se expenden alimentos de dudosa procedencia. Por demás, los casos de intoxicación son conocidos en el barrio, a partir del consumo de comida en mal estado, allí adquirida. Para peor: junto a los feriantes autorizados, terminan estableciéndose otros -que carecen de la documentación exigida-, con el fin de comercializar mercaderías que nada tienen que ver con el sentido para el que se creara la feria. Como en Liniers, aquí aterrizan oscuros personeros y fiduciarios de material pirata. Allí donde existe una aglomeración, siempre existe alguien bien predispuesto a aprovechar la oportunidad. Si cumple o no, a nadie parece importarle.

La áspera cuestión de los ruidos molestos, la interrupción programada del tránsito (con el consiguiente incremento de bocinazos, gritos, etc.) se suma a otro aspecto poco tranquilizador y que no habla bien de, en teoría, aquellos que "necesitan trabajar": el poco refinado costumbrismo de algunos feriantes que, en cuanto algún vecino le señala lo impropio del ingreso de los vehículos a contramano, responden con violencia. "Seguí jodiendo y sos boleta", fue la fraseología referida en un caso que tuviera lugar semanas atrás. El vecino afectado solo atinó a responder: "¿Dónde los voy a denunciar? En la [Comisaría] 51a.? Si esos están todos arreglados. Y encima me van a decir que tienen permiso del Gobierno de la Ciudad".

Ante este tipo de hechos, que se suman a los altos decibeles en que incurren los feriantes desde su arribo hasta su retirada, los fallos de salubridad y las amenazas, los vecinos han solicitado que la feria itinerante de Artilleros sea movilizada hacia otro sector del barrio, de tal suerte que no les sea impedido llevar a cabo su actividad. Se ha citado que los cercanos bosques de Palermo representan una alternativa ideal para su funcionamiento. Las personas más visiblemente perturbadas con lo que ocurre en el caso aquí citado han anticipado que motivarán una presentación judicial contra el Ministerio del Espacio Público para que la feria sea trasladada. Y -tal lo refirieron a este medio- no aceptarán soluciones alternativas. Quien esto escribe también efectuó una denuncia a través del sistema de Internet del GCBA, con el número de contacto 00637352/11 [comportamiento indebido de ferias y mercados], pero la respuesta desde la repartición correspondiente fue negativa: se contestó con la confirmación de inspecciones que jamás se llevaron a cabo, en tanto que se hizo caso omiso de las denuncias sobre ocupación del espacio público, ruidos molestos e interrupción del tránsito.Vehículo de feria Artilleros, circulando en contramano

Las molestias, sin embargo, no han sido apuntadas solo por vecinos: también los encargados de los edificios han puesto el grito en el cielo, por cuanto los feriantes observan el hábito de violentar las cajas con las tomas de agua de los consorcios cercanos. Esta práctica corriente de parte de los trabajadores de las ferias móviles remite a otra preocupación, planteada también por los referidos encargados. Se trata, ni más ni menos, del estado de abandono en que queda la calle ocupada, una vez se retiran los comerciantes. Pues los feriantes dejan tras de sí grandes cantidades de basura en la arteria y en la vereda. A fin de cuentas, quien deberá limpiar es un tercero desprevenido.

De por sí, el estado de la calle Artilleros ha sido motivo de múltiples quejas de parte de vecinos que residen sobre La Pampa y alrededores. El estado de abandono que acusa se ve agravado incluso por los dueños de mascotas de otras cuadras, que la utilizan como sitio favorito para las deposiciones de sus animales. Y es precisamente sobre esa vereda que tiene lugar la comercialización de alimentos los días domingos. Los feriantes nunca invierten esfuerzo para limpiar el lugar a su arribo. El Gobierno de la Ciudad Autónoma jamás se preocupó por reemplazar baldosas, mucho menos por mejorar las veredas. Menos lo hará ahora, que una empresa constructora se encuentra trabajando in situ, en un emprendimiento de hogares residenciales. El alcalde porteño, Mauricio Macri, comenzará próximamente a percibir ingentes ingresos, a partir del cobro de impuestos retroactivos a casinos, bingos y salas de apuestas con tragamonedas. A pesar de ello, junto a su cuestionado avatar, Diego Santilli (Espacio Público) han dejado de lado la cuadra aquí descripta, como tantas otras. Peor aún: el tándem PRO persigue ahora el diabólico objetivo de incrementar violentamente la valuación de las unidades de los vecinos en la Ciudad. Injustificable y violento, por donde se lo mire.

Diego Santilli resulta ser el responsable político primario en esta cuasiprogramada destrucción del espacio público en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su inocultable ambición es la de suceder al Ingeniero Macri al frente de la Jefatura de Gobierno, y su socia principal en esta empresa no es otra que su esposa, la otrora periodista Nancy Pazos. La mencionada -una vez autonotificada del estrepitoso fracaso de su carrera en los medios-, es quien manda en el despacho de Santilli, emitiendo órdenes por doquier (y no siempre de la manera más cordial, tal se nos ha comentado). Probablemente, sea ella la persona indicada para resolver estos inconvenientes. Porque su marido no parece acusar el debido recibo. El Señor Santilli aspira a ser el futuro intendente y -gracias a su padre- cuenta con el dinero. Pero no parece haberle pedido permiso a los vecinos de la Capital Federal.

Estas malas noticias que hacen a la gestión PRO pueden conducir a un peligroso laberinto. Por caso, ciertos medios de prensa -no necesariamente oficialistas- comienzan a compilar detallada referencia a supuestas operaciones de espionaje que, se aduce, se encontraría montando clandestinamente el ecuatoriano Jaime Durán Barba. En simultáneo, algo más de una docena de ciudadanos han dado inicio a una serie de demandas penales -también contra Espacio Público- por perjuicios derivados de derrumbes de obras con permisos otorgados inapropiadamente. En dos casos puntuales, la empresa constructora involucrada (según se afirma, de aceitados contactos con Bolívar 1) ha orquestado una serie de extrañas presiones y amenazas contra los vecinos, a criterio de que desistan. Y quiera Dios que espacios undeground como éste no continúen profundizando sobre ese pantanoso entramado de relaciones.

Resulta, cuando menos, curioso que los argentinos se encuentren permanentemente subyugados por prerrogativas autoritarias, sin importar el color político a la mano. Ya sea que se trate de la alternativa oficialista o del mismísimo PRO, los discursos ambivalentes parecen estar a la orden del día. Como fuere, las fronteras de la paciencia siempre suelen observar un límite intolerable.
 

Por Sorge y Matías E. Ruiz (Editor), para El Ojo Digital Sociedad