POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

Fallecido Néstor Kirchner, se desintegra la maquinaria de la extorsión y del apriete. Demasiadas dudas sobre las capacidades de la Presidente Cristina Fernández

Postales de un escenario complicado. La desaparición del último animal político de la Argentina.

27 de Octubre de 2010
Finalmente, se extinguió la vida de Néstor Carlos Kirchner. El momento presente bien puede servir como aleccionador para ese condenable hábito de los argentinos, acostumbrados a entronizar o martirizar a cualquier finado, elevándolo a la categoría de prócer. Sin importar que el que ya no está haya sido responsable de más de una calamidad. Imposible negarlo: Néstor Kirchner era una de las figuras públicas más denostadas de la Argentina. Su señora esposa, la Presidente de la Nación, perfectamente podría ocupar el segundo puesto en ese poco envidiable ranking. En nuestro suelo, la desaparición física de cualquier político suele transmigrar en un festival de hipocresía que se magnifica hasta el hartazgo. Y el caso del esposo de Cristina Fernández no ha sido la excepción. A lo largo de este miércoles 27 de octubre de 2010, se han reproducido infinidad de comentarios y condolencias de parte del amplio espectro político. Entre los más patéticos figuraron el piquetero Luis D Elía -quien programó un show de lágrimas en una entrevista radial concedida a la señal C5N- y Fernando Pino Solanas. Este último intentó, sin éxito, despegarse de su consabida alineación con el desaparecido jefe. De nada le sirvió recurrir al trillado "A pesar de las diferencias". En la madeja de las expresiones de pésame, surge también algún dato interesante. Allí está el caso del rosarino Agustín Rossi -acérrimo nestorista y anticristinista- quien ni siquiera evitó arrojar sombras sobre las posibilidades de la Señora de Kirchner de cara a la continuidad de su Administración. Es, precisamente, sobre este punto que comenzará a enfocarse la lupa de los analistas políticos durante las próximas semanas, una vez que se dé por finiquitado el show del velatorio. Porque los nestoristas se han quedado sin el hombre que les indicaba hasta los horarios en que podían ir al sanitario. Los receptores de los más elevados favores políticos y los beneficiarios de la asistencia económica "a dedo" se han quedado huérfanos. Este espantoso aquelarre de personajes deleznables ya se encuentra urdiendo las maneras más elegantes de "pegar el salto". A muchos -ya consolidados financieramente, gracias a Néstor- ni siquiera les preocupa mantener su influencia política: se darán por satisfechos si pudieran subirse al primer avión. Son dos las expresiones suburbanas que hoy imperan en una y otra vereda. En la porción geográfica virtualizada del agro, el empresariado y los partidos de oposición -particularmente el Peronismo Federal-, hay sobreabundancia de interlocutores que refieren que "Muerto el perro, se acabó la rabia". En el espectro kirchnerista, se recurre a otra conocida sentencia: "El Rey ha muerto; ¡Que viva el Rey!". Las formalidades relativas al acompañamiento del difunto y el espectáculo montado en la Casa de Gobierno quedarán relegados al espacio de la simple anécdota. Los protocolos, la bandera a media asta y las muestras de solidaridad de uno y otro lado solo le servirán a la Presidente Cristina Fernández de Kirchner para ensimismarse algunos días con Florkey y Máximo, mientras gana tiempo para rehacer su agenda. Alguna lágrima podrá derramar: está por verse si acaso aprendió algo del legado maquiavélico de su fallecido esposo. Quizás, lo más triste de este capítulo político tenga que ver con el hecho de que son los propios oficialistas quienes más descreen de las posibilidades de Cristina para comandar el largo año de gobierno que le queda por delante. Aún peor: las opiniones en ese espacio se presentan algo draconianas, por cuanto aseguran que la esposa de Néstor Kirchner está más cerca de abandonar la carrera que de continuarla. Que su cónyuge y socio era quien llevaba las cuentas, las "boletas" y todo lo verdaderamente importante en su cuadernillo, es el comentario obligado en esta hora negra para el poder. ¿Cómo podría Cristina Fernández bajar línea a partir de ahora con una mínima dosis de credibilidad, siendo que el deporte nacional de los argentinos era practicar inmediato zapping apenas la veían pavonearse por los medios en Cadena Nacional? ¿Cómo podría hacerlo sin Néstor? La Presidente se ha sacado un estruendoso cero en visión política y otras tantas bajísimas calificaciones en conducción y verticalismo. Mal podrían los ministros y otrora fieles allegados brindarle siquiera la información proveniente de las manecillas de un reloj. La verticalización administrada por Néstor Carlos Kirchner era lo que mantenía fusionados a todos los sectores del oficialismo, sin importar que muchos fueran de constitución ideológica o financieramente contrapuesta. Es cierto que el patagónico carecía inapelablemente de carisma y que abusaba de la política del garrote y el apriete. Se le criticará haber cohesionado a su propia tropa no a partir del amor y la admiración, sino de las mieles de la caja. Sin embargo, Néstor Kirchner seguro ha sido el único animal verdaderamente político de los últimos diez años. Su esposa -por desgracia para una Argentina que atraviesa su peor momento en décadas-, carece del criterio y la habilidad más elementales para evitar que el desmadre nacional termine de mutar en catástrofe. Ministros, jóvenes "K" y socios lo saben muy bien. Por Matías E. Ruiz, Editor. e-Mail: contacto@elojodigital.com. Twitter: http://twitter.com/matiaseruiz.
Por Matías E. Ruiz, Editor