POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

Balotaje en la Ciudad de Buenos Aires: Mauricio Macri le asesta una nueva puñalada al kirchnerismo

La segunda vuelta electoral en la Capital Federal terminó de dar forma a la pesadilla que la propia Presidente de la Nación Cristina Fernández tanto se esforzó en obsequiarse.

31 de Julio de 2011

Los análisis relacionados con el nuevo día después de las elecciones porteñas no exhibirán demasiados ítems para el disenso. Los casi treinta puntos de ventaja que el ahora reconfirmado Jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri le sacara a Daniel Fernando Filmus (Frente Para la Victoria) convirtieron al comentado balotaje en una violación salvaje y dividida en dos interminables capítulos, en donde el referente cristinista ejecutó el rol de damisela cruelmente sometida. Otros dirán que el kirchnerismo ha decidido encarnarse en el paradigmático personaje de ciertas películas de acción que es apaleado brutalmente en una pelea callejera pero que insiste en ponerse de pie... solo para ver acentuada la golpiza recibida.

Filmus jamás necesitó consultar oráculo griego alguno para notificarse a priori de lo que terminaría por sucederle. A lo largo de los próximos días -sino meses-, mucho se comentará respecto del sinnúmero de oportunidades en que quiso bajarse del segundo capítulo de la contienda, en tanto que Cristina Fernández Wilhelm no dejaba de presionarlo para que participara, cualquiera fuere su desenlace. No fuera a ser que alguien le retrucara a la viuda que alguno de sus soldadillos se comportó exactamente como Carlos Saúl Menem en 2003, ocasión en que dejara a Néstor Carlos Kirchner "con la sangre en el ojo". Este singular hecho histórico condicionó de maneras poco estudiadas la estrategia electoral de la Presidente de la Nación y su peonada. No obstante, ha pasado desapercibido para la inteligentsia conformada por los principales analistas políticos del país.

Se contabilizarán y describirán, igualmente, los poco elegantes modos con que Amado Boudou conminara al ex titular de Educación a que ponga fin a una batalla desprovista de sentido desde el origen. Y todavía está por verse de qué forma reaccionarán los "encumbrados" panelistas de 678 y los intelectuales dignos de Premio Nobel de Carta Abierta, aquel think tank kirchnerista que está en boca de todos a partir de una consabida sobrepoblación de esperpentos. Le mención de estos canales obligados de la comunicación paraoficial no cobra vuelo desde la ciencia ficción ni la casualidad: son, precisamente, ellos los que dejarán partir una furibunda ola de críticas que -como no podría ser de otra manera- harán leña de la vapuleada humanidad de Filmus para intentar "despegar" a Cristina de la debacle. Por su parte, la política porteña no se nutre de estúpidos ni de pusilánimes sin retorno. Aquí, la dinámica de la supervivencia también cobra vigor darwiniano y, no en vano, Diego Kravetz supo alejarse oportunamente del espacio oficialista (en visible desacuerdo con la invención y posterior agitación permanente de enemigos). En la primera vuelta de las elecciones en la Ciudad Autónoma, el histórico Amadeo Genta -SUTECBA- llamó a votar por Mauricio Macri. Víctor Santa María -SUTERH- comienza a repensar su futuro; y si aún no termina de abandonar el espacio K, ello se debe a que la Casa Rosada requerirá de sus buenos oficios para repetir ciertas obscuras maniobras oteadas en las mesas de votación durante las Presidenciales de 2007. En tal sentido, no deja de ser curioso que los kirchneristas capitalinos se desgarren las vestiduras por ciertas "siniestras" operatorias a cargo de Cristian Ritondo y su "endiablada" tropa de punteros. Pero, ¿para qué candidato trabajaba, dicho sea de paso, Alejandro "Pitu" Salvatierra?

Con todo, fue un joven e inexperto Ingeniero el que se ha puesto a gran parte del kirchnerismo de sombrero. Y, en efecto, se trata de la misma persona de la cual un risueño Aníbal Fernández se burlaba, bajo la sospecha de que aquel invertía incontables horas en siestas y que carecía del intelecto mínimamente exigido para repasar los titulares más binarios de los periódicos. El jovial jefe de Gabinete ignoraba que al elector del "artificio autónomo" no le interesan los detalles edificados en torno del chismorreo. Mientras reían a mandíbula batiente, los confiados operadores del Gobierno Nacional no lo advertían pero jugaban a la ruleta rusa con el tambor del revólver cargado en plenitud. Ahora, la petulancia no tiene otro camino que hacer frente a las onerosas facturas.

Al reposicionamiento que Sergio Berensztein (Poliarquía) ha hecho frente a las cámaras de TN (en el sentido de que, para la ciudadanía, el kirchnerismo ha perdido su aureola de invencibilidad), se le suma el protagonizado por la Jueza Federal Electoral María Romilda Servini de Cubría, a quien solo le faltó decir que la ingeniería kirchnerista tras las Primarias y las Elecciones Generales de octubre es un impresentable mamarracho. Su Señoría no se privó, por cierto, de reclamar más fondos para la puesta a punto de ambos escenarios. La ambición pergeñada por Néstor Kirchner para diseñar un teatro de operaciones electoral que llevaría a la oposición a un inafrontable cul-de-sac se ha convertido ahora en un gigantesco funeral cuyos pagarés deberá enfrentar su alicaída viuda. Y -todo parece indicarlo- la única moneda de curso legal aceptable para encarar tamaño pasivo será la de una derrota lastimera y a todas luces humillante.

La fiesta interminable del "tarambana de los globos amarillos" -como se referían a Macri los militantes del espacio filmusista- ha dejado, para el buen observador, alguna tela para cortar. Porque el ex presidente de Boca Juniors hasta se brindó el lujo de exhibir en el escenario a los pequeños cucos con los que piensa dar rienda suelta a su armado a futuro. Por un lado, pudo verse al platense Julio Garro, un "tapado" que -de acuerdo a encuestas independientes- está llamado a limpiar el piso de la Ciudad de las Diagonales con el cadáver del intendente Bruera cargado a los hombros. No muy lejos del mencionado, danzaba al compás de la canción "Arde la Ciudad" el Secretario General del Gobierno de la Ciudad, Marquitos Peña, joven mandamás a quien no pocos sindican como el continuador del trabajo de PRO en la Capital Federal para el período 2015-2019. Las presencias de Peña y Garro se suman al "milagro" montado hace pocos días por el irreverente capocómico Miguel Torres Del Sel en Santa Fe: todos comienzan lentamente a solidificar la estrategia "guerrillera" que Mauricio Macri ha pensado para su espacio de cara a los próximos ocho años. Este pequeño apartado podría intitularse de manera muy sencilla: Diferencias entre "mirar" y "ver". Y -qué duda cabe- sus destinatarios no son otros que los editorialistas que siguen sin entender de qué va el rollo.

Luego de los porcentajes de la sabrosa victoria que se anotara el Jefe de Gobierno porteño en la fría noche del domingo 31 de julio, el periodismo presente en el búnker macrista se aferró a las preguntas obvias: ¿propiciará el Ingeniero las ambiciones políticas del lomense Eduardo Duhalde en las próximas elecciones presidenciales? El hijo de Franco pareció acusar recibo de las recomendaciones que se le hicieran oportunamente, en el sentido de que aún es demasiado pronto para ir corriendo a abrazarse al duhaldismo. En cierto pasaje, reconoció que él no se encuentra en posición de arriar votos hacia candidatos puntuales en tanto que, minutos antes, había sentenciado: "la corrupción impide el logro de la justicia social". En cualesquiera de los casos -y no sin razón-, optó por postergar sus preferencias para después de las Primarias del 14 de agosto.

Mauricio Macri perfectamente podría arriesgarse a proponerle a sus seguidores que se cuelguen de las expectativas depositadas en el Piloto de Tormentas, el próximo 23 de octubre. Pero ello no significará necesariamente que el tan trillado "arrastre" de votos se produzca a partir de una simple declaración. Mientras algunos trasnochados insisten en la hipótesis sobradamente demencial de que Del Sel triunfó en Santa Fe gracias al aporte del "peronismo federal", resulta incontestable que, en su rol de candidato a Presidente de la Nación, Eduardo Duhalde solo representa una coyuntura con una duración imposible de prolongar más allá de cuatro años. Para 2015, los escasísimos referentes rescatables del justicialismo "disidente" estarán muertos o bien enterrados, en tanto que la columna vertebral de PRO apenas habrá cruzado la frontera de la pubertad. Y el actual Jefe de Gobierno porteño deberá aprender a aceptar el desafío del crecimiento con sapiencia. Sin apuros. Pero sobre todo, sin condicionamientos indeseables.


Por Matías E. Ruiz, Editor.
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Por Matías E. Ruiz, Editor