POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

Caso Siemens: la Medusa en el escudo

Mientras la opinión pública continúa entretenida con los vaivenes de la negociación en el espacio político opositor, la causa Siemens vuelve a exhibir sus pútridas y sanguinolentas fauces. La novedad de la detención de Carlos Raúl Sergi -ex directivo de la filial argentina de la firma germana- no solo interesa por lo que representa en sí misma, sino porque los alcances de la causa reflejan los métodos de procedimiento nauseabundos de gran parte de la dirigencia política argentina.

12 de May de 2011

No debiera sorprender que la noticia de la detención de Carlos Sergi -ex director de Siemens S.A. Argentina- haya pasado casi desapercibida por los medios. La detención del polémico ex businessman y lobbista fue ordenada por el magistrado Ariel Lijo (Tribunal Federal Penal Número 4). En los papeles, el mencionado tribunal referirá que la captura fue motivada en virtud de las reiteradas ausencias de Sergi a las citaciones para indagatoria. Pero lo cierto es que el hecho no hubiese tenido lugar, sino fuere porque Lijo -con total evidencia- hacía tiempo que venía sopesando la necesidad de poner manos a la obra con los elementos que remiten a la causa. La presión era ya insoportable. Como fuere, el juez terminó emitiendo la orden respectiva para que elementos de la Policía Federal Argentina fueran a buscar al protagonista a su domicilio, localizado en Torres Le Parc. Esto sucedió a comienzos de semana.

¿Quién es Carlos Raúl Sergi? Es oriundo de Rosario, la "Chicago argentina". Hugo Alconada Mon -talentoso periodista de La Nación- es de los hombres de prensa mejor informados en relación a las actividades del hombre, tal como lo relatara oportunamente en su blog (http://valijeros.blogspot.com/). La "mala dentro de la buena" es que don Sergi -bien lo refiere el periodista mencionado- no permanecerá preso. Incluso, por ser mayor de setenta años de edad, le correspondería el beneficio de prisión domiciliaria, si acaso algún día recibiera tal "castigo". No obstante, el magistrado Ariel Lijo -se sabe- no tiene ahora otro camino que llegar al fondo de la cuestión. También en la política y el ámbito judicial -como en la vida- interviene, de tanto en tanto, aquello del "punto de no retorno". Los norteamericanos suelen recurrir a otra sentencia: el cruce del Rubicón. Instancia desde la cual se torna imposible regresar.

Un amigo de El Ojo Digital nos compartía más sobre el empresario que se ubicara oportunamente frente a la filial local de Siemens y que supiera brillar con particular fulgor en la época menemista. Textual: "Investigar a Carlos Sergi [el periodismo no se ha preocupado por hacerlo en profundidad] es investigar los modos de actuar de la política. Este señor tenía que ver con licitaciones multimillonarias a precios exorbitantes, en telecomunicaciones y hasta radarización. La fórmula era sencilla: hacer lobby, para luego cobrar suculentos retornos". No estaba errado: a Sergi le fueron detectados un aproximado de US$ 15 millones en una cuenta foránea, y de una línea investigativa surge que ese dinero tiene origen en sobornos. Aún cuando quince millones de dólares tengan "sabor a poco".

Y vaya si el Caso Siemens es complejo y meduloso. Lo es porque involucra directamente a la diplomacia germana estacionada en la Argentina, la cual -valga la redundancia- supo ser muy poco diplomática a la hora de presionar para que Siemens obtuviera negocios en todas las áreas posibles. Lo propio sucedió en su momento con Mercedes Benz -fabricante de camiones-. Es aquí cuando se impone pulverizar a la inocencia a martillazos: los dignatarios de gobiernos extranjeros ya hace tiempo que dejaron de promocionar el viejo y "buen" discurso imperialista. Su trabajo, sencillamente, se encuentra dedicado tiempo completo a defender los intereses de las corporaciones de sus respectivos países. En efecto: se trata de aquellas que pagan sobornos billonarios a las dirigencias de republiquetas bananeras como la nuestra. Porque -se sabe- en nuestra Argentina, no es necesario disparar un solo tiro. Todo se arregla con la "marroquinería política" a la que suele hacer mención el estudioso Jorge Asís. Mientras en países como este, las grandes multinacionales cierran sus negocios con la coima y el retorno, en los teatros de operaciones comerciales del Primer Mundo compiten contra sus rivales en medio de furibundas guerras económicas. Y suelen recurrir a abundantes cuotas de espionaje industrial: los servicios de inteligencia extranjeros son requeridos idealmente para esta faena, al menos desde que la Guerra Fría se convirtió en una reliquia.

El bueno de don Sergi creyó siempre que había caído el telón sobre los problemas de Siemens con los sobornos. Especialmente luego de que la causa se paralizara por años en la Argentina, y después de que Siemens AG en Münich "arregló" sus explicaciones ante la justicia de los Estados Unidos de América (país en donde el proceso continuó y donde podría incluso extenderse). No en vano, el directivo argentino jamás se preocupó por escapar al extranjero. Cómodo y tranquilo, reposaba en su lujoso departamento en Le Parc, en el barrio porteño de Palermo. Grande habrá sido su sorpresa cuando fueron por él. ¿Acaso no era -como dijo en su momento otro alto gerente de la filial local de la compañía- que "nosotros ya arreglamos el tema donde teníamos que arreglarlo (EE.UU.)"? Pues bien; parece que no era tan así.

Aquí, Siemens no ha tenido empacho en presionar a ex presidentes para completar sus objetivos corporativos (gracias a los buenos oficios de su embajada local). En función de que Alemania siempre ha observado una participación fundamental en los mecanismos decisionales del Fondo Monetario Internacional, la amenaza -ni siquiera velada- a la que supo recurrir su diplomacia consistía en obliterar de un plumazo la situación crediticia de la República Argentina. Está bien claro: una nación quebrada difícilmente se encuentra en posibilidad óptima para negociar. Todo tiene que ver; nada queda fuera de la ecuación.

A nivel político, el escenario cobra mucho valor, desde el mismo instante en que el lector recorre estas líneas. Porque algunas fuentes "malpensadas" relacionan el súbito rapto de furia que el ex primer mandatario riojano, Carlos Saúl Menem, desplegó ante algunos medios nacionales con el resurgimiento del tema Siemens. Dicen algunos que el gobierno de la Sra. Cristina Elisabet Fernández Wilhelm negoció con el ex presidente impunidad en la causa Siemens a cambio de que aquel le garantizara su voto a la Casa Rosada en el Senado de la Nación. De tal forma que Menem -aunque se encuentre con suero y en silla de ruedas- deberá asistir a las sesiones para obsequiarle su voto positivo a los intereses del recalcitrante aparato político del kirchnerismo. Este es el dato de color que perturbará el hasta hoy plácido sueño del riojano y de la Señora Presidente durante las próximas semanas. Al menos, así lo aseguran las fuentes del caso. Porque -si acaso las cosas se encarrilan como corresponde- ese acuerdo debería caer por su propio peso. Menem todavía tiene una oportunidad: en medio de su calamitoso estado de salud, puede recurrir a la alternativa de decir NO. Puede optar por terminar sus días de otra manera.

El magistrado Lijo continuará con el caso. Y nuestro medio hará el seguimiento respectivo sobre su desempeño, un derecho atribuíble a cualquier ciudadano.

El Caso Siemens hace temblar a la comunidad política local, pero existen otros temas que no carecen de colorido. Vaya un ejemplo sencillo: la exhibición de falsos títulos de parte de renombrados cultores del "arte de lo posible". Y no nos referimos al escuálido y poco sabroso cargo de "falsificación de títulos y honores", sino al de peculado. Agravante que involucra prisión efectiva, de ocho años o más. Escenario a tratar en pocos días más por El Ojo Digital. Las malas lenguas de rigor dirán que la Presidente de la Nación, el Gobernador José Luis Gioja y el ex Canciller Rafael Bielsa deberían prestar especial atención. No vaya a ser que la oposición eche mano de datos que podrían hacer de sus candidaturas un infierno interminable.

Cuando menos, la Presidente Cristina Fernández Wilhelm ha comprendido que esta es precisamente una de las razones por las cuales está más cerca que nunca de declinar su objetivo reeleccionista. Se impone recordarle al lector que las negociaciones para conseguirle un elegante salvoconducto se encuentran -por desgracia- bien encaminadas. En cualquier caso, muchos continuamos preguntándonos si acaso corresponde permitirle gozar de ese descanso. Los principios, al menos, exigen alejarla de esa posibilidad.


Por Matías E. Ruiz, Editor
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Por Matías E. Ruiz, Editor