POLITICA: POR EL DR. LUCIO CATANO (H), PARA EL OJO DIGITAL POLITICA

Los argentinos y la pérdida de la brújula

Compatriotas y Amigos; cualquiera de nosotros puede comenzar una nota, desde el margen izquierdo, desde el derecho, de arriba para abajo o viceversa. Incluso con independencia de los contenidos del mensaje. A medida que nos adentramos en criticar y proponer, solemos naufragar en una mar de espacios comunes.

21 de Julio de 2010
Quizás los más frustrados, somos los que recurrimos a estos mecanismos virtuales, para procurar que nuestros semejantes capten nuestras arengas y, en un plano menor, nuestras conjeturas. Muchos naufragamos en el intento, pues somos portadores de cierta posición tan ecléctica como de cierta independencia partidaria. Están aquellos que condenan el liberalismo, otros el nacionalismo y quienes no adhieren a nada en específico, porque están hartos de las mutaciones ideológicas, que sobrevienen inexorablemente. Hay otros que tenemos la peregrina idea de clarificar las mentes de nuestros congeneres, desde otro ángulo, tal vez menos apasionado, menos apodíctico y más desparcializado. Resumiendo: una masa poco uniforme de gente, navega por estas aguas de la Internet, tratando de volcar su mensaje, que se contrapone con otros tantos lectores como redactores. Este procedimiento, un tanto galimático, nos ha depositado en lo profundo de este sedimento literario, que por lo visto, poco o nada ha coadyuvado para cohonestranos dentro de una identidad definida y que nos coloque en la misma trinchera de combate. Debo de reconocer que, articular todo lo reseñado en un mismo frente de batalla, a estas alturas es casi imposible. Su motivo, obedece a distintas circunstancias, de formación profesional en nuestra un tanto lejana juventud. Nuestras vivencias familiares o los círculos que hemos frecuentado cuando jóvenes. Habrá otros cientos de razones, que mi desconocimiento en materia sociológica me impide decodificar más adecuadamente. Pero, a pesar de este aquelarre dialéctico en el que a diario nos manejamos, creo poder aportar un punto común a todos estos interrogantes. El mismo se remonta a nuestros antepasados más remotos. A los albores de nuestra historia más lejana. Es, creo conocido por todos, que nuestra gesta independentista, tomada como fecha cénit fue el 25 de mayo de 1810. Los libros de texto escolares han confirmado ese holograma en todas las épocas. Y nosotros, cuando éramos alumnos, memorizamos esta versión, distorsionada de la verdad, a pies juntillas. En lo que se conoce como la Gran Fiesta Patria en los umbrales del Cabildo, dicen que en aquella lluviosa mañana de Mayo, nació nuestra Independencia. Cuando, en verdad, lo único que los cabildantes hicieron, fue destituir al Virrey Cisneros -delegado de José Bonaparte- y jurar la total lealtad de las colonias rioplatenses a Fernando VII. Si, como vemos, el supuesto primer grito libertario, consistió en una genuflexión hacia una monarca con grilletes, debemos detenernos para poder así interpretar más serenemanete, Que la Calenda Argentina comienza en esa fecha a delinear nuesto apego a los mitos. Que se reiteraría continuadamente hasta arribar al tiempo presente. La historia de los pueblos, sobre todo de quienes nos hemos nucleado al sur del Rio Grande, es más o menos similar. En la América del Sur, como ya lo expresé en anteriores entregas, las grandes batallas se dirimieron entre criollos, conviertiéndolas en una gran guerra civil, en las que cayeron hijos de este suelo americano en ambos lados de la contienda. Hasta la mayoría de los Generales Realistas eran de nuestra misma condición, como entre muchísimos otros, Pío Tristán, el némesis de Manuel Belgrano en el norte. En los Estados Unidos, los colonos y sus hijos se unieron en un objetivo común, que era la total independencia de la corona británica. No hubieron internas como las que tuvimos entre nosotros. Por ello se esmeraron en extender sus fronteras sin guerras intestinas como las que aquí tuvimos desde Rosas y antes que él. Ningún lider de Norteamérica tuvo en su mente la concepción liberatoria de San Martín. Estados Unidos no liberó a ningún vecino. Hizo todo lo contrario. Tomó para sí Nuevo Méjico, Arizona, Texas, Florida y California. No se unió a los mejicanos para independizarlos de España. Adquirió a un Bonaparte requirente de fondos, para su guerra contra Inglaterra la Louisiana y al Zar de Rusia, la lejana Alaska. Como podrán observar, hemos venerado con un sesgo apodíctico a un San Martín, que junto a Bolívar, cumplimieron el mandato conferido por el Foreign Office de la Corte de Saint James, para que ni la Argentina ni la Gran Colombia tuvieran un predominio biocéanico. Hemos sido devotos de supuestos héroes, que no fueron tales. Esas falsas consignas son las que debemos tomar en cuenta, a la hora de diagnosticar nuestra ausencia de identidad. Desdeñamos, por esa empatía, con lo cínicamente denominado nacional y popular, la obra de gobierno llevada a cabo por los primeros gestores de nuestra grandeza, encasillados en lo que conocemos como el Orden Conservador iniciado por Roca y culminado por Roque Saenz Peña. Nos ilustramos por las patrañas de la mal denominada década infame del decenio de los treinta, cuando La Argentina trepaba por el séptimo puesto de la economía mundial. Y, de la mano de Yrigoyen tibiamente y con Perón denodadamente después, pugnamos por ingresar en La Tercera Posición y luego en Los No Alineados. Por la ausencia de una continuidad de dirigencia y una profusa participación del anarquismo inmigratorio, comenzamos a acariciar los populismos radical y peronista, como una forma de expresión nacional. Llevamos en ese sinuoso derrotero más de seis décadas. Por ello, no es extraño que nos encontremos en este pantano. Ni los militares, con sus muchas limitaciones de concepto, fueron eficaces en borrar esa identidad anómala que supimos conseguir. Optaron por la exterminación armada subversiva, pero en paralelo, coquetearon con las masas a través de un Mayorista de Votos: Juan Perón. Aramburu y Onganía primero, luego Lanusse y posteriormente Masera, con el efecto residual del aparato. Esta miopía de civiles y uniformados, fueron a sabiendas los artifices de quienes pulieron y estigmatizaron nuestras miserias republicanas: Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde y estos actuales "Kretinos". La opulencia sindical de Moyano y sus gordos no es casual. Estas reavivaciones del "Cabezón" y la disidencia justicialista, tampoco. Menos los son estos neoperonistas como Macri y De Narváez. Los radicales son, dentro de este siniestro mosaico, los más lábiles y quizás con menos identificación aún que todos los precitados. Esta conjugación de verbos y nombres nos acredita que nos falta la brújula. Por el Dr. Lucio Catano (h), Abogado, para El Ojo Digital Política.
Por el Dr. Lucio Catano (h), Abogado, para El Ojo Digital Política