POLITICA: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

Periodistas bajo el ataque de un hábil esquema de contraespionaje, montado por el kirchnerismo. Manual oficialista para destruir a los medios. El "suicidio" del sistema

La publicación en línea en el canal YouTube de un video que compromete al columnista de La Nación Carlos Pagni se circunscribe a la estrategia de Néstor Kirchner de "suicidar" al sistema, habida cuenta de que se sabe fuera del poder en 2011 y -con seguridad- de paseo por los tribunales. Los próximos objetivos del Gobierno.

21 de Julio de 2010
Tanto la opinión pública como el conglomerado de periodistas y analistas políticos de la Argentina cometieron un imperdonable error de juicio apenas conocidos los resultados -catastróficos para el oficialismo- de los comicios del 28 de junio de 2009. Los top players de los medios incentivaron a la ciudadanía para que respirara tranquila y se preparara para asistir a la inevitable debacle del matrimonio presidencial y la caída en desgracia de sus recalcitrantes laderos en el poder. Sin embargo, sucedió exactamente lo opuesto: Néstor Kirchner y Cristina Fernández montaron un escenario de aparente victoria en medio de las ruinas. Lo hicieron a partir del despojo de los derechos de televisación del fútbol -antes en manos de grupos privados- y, más recientemente, con la aprobación de la nueva Ley de Medios oficialista. En pro de anotarse tales logros, echaron mano de las más deleznables tácticas de compra de legisladores, con el apriete y la amenaza como herramientas indispensables. Desde luego, aquellos que dedicamos un tiempo respetable a analizar el libro de las estrategias del kirchnerismo, supusimos que el periodismo sería, inevitablemente, el objetivo final de un gobierno que se sabe judicialmente comprometido de cara al futuro, y que conduce un país cuyo espectro social le dedica cifras históricas de desaprobación. Los columnistas dominicales reportarían luego que Néstor Kirchner iría por todo, pero jamás alcanzaron a diagnosticar el cuadro completo, que terminaría por abarcarlos a ellos. Con el advenimiento del atropello oficialista contra el Grupo Clarín, el dibujo que había comenzado a esbozar Kirchner terminó de cobrar forma. La imagen pública del multimedio de Herrera de Noble, Magnetto y Rendo ha ido hoy a parar al basurero; imposible negarlo. Cada engranaje del grupo empresario parece haber acusado recibo del cachetazo remitido a domicilio desde Balcarce 50, a tal punto que la edición online de Clarín acumula desde desagradable errores de programación hasta increíbles faltas de gramática y ortografía en sus artículos periodísticos. De más está decir que el diario La Nación no podía salir indemne de la andanada. En este sentido, Kirchner y sus oscuros acólitos pergeñaron otra maniobra espeluznantemente acertada, disparando munición gruesa contra Carlos Pagni, columnista estrella del matutino que -desde 2003- venía golpeando con crudeza sobre los flancos débiles de la Administración. La maniobra vio confirmada su ejecución apenas conocido un video, publicado en el canal YouTube y luego descaradamente promocionado desde Canal Siete, en el que falsos empresarios contratan -aparentemente- los servicios periodísticos de Pagni para publicar información de YPF y Grupo Petersen, con el fin de develar maniobras oscuras del kirchnerismo en materia de negocios "corporativos". El video en cuestión fue grabado en la Confitería Rond Point, situada a metros del canal de Figueroa Alcorta, y exhibe una delicada edición de imágenes captadas por cámaras ocultas. Un trabajo elegantemente confeccionado, y cuyos autores no pueden ser otros que operativos de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE). El producto terminado de los contactos entre falsos empresarios, el propio Carlos Pagni y su albacea, habrían sido un número especificado de columnas publicadas por el periodista en La Nación. Pagni ya había sido objetivo de los agentes de inteligencia, que en su oportunidad hackearon su casilla de correo electrónico y que utilizaron información presente en su espacio privado para presentarlo ante medios underground como un trabajador de los medios de devaluada ética. El problema es que ahora, Pagni se convirtió en un problema de proporciones para Kirchner, a partir de una interesante serie de compendios que reflejan actividades non sanctas de la Casa Rosada en un sinnúmero de rubros. De la noche a la mañana, se volvió necesario destruirlo. Mientras las repercusiones recién comienzan a desparramarse por el espectro mediático, el Grupo Clarín hace silencio sobre la cuestión, sin siquiera reflejarlo en los titulares de su diario. En concreto, Néstor Carlos Kirchner parece estar logrando su cometido: a partir de este momento, y de manera inevitable, los fieles lectores de Carlos Pagni ya no lo leerán igual que antes. La duda ha quedado sembrada, se compruebe o no el contenido del video apócrifo. Pero la operación bien podría catalogarse de hábil montaje de contraespionaje, por cuanto mucho de lo que ha publicado el columnista de La Nación se ha corroborado como certero. En tal caso, quien quisiera sacar partida de la situación, solo necesita desviar la atención de los contenidos y centrarla en las características personales y privadas de quien publica. Al igual que sucediera con Juan Carlos Blumberg, la decisión fue atacar a la persona y desviar la atención pública del tema. En la literatura, esto se conoce como falacia: es una argumentación ad hominem o "contra la persona". Blumberg debió pagar un elevado precio por hacerse llamar Ingeniero cuando no lo era, muy a pesar de que su reclamo por la seguridad era legítimo. Sin embargo, su figura pública fue destruída sin piedad, y con ello, su núcleo duro de seguidores lo abandonó a su suerte. El caso de Carlos Pagni refiere a idéntico modus operandi. Pensamientos en voz alta de Néstor Kirchner: Si busco defectos en la personalidad del enemigo, todo lo que él diga o publique será, inmediatamente, dejado de lado. Objetivo cumplido. El error de los críticos de la presente Administración ha sido, desde el inicio, presuponer que se podía derribar la credibilidad del Gobierno a través del uso de sistemas tradicionales. Pero el ex presidente jamás ha sido demasiado tradicionalista y los hechos los han demostrado: desde el día uno, se ha aferrado a la propaganda política como ningún otro mandatario, y sus enemigos -ya sean opositores o medios de prensa- son preseleccionados con presteza y liquidados de un solo golpe y con el rigor de una aceitada planificación. Solo la operación contra Francisco De Narváez resultó fallida, pero fue por una cuestión de timing y de probada soberbia: el matrimonio presidencial no consideró jamás como un competidor serio al ex titular de Casa Tía. Montado en las encuestas, Kirchner dejó de lado su librito y "liberó de acción" a su rival. Ya más cerca de los comicios, los números se invirtieron y el artificioso involucramiento que la maquinaria judicial-estatal hizo de De Narváez en el affaire de la efedrina cayó por su propio peso. Surtió el efecto contrario, debido a la cercanía con la elección. La sociedad tomó nota del tema como un intento desesperado del oficialismo para sacar ventaja en los sufragios. La operación contra De Narváez hubiera tenido éxito con un bombardeo preventivo en los medios, pero ejecutado en forma constante desde muchos meses antes del 28 de junio. Una vez destruída la credibilidad de Clarín, el objetivo de contaminación debía ser el diario La Nación, casi por default. Lecciones básicas para destruir a un medio opositor: a) en primera instancia, atacar a la empresa corporativamente, recopilando y publicitando detalles acerca de operaciones financieras sospechosas (ejemplo: irregularidades en materia societaria); b) segunda etapa: destruir la credibilidad de los columnistas más populares, comenzando por aquellos que -encontrándose mejor informados, publican detalles de corrupción o negocios estatales-. ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de un columnista dominical de un medio reputado? Por lo general, los textos del columnista estrella suelen ser referencia obligada no solo de lectores regulares, sino de toda la dirigencia política local, prensa nacional y foránea, y gobiernos extranjeros. El columnista de rigor es una suerte de vidriera para el medio: lo populariza y le agrega valor, lo que suele ser mensurable incluso en términos publicitarios y hasta mercadológicos. La primera, más importante -y tal vez única- desventaja del dominical reside en los defectos de personalidad que pueda conllevar. En el caso de los periodistas, la última gama de recursos negativos que suele explotarse tiene que ver con infidelidades conyugales, desviaciones sexuales o problemáticas relacionadas con adicciones. Estos factores son delicados, dado que su aprovechamiento, al pertenecer al ámbito de lo privado, también debe resolverse en privado: es un terreno pantanoso que coincide con la extorsión lisa y llana. Sin embargo, el más efectivo de los recursos de que se dispone a la hora de quitar de la ecuación a un periodista tiene que ver con sus propios defectos (información que se obtiene a partir de la confección de estudios ambientales). En el caso de Carlos Pagni, la Justicia debería investigar si, como pretende exhibir el material de la S.I., efectivamente existió un pedido de dinero como contraprestación en forma de columnas críticas del Gobierno Nacional y sus funcionarios o amigos. El periodismo ávido de sobornos (cash o en forma de pauta publicitaria oficial) es el grupo al que un gobierno comprometido puede acceder con mayor facilidad y que garantiza lealtad, mientras los cheques sigan girando (el periodista Christian Sanz, de Tribuna de Periodistas, ha publicado un puñado de interesantísimas columnas a este respecto). Por otra parte, los trabajadores de la prensa tradicional que no exhiban mayor disfuncionalidad solo pueden ser cooptados mediante un trabajo de exploración previa; tal acción es de extremo riesgo para un gobierno pues el objetivo podría amenazar con publicitar el intento de compra. En resumidas cuentas: la fortaleza de un medio a veces suele medirse por sus columnistas, que constituyen una suerte de columna vertebral del diario. Destruído el columnista estrella, la credibilidad de su espacio acusa el impacto. Quedarán para la anécdota las recomendaciones que entendidos en el tema harían a Pagni y otros, de cara a los "errores" cometidos, entre ellos: 1) jamás programar reuniones en confiterías o bares donde se observe una nutrida concurrencia; 2) ante un diálogo delicado, utilizar códigos para no referirse directamente a términos o conceptos que puedan resultar comprometedores; 3) si el interlocutor no es de extrema confianza, programar reuniones sucesivas en distintos horarios, días de la semana cambiantes y diferentes sitios; 4) estudiar con cuidado el lenguaje del interlocutor (en el video de YouTube, el pagador se exhibe visiblemente nervioso, utiliza frases recurrentes -Antes de que me olvide... para el instante antes de extender el sobre- y echa mano de un diálogo muy poco elegante o con gruesos errores de expresión, típicos de un activo nervioso; 5) siempre mirar fijo a los ojos al interlocutor -pequeño detalle que puede ayudar a la hora de desenmascarar la mentira en una propuesta: quien miente, rara vez mira a los ojos directamente, más bien esquiva la mirada, especialmente en instancias centrales de la oferta-; 6) si todavía quedan dudas, rechazar la propuesta en forma educada pero firme. La cuestión de los sitios elegidos es fundamental: en pos de comer o cenar bien en los "lugares favoritos", periodistas y políticos suelen cometer el error infantil de repetir los escenarios. En la Argentina, ya sea que se trate de la Capital Federal, Resistencia, La Plata, Rosario o Mar del Plata, políticos, empresarios y trabajadores de prensa reiteran los sitios de encuentro. La Secretaría, también. En vista de los hechos contabilizados, algunos dirán que el periodismo es demasiado importante para ser llevado a cabo por periodistas, acuñando aquella frase similar que solo modifica el sustantivo "periodistas" para suplantarlo por el de "políticos". Dicho de otro modo, en la práctica profesional de la presentación de noticias, la única fórmula para el éxito o la tranquilidad reside en una consciencia límpida y sin oscilaciones recurrentes de cara a la más elemental de las éticas. Desde luego, el ex presidente Néstor Kirchner se preocupa en confirmar que -lejos de bajar la guardia- va por todo. El se ha tomado a rigor personal la cuestión de las visiones agudamente críticas que presentan prensa y opositores en detrimento de su persona, la de su señora esposa y sus iniciativas al frente del Gobierno Nacional. Es dable suponer que su batalla contra el periodismo no cejará. Aún persiste un listado interesante de columnistas dominicales o equivalentes que no han acusado el impacto de la furia oficial. Joaquín Morales Solá, Eduardo van der Kooy, el Dr. Nelson Castro, Julio Blanck y otros podrían figurar -súbitamente- en la lista de objetivos a destruir desde el oficialismo. Es hora de mantener la cautela ante cualquier approach que pudiere resultar extraño. El ex presidente y sus cercanos hace tiempo tienen confeccionadas listas negras de periodistas críticos, y llevan un perfecto registro de los que cobran semanal y mensualmente. El material que abarca a los críticos se guardaba bajo siete llaves en "La Casa" de 25 de Mayo 1 -o Esquina 25, para los amigos-, a los efectos de consulta. Muy probablemente, ciertos laderos de Kirchner le hayan recomendado pasar definitivamente a la acción. El esposo de Cristina Fernández, mientras tanto, estira los tiempos de permanencia -aún en tiempos de derrapada imagen pública- pues es consciente de que un paseíllo por los tribunales lo espera al final del camino. En el interín, Kirchner amenaza -y ya no tanto- con suicidar al sistema. Estrellarlo definitivamente para que la sociedad comprenda que los impolutos no se encuentran ni en los fríos pasillos de los conventos jesuitas, ni en el círculo del periodismo tradicional que tanto defiende valores como democracia, libertad de prensa y libre expresión. Mientras una resignada y deshilachada oposición se deshace en denuncias contra los soldaditos de plomo del oficialismo y su inacabable fiesta de corruptela, Néstor Carlos Kirchner contraataca y salpica sangre contra el otrora Cuarto Poder, hoy visiblemente en estado de knock out. Los argentinos asisten al espectáculo del Choque de la Calesita -parafraseando a Asís-, pero ya no en condición de observadores omniscientes, sino en el rol de quien se sabe, de alguna manera, responsable. Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política. E-mail: elojodigital.com -arroba- gmail.com.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política