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Entrevista a Alejandro Conti, Asociación Argentina de Productores de Trigo

Desde hace algún tiempo -y puntualmente por cuestiones de su comercialización-, el trigo es uno de los cereales que más controversia ha generado en el ambiente. Todos los protagonistas que intervienen en su manejo observan reclamos, en especial los productores. Para informarnos mejor sobre esta situación, MundoCampo entrevistó a Alejandro Conti, presidente de AAPROTRIGO.

28 de Junio de 2011

-¿Quiénes integran AAPROTRIGO y qué tipo de función cumple ? ¿Es de carácter gremial, comercial o técnica?

-AAPROTRIGO tiene una función institucional; se fundó en el año 1995 e integra a varios de los eslabones de la cadena de trigo: está la pequeña y mediana industria molinera, hay productores, hay empresas y hay semilleros.  Lo que intenta es defender un poco el producto y que se trate de comercializar mejor, pero, es meramente una función institucional, no tiene funciones comerciales.
 
-¿Han debido ajustar sus objetivos? Porque seguramente cuando se creó, en 1995, el panorama para el trigo no era el mismo...  

-No, por supuesto que no. Digamos que el objetivo central de la institución sigue siendo el mismo: promover la clasificación de los trigos, trabajar mejor en la segregación de las distintas variedades y demás.  Pero está claro que en los últimos años ha habido que hacer foco bastante más en la parte comercial, que es la que está distorsionando al mercado triguero. Nosotros estamos mucho más encima de lo que es el manejo comercial del producto debido a las distorsiones que se están presentando.
 
-En ese sentido, ¿Cuáles son sus principales reclamos?

-Hoy nuestra principal preocupación, la medida a tomar de forma urgente, sería la apertura de los registros de exportación.  Nosotros entendemos que esa es la principal traba comercial que tiene hoy el producto, lo que genera que no haya competencia entre los distintos eslabones que componen la demanda de trigo y eso provoca las distorsiones que estamos viendo.  Son más graves las distorsiones comerciales del trigo que el efecto que tienen las retenciones.  Digamos que son dos factores que se están sumando: las retenciones más las distorsiones comerciales, esto hace que hoy el trigo tenga una retención efectiva de más del 50%.
 
-¿Cómo evalúan la liberación reciente de cupos para exportar?

-Nosotros estamos convencidos de que esto no tiene ningún impacto en el precio del trigo.  Simplemente, cuando se libera un cupo de exportación, la molinería se retira de la demanda, entonces queda el campo liberado para que el único demandante sea la exportación, lo cual hace que los precios se mantengan planchados y viceversa: cuando no hay cupos, la exportación es la que se retira y el único comprador es la molinería.  Mientras no tengamos una competencia permanente entre molinería y exportación no vamos a poder ver el precio real que debiera recibir el productor por su producto.  Esas aperturas parciales de registro realmente no sirven para nada porque la molinería tiene asegurada su necesidad y entonces no compite en el mercado.
 
-Ahora también reclaman los molinos porque no cobran los subsidios. ¿Son necesarias estas ayudas a la industria molinera?

-Nosotros estamos convencidos de que no tiene ningún tipo de efecto en lo que realmente se buscaba desde el gobierno que era llevar un precio de pan barato a la mesa de los argentinos, o defender la mesa de los argentinos que era el slogan que utilizaba el gobierno, y la realidad es que nada de eso se ha logrado.  Desde que se interviene en el mercado, eso empezó en mayo de 2006, lo único que ha hecho el precio del pan es subir y muchísimo más de lo que ha subido el trigo, lo cual habla a las claras de que el trigo tiene muy baja incidencia en el precio del pan.  Está más que probado que no ha tenido ningún efecto y la realidad es que, en la Argentina, en ningún momento, en los últimos cien años, ha faltado trigo sin haber ningún tipo de restricciones en el mercado de trigo a nivel de la exportación.  En un mercado libre jamás faltó trigo en el país, así que es una falacia decir que estamos protegiendo la mesa de los argentinos cuando, justamente, estas medidas lo único que provocaron es que el área sembrada cayera un 50% en relación a los años normales.
 
-Por parte de los productores tampoco han cobrado las compensaciones como debieran...


-Los productores que han recibido las compensaciones son contados con los dedos de una mano.  Este es un problema que está desde hace seis años y, realmente, el que ha logrado cobrar las compensaciones ha sido un puñado de productores y eso después de batallar varios meses.  Mientras, del lado de la molinería, se han venido cobrando compensaciones sin ningún tipo de restricción hasta estos últimos dos o tres meses en que se están presentando dificultades en ciertos molinos por no poder cobrarlas.
 
-Ampliemos un poco la mirada: ¿Cuál es el panorama triguero en el contexto internacional?

-En estos últimos meses se ha empezado a complicar un poco.  En EE.UU. están teniendo muchas dificultades en la calidad de sus trigos, la proporción de trigos en buenas condiciones es muy baja.  En Europa se está empezando a complicar también la cosecha así que realmente no es una situación favorable por la que está pasando el trigo en este momento en el mundo y eso se ve reflejado en los precios: hoy tenemos un precio que está en sus topes históricos.  Pero es una realidad que nosotros, en la Argentina, la estamos viendo pasar porque, hoy, en caso de poder vender el producto, apenas recibimos ciento ochenta o ciento noventa dólares.  La realidad es que, si hubiese un poco más de transparencia en la comercialización, el precio debería estar en el orden de los doscientos cincuenta dólares, como mínimo.  Ese es un número parecido al que está mostrando el FAS teórico publicado por la secretaría todos los días.  Esa diferencia, entre la realidad y lo que estamos cobrando, es el diferencial que está quedando en manos de otros eslabones de la cadena que no son los productores.
 
-De todas formas algunos se benefician con esto ¿Quiénes son?

-Básicamente los que aprovechan esta situación son los que tienen posibiliades de comprar trigo; en este caso, exportadores y molinos.  Al no haber competencia, el precio se tira para abajo y se generan esos diferenciales bestiales que tenemos.  Hoy, un particular, o cualquier otra institución que no sea una exportadora que está dentro del círculo del centro de exportadores, no puede salir a exportar producto porque no conseguiría, de ninguna manera, el registro de exportación para poder salir a exportar y transparentar los valores reales del producto.
 
-Con este panorama hay que decidir sobre la siembra próxima que ya está encima ¿Qué pasará con el área sembrada?

-Desde el punto de vista comercial yo no veo que vaya a haber ningún cambio en relación a lo que estamos viendo ahora.  En relación a la superficie de siembra nosotros estimamos que será similar a la que hubo el año pasado.  Hay zonas en las que no tienen otra alternativa que la de hacer trigo, por cuestiones agronómicas no pueden hacer otro cultivo.  Ante esta situación lo que tendríamos que hacer nosotros, como productores, es no sembrar un producto del cual no se está reflejando en el mercado su precio verdadero, pero, es entendible que se trata de un universo muy amplio y sería algo bastante difícil de lograr.  Hay distintas zonas y distintos intereses, así que no veo que pueda haber una solución desde el lado de la producción como para poder frenar esto.  Tiene que ser una solución institucional.
 
-Decididos a sembrar, ¿Qué debemos buscar: cantidad o calidad?


-Esa es una eterna discusión que tenemos y realmente en el mercado internacional hay espacio para todo tipo de producto.  Yo creo que no es una distinción de calidad o cantidad, creo que acá tenemos que acostumbrarnos a hablar de distintas calidades.  El mercado es como compra y compra de acuerdo a distintas calidades, hay demanda para distintas calidades.  O sea, habrá zonas en las que tienen mayores chances de producir mayor volumen, y ese trigo debiera tener un precio determinado, y zonas donde no tienen gran potencial de producción pero sí pueden ofrecer ciertos parámetros de mayor calidad y debiera haber un precio diferencial para ese otro producto.  Es lo que sucede en todos los lugares del mundo: uno compra trigo en el mundo de acuerdo a ciertos parámetros y hay distintas variedades que otorgan esos distintos parámetros.  Se debiera sembrar de acuerdo a las posibilidades de la región en la que uno se encuentra y obtener un precio por el producto que está generando.  Así habría una serie de precios distintos para distintas calidades de trigo porque simplemente son para distintos usos industriales; esa es la manera en que debiéramos clasificar el trigo: según su uso industrial.  Tendríamos que terminar con la discusión si cantidad o calidad y debiéramos tener mercado para todos, a distintos precios.
 
-¿La estructura productiva está en condiciones de hacer una producción de esas características? ¿Hay instalaciones adecuadas?

-Sí, estamos en condiciones de manejar una producción segregada.  El hecho de haber introducido en nuestro sistema comercial el uso de la bolsa nos da una gran flexibilidad en poder guardar distintos trigos de acuerdo a distintas variedades, a distintos lugares del lote o a distintas calidades que a uno se le vayan presentando dentro del campo.  La bolsa nos da una flexibilidad muy grande para hacer todo tipo de segregaciones en el campo.  Más allá del campo, también estamos preparados: nosotros hemos estado en distintas instalaciones portuarias donde no habría ningún inconveniente en manejar calidades segregadas.  De hecho se viene haciendo y, aunque nosotros no nos enteremos, salen muchos embarques de calidades diferenciales.  Lo que pasa es que muy pocas veces al productor le llega esta información y, menos aún, recibe los diferenciales que se pueden estar consiguiendo.
 
-¿Cómo está el paquete tecnológico conque se siembra trigo en nuestro país? ¿Hay buenas semillas, por ejemplo?

-Yo creo que salen muy buenos productos de las compañías que se dedican a investigación y desarrollo de nuevas variedades.  La Argentina cuenta con excelentes variedades que no tienen nada que envidiarle a los mejores trigos panaderos canadienses o americanos.  El problema que tenemos acá es que mezclamos todo, entonces, al mezclar, se pierde la identidad de la mercadería que estamos produciendo.  Sería tan simple segregar las distintas calidades para lograr un producto homogéneo y estar a la altura de competir con los mejores trigos del mundo...  No hay ninguna duda de que los tenemos, simplemente los manejamos mal.
 
-En lo institucional, ¿Cómo seguirán trabajando si las reglas de juego no mejoran?

-Nosotros vamos a seguir bregando porque haya una comercialización transparente de nuestro producto. Lo que hay que hacer es escuchar a los distintos eslabones que intervienen.  Pero realmente escuchar, no solo para la foto, sino tener en cuenta a los distintos eslabones que intervienen en la cadena atendiendo los distintos intereses y utilizar un poco el sentido común que es justamente lo que no estamos aprovechando.  Hay cosas que son bastante sencillas de comprender cuando uno tiene predispocisión a comprender.  Cuando no, pasan los disparates que estamos viendo, que no tienen ningún tipo de explicación y se reflejan en el tipo de mercado que tenemos.
 
-¿Quién debería escuchar primero: el secretario Guillermo Moreno o el ministro Julián Domínguez?

-Como siempre, en cualquier actividad, el marco regulatorio lo deben poner las instituciones que gobiernan.  Si el marco regulatorio no es adecuado, después los distintos eslabones se acomodan a ese marco.  Entonces, si partimos de una base mala, todo en cascada para atrás va a resultar malo.  Lo más importante sería, justamente, partir de un política consensuada y pensada adecuadamente, para lo cual debiera existir la predisposición a hacerlo.  Me da la sensación que esa es la base: generar una política adecuada escuchando a los que realmente saben del tema que se está tocando.

Publicado en la web Mundo Campo, en sociedad informativa con El Ojo Digital