POLITICA - OPINION: POR OSVALDO JOSE CAPASSO

El principio del fin

En recientes conferencias, y después de que con este “modelo” gobernara el país durante 8 años, Cristina Fernández y sus ministros han comenzado a admitir que existe lo que hasta hace poco negaban: la inseguridad.

06 de Julio de 2011

Ahora bien, si analizamos el viejo discurso acerca de que el principal motivo de los distintos delitos radicaba en el proceso de “exclusión social” atribuido a las políticas de los años noventa, cabría preguntarse si el argumento era falaz, o lo que es peor, que la llamada “distribución del ingreso y la riqueza” –pilar fundamental de las declamaciones kirchneristas- ha fracasado en forma rotunda o directamente nunca ha existido.

De lo contrario, ¿qué sentido tendría desplazar efectivos de Gendarmería Nacional y Prefectura Naval al sur de esta ciudad y al resto del conurbano bonaerense?

Al parecer, el repetido latiguillo “no hay que criminalizar la pobreza”, ha sido dejado de lado de un modo “rápido y furioso”.

En rigor de verdad, como ya lo explicara en una nota anterior, lo recaudado para la famosa “cajita feliz”, que ha llevado el gasto público por encima del 40% del PBI, jamás ha beneficiado a la población sino –más bien- a los funcionarios públicos del Gobierno Nacional.

Existen datos incontrastables que sustentan lo antedicho, como ser el estudio llevado a cabo recientemente por el Economista y Profesor Universitario Rolando Astarita que, al ser publicado, le costó el cargo que venía desempeñando en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

A pesar del silencio, la realidad es que una gran masa de la población está desempleada o subempleada (entre ambos ítems, más del 15%), y otra parte importante está empleada, pero en trabajos informales o precarios (más del 35% de los que trabajan). Esto es un producto genuino de las leyes del capital, y de la acumulación, que al transformar en uno de los polos los medios de producción y de subsistencia sociales en capital, genera en el polo opuesto a la masa de asalariados, de “pobres laboriosos” libres, y a los ejércitos de desocupados (El Capital, cap. 23 t. 1). Que es exactamente lo que sucede en Argentina. A fines de 2010, y por totales de ingresos familiares, el 10% más pobre recibía el 1,8% del ingreso total, en tanto que el 10% más rico el 28,7%. Según la escala de ingresos individuales, el 50% más pobre ganaba el 22,5% del ingreso total, mientras que el 20% más rico ganaba el 47,4%. El tema es importante también para la evaluación de la pobreza. Es que no solo se es pobre en relación al nivel del desarrollo de las fuerzas productivas, sino también en relación a la riqueza que se acumula en el polo de la clase dominante. Como alguna vez explicó Marx, si poseo una casa, pero al lado se construye un palacio, mi casa pasa a ser una choza.

Por último, vuelvo a preguntar. ¿Por qué nuestro progresismo K tampoco reflexiona sobre el significado de estas cifras? ¿Será que una reflexión semejante también es “hacerle el juego a la derecha”? Mi respuesta es que minusvalorar la pobreza y las necesidades que padecen amplios sectores de la población, ocultar datos, tapar o menospreciar el altísimo grado de explotación que existe en Argentina, solo es funcional a los intereses de la clase dominante, de conjunto, y contribuye a embotar las conciencias. Aunque se quiera disimular este hecho con consideraciones “táctico-políticas”. Y aunque algunos, incluso, quieran posar de marxistas.” (
“Indice de Desarrollo Humano y Pobreza, silencio K-progresista”, Rolando Astarita, Prof. en Economía y Sociología de la UBA)

Esta es la cruda realidad aunque el Gobierno Nacional trate de esconderla con su retórica vacía y con la acción de un periodismo vernáculo que nos pretende hacer creer que vivimos en el mejor de los mundos y con abundancia para todos.

El comienzo del fin de tantos años oprobiosos tiene su punto de partida el próximo domingo con la elección que se llevará a cabo en esta Ciudad Autónoma.

Ninguna duda cabe frente al hecho de que la Presidente de la Nación Cristina Fernández y muchos de sus acólitos odian a los ciudadanos de esta jurisdicción, a quienes castigan cada vez que pueden, tal y como lo vienen haciendo desde que asumieron la primera magistratura.

Poco importa si quien está al frente de la Jefatura de Gobierno es del “bando propio o enemigo”. El tratamiento que le dispensan es el mismo: lo ignoran, lo acorralan, le generan conflictos, etc.

Así ocurrió con Aníbal Ibarra y con Jorge Telerman, que siempre tuvieron temor de enfrentarse con el Gobierno Nacional, la misma enfermedad que padece Daniel Scioli.

A Mauricio Macri, el verdadero rival que los puso al descubierto una y otra vez, han tratado de mil maneras de entorpecerle su gestión.

Sin embargo, Macri no les teme y los ha enfrentado en cuanta ocasión tuvo, defendiendo sus convicciones.

Para cualquier vecino de la Ciudad era impensado hace unos años que pudiesen contar con una fuerza de seguridad propia.

La Policía Metropolitana llegó para quedarse, salvo que el delegado del Gobierno Nacional, Daniel Filmus, logre apoderarse de la Jefatura local.

Mauricio Macri NO tiene una cultura clientelista y prebendaria. Al tiempo de usurparse el Parque Indoamericano, se negó a dialogar con los intrusantes y jamás estuvo de acuerdo con la extorsión que prohijó Cristina Fernández entregando suculentas sumas de dinero a los “ocupantes”, a cambio del desalojo.

Ha sido el Gobierno Nacional quién le bloqueó a la Ciudad fondos y avales para continuar con las obras del subterráneo, y ahora lo critica por no haberlas ejecutado.

Tal vez algunos hayan olvidado de que la Ciudad se convertía en Venecia cada vez que llovía copiosamente.

Eso ya no sucede.

Con la reciente inauguración del aliviador del Maldonado, la obra hidráulica más importante de los últimos años y que beneficia a casi 300 mil ciudadanos, aquellas pesadillas de las inundaciones quedarán para siempre en el recuerdo.

Hay que destacar la hidalguía que tuvo el Jefe de Gobierno al convocar a quienes lo precedieron en el cargo para dicha inauguración.

Es una muestra clara de despojo y de ausencia de envidias y de celos.

Seguramente Mauricio Macri batallará, durante su nuevo mandato, por dejar sin efecto la llamada “ley Cafiero”, que impide que esta Ciudad tenga el rango y la verdadera autonomía de una provincia.

Para ello la apuesta es que en octubre Cristina Fernández sea derrotada (si no declina antes), porque cualesquiera de los candidatos con posibilidades de triunfar (Ricardo Alfonsín o Eduardo Duhalde) han asumido el compromiso de viabilizar esta posibilidad.

Empero, el camino a una rotunda victoria que termine con la corrupción, con el aislamiento internacional, con la pobreza, con la indigencia, con el NO respeto por los jubilados, con el desprecio absoluto por el federalismo y por los demás poderes del Estado, con la compra de voluntades para mantenerse impunes; comienza este domingo.

La dispersión de votos NO sirve.

En el 2009 muchos porteños de clase media y media alta votaron inexplicablemente por Pino Solanas, lo cual denota un gran contrasentido.

Justamente Pino Solanas, Claudio Lozano, Ariel Basteiro, Eduardo Macaluse, entre otros, siempre votaron las leyes importantes acompañando al Gobierno Nacional, y en contra de esa misma clase que los votó. O directamente no daban “quórum”. Así pasó con la Ley de Presupuesto y con tantas otras.

La Colación Cívica es una fuerza esencialmente republicana, pero en algunas ocasiones fueron funcionales a la agenda kirchnerista.

Basta recordar la postura de Lilita Carrió respetándole la Presidencia de la Cámara de Diputados a Eduardo Fellner y la Vicepresidencia Segunda a Patricia Fadel después de la derrota aplastante que sufrieran en junio de 2009, siendo luego estos personajes los que boicotearon sesiones a instancias de directivas del Poder Ejecutivo. Otro tanto ocurrió con la Cámara de Senadores y con las Comisiones de ambos órganos.

Posiciones dubitativas de la Coalición también perjudicaron la gestión de Mauricio Macri en la ciudad.

Daniel Filmus se ha prestado al triste papel de ser un delegado de Cristina Fernández. Una buena persona, sin el carácter suficiente para imponer sus convicciones.

Su rol puede verse reflejado en la opaca imagen de Daniel Scioli, a quién le armaron las listas sin dejarlo siquiera opinar.

Muchos recordarán que cuando hubo “tomas” de colegios por parte de los alumnos, Filmus se mostraba a favor de la ocupación. Y pensar que él había sido Ministro de Educación.

En cambio, sin exposición y con bajo perfil, Esteban Bullrich condujo acertadamente la cartera educativa.

Hubo un mejoramiento de la infraestructura de escuelas y colegios, se trabajó sobre proyectos de avanzada como lo es el distrito tecnológico, la inserción de las escuelas técnicas en el ámbito de las empresas y en los claustros universitarios, entre otros logros.

Ello muestra a las claras que el Ministro se encuentra consustanciado con las políticas que Mauricio Macri pretendió para el área.

Y hablo con conocimiento de causa, por estar vinculado directamente con quien fuese artífice de cientos de proyectos y hacedor de obras en el ámbito de la Educación Técnica.

En honor a su memoria y a sus sueños más profundos, solo será posible cambiar aún más a esta Ciudad Autónoma y luego a la Nación, si este domingo la ciudadanía vota masivamente la única opción a la cual le teme Cristina Fernández: Mauricio Macri.

Por Osvaldo José Capasso -Abogado-, para El Ojo Digital Política