POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

De corceles desbocados y caballos de Troya

El "Gran Titiritero" -Majul dixit- se aferra a su última esperanza. Esta se condice, ni más ni menos, con el objetivo de manipular siquiera a un par de candidatos, de entre los que la oposición exhibirá en el supermercado de las Presidenciales de 2011.

18 de Octubre de 2010
Porque -los hechos lo señalan con total crudeza- las cartas están echadas para él. Desde hace ya meses, El Ojo Digital ha venido anticipando los avatares del mercado de pases y las nuevas tomas de posición que se suceden dentro de un oficialismo herido de muerte. De aquí a poco, solo faltará conocer la identidad de aquel que, alzando su copa, dispare la inevitable frase: "El Rey ha muerto, ¡Que viva el Rey!". En más de un sentido, cualquier intento por comparar la situación de Néstor Carlos Kirchner con la de aquel César traicionado por Brutus, se queda inapelablemente corto. Porque, en este cuadro, los amigos del poder en retirada comienzan ya a configurar una suerte de ruidosa estampida. Evento en el que muchos perderán la vida, pisoteados por aquellos que buscan la vía de escape más cercana y conveniente. "El que avisa, no traiciona", rezaba la conocida expresión. Pero sucede que hoy, en esta hora carente de los códigos más elementales, el aviso termina siendo algo más que un lujo. La política, entendida como "el arte de lo posible" ha sido reinterpretada: ahora se trata de traicionar a diez, arrojar a veinte por la ventana y matar a otros tantos en el proceso. En virtud de la soledad que comienza a aquejar a Néstor Carlos, no es de extrañar que el hombre haya modificado ligeramente los discursos, intentando pasarle a otros la posta de la "esperanza". La recalcitrante vehemencia del lenguaje oficial ya no recurre a los aires triunfalistas. Primero, se desparramaba convencimiento sobre las posibilidades de vencer en la primera vuelta de las Presidenciales. Luego, se dio inicio a la expectativa de "arañar" en la segunda. Ahora mismo -mientras el lector repasa estas líneas-, hasta los kirchneristas más confiados entienden que no hay victoria posible. Cristina insistirá con su candidatura, pero a título meramente formal. Para cubrir las apariencias. Salta hoy a la vista que el entredicho entre él y ella -pobremente manufacturado- solo perseguía la meta de dividir al electorado para presentarse ambos como la única alternativa potable y posible. Tal vez, anticipando puertas adentro que no tenían a quíen candidatear como "propio". ¿Cuál es el verdadero motivo para explicar el abundante desprecio ciudadano contra el matrimonio, y que seguramente se traducirá en aplastante derrota en 2011? Para hallar la respuesta, no es necesario recurrir a explicaciones surgidas del entreverado análisis político ni el espinoso rubro de la psicología profunda. La razón primaria para el ocaso kirchnerista reposa sencillamente en su inacabable retórica del conflicto y el abuso del eslogan de "Ellos contra Nosotros". Imaginemos por un momento que el tándem patagónico se hubiese ocupado oportunamente de "bajar línea" a sus comunicadores para que reduzcan decibeles y limiten la verborragia confrontativa. Si sus ministros y hombres de primera línea hubieran cambiado los ataques por un silencio entremezclado con ínfimas dosis de llamado a la cordialidad y pedidos de apoyo para la causa, otra hubiera sido la historia. Pero hete aquí que los caciques se vieron entusiasmados y hasta contaminados por el manual de procedimientos preparado por sus comunicadores de la izquierda ideologizada. Funcionó durante los primeros años; es cierto. Con ímpetu goebbeliano, los Kirchner difundieron sus ideas apelando a sentimientos y emociones negativas, que se presentan como más contagiosas que las positivas (según supo expresarlo el mismísimo Adolf Hitler). Pero la "promoción de ventas" no está pensada para ser extendida indefinidamente. Regla fundamental del marketing político-comercial que la monarquía de El Calafate jamás supo asimilar. Una vez agotado aquello que podían mostrar -muy poco, por cierto-, comienza a conocerse la verdad subyacente y todos ven el blancuzco refulgir de la cáscara vacía. El periodismo tradicional, sacudido en su modorra de siete años, se atreve hoy a contabilizar a toda máquina las promesas de obras que jamás se concretaron. O los megaproyectos que jamás salieron de las mesas de diseño. Toda una ingeniería que ni siquiera cae por su propio peso, porque es tan liviana como una pluma. O será, como dicen en el barrio, "cartón pintado". Sobrevienen entonces el miedo y la paranoia, los peores consejeros. Se decide Néstor Carlos Kirchner a operar en perjuicio de los candidatos opositores y no tanto. Para endulzarlos con su canto de embravecida sirena. Se apersona frente al Vice Julio Cobos y le confiesa que es su candidato preferido de los de la vereda de enfrente. Porque sabe que el mendocino no duraría lo que un suspiro en la Casa Rosada y el sureño podría, algún día, volver cual hijo pródigo. Por otra parte, don Hugo Moyano podría servir -el día de mañana- como la herramienta ideal para voltear a cualquiera. Suena entonces a naiveté decir que, por obra y gracia de los milagros y el Espíritu Santo, "Cleto" llegó a una situación de desempate en ocasión del trillado debate por el 82% móvil en el Senado. Néstor es un gran conocedor de las reglas de la "Mancha Venenosa": sabe que el mejor método para encumbrar a un candidato es atacarlo verbalmente por todos los flancos. De la noche a la mañana, Julio Cobos vuelve a ser el traidor de moda. La maniobra, más que sugerente, resulta jugosamente obvia. Kirchner también guarda otro as en la manga. Sabe cuál es la mejor manera de enlodar a un rival. En las condiciones actuales, lo mejor que puede hacer para destruír a alguien es elogiarlo. El día de mañana podría decir: "Tenemos muchas coincidencias con Alfonsín". En cuestión de minutos, la intención de voto del "Hijo del Estadista" habrá ido a parar más abajo que el subterráneo. Y si acaso Usted quisiera conocer la identidad de el o los candidatos que por nada del mundo el matrimonio presidencial querría ver ganadores, solo estudie los apellidos que jamás salen de la boca del Jefe. O, en su defecto, de aquellos nombres que más se cuida de citar. Néstor Carlos Kirchner es el hombre que posee el toque del Rey Midas, pero exactamente al revés. Lo sabe. Y lo aprovecha para propio beneficio. Representando la verdadera encarnación del Thanatos, en su voluntad solo cabe destruír cuando el escenario no se le presenta idóneo. Es la metodología o modus operandi del psicópata. De otro modo, no se explica como su señora esposa -la Presidente- se apresura en vetar el incremento de pensiones, en lugar de reflexionar sobre el tema un par de días. En extraña coincidencia temporal, las hordas del desbocado Camionero Moyano saturan el Estadio de River Plate, mientras que los guerrilleros urbanos de la Aníbal Verón -de probada responsabilidad en la voladura de cajeros automáticos ayer y hoy- se dedican a cortar los accesos a la Capital Federal. La especulación de propios y ajenos llega a término: el socio político de Cristina Fernández Wilhelm buscará incendiarlo todo para escapar entre las llamas. Sin embargo, su último esfuerzo ahora apunta a anotarse un par de candidatos opositores para intentar consolidar impunidad. Kirchner confía en Daniel Scioli. Es él mismo quien lo manda a flirtear con el Peronismo Federal y quien extiende la correa para que le ladre amistosamente a los de la cuadra vecina. El ex motonauta -de quien las malas lenguas reportan que gustaba "aleccionar" físicamente a Karina Rabollini- es el caballo de Troya del santacruceño. Por cierto, el Gobernador de Buenos Aires chilla porque su presupuesto es limitado y porque, en el cénit de su inoperancia, ha quebrado a la provincia. Pero, a la vez, las cifras que invierte en comprar opiniones y prensa favorable destacan por lo alevoso. Salta a la vista, con tanta columna dominical postulándolo como candidato a la primera magistratura. Y desde Balcarce 50 siguen bien de cerca la cuestión. Asistimos, pues, al reverdecer aparente de postulantes timoratos, carentes de gestión y -por sobre todo- mudos. En opinión de algunos, estos parecen ser los hombres mejor posicionados para conducir las riendas del país durante los próximos cuatro años. Cobos, Scioli y Alfonsín se condicen bien con estas características. Algún malintencionado dirá que los políticos hoy prefieren no abrir la boca porque es la única manera en que podrían evitar el balbuceo de incoherencias. Así, pues, mejor quedarse callado. Total, se crece en intención de voto. Parece ser que el argentino promedio aborrece a los charlatanes y lenguaraces. Aún cuando otros se apresuren en contestar que "Dios odia a los cobardes". Tal vez, alguna de las acepciones del párrafo anterior sean ciertas. Hace pocos días, los medios se notificaron respecto de la iniciativa de algunos caudillejos para crear lo que han dado en llamar "policías comunales". Sana idea que -se refiere- ha surgido como respuesta a la demanda ciudadana por mayor seguridad. El problema es que esos agentes de policía municipales -si algún día ven la luz- terminen convirtiéndose el día de mañana en guardianes del tráfico de droga en el que está comprometido más de un alcalde del conurbano, nuestro Far West bien argentino. Por Matías E. Ruiz, Editor. e-Mail: contacto@elojodigital.com. Twitter: http://twitter.com/matiaseruiz
Por Matías E. Ruiz, Editor