INTERNACIONALES: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

Unasur: Alvaro Uribe barrió con las críticas y salió fortalecido. Alan García enmudeció a Chávez. La Presidente Cristina Kirchner, nuevamente sin nada para aportar. La áspera cuestión de la Amazonia y la disimulada variante paraguaya

Pobres resultados arrojó la cumbre extraordinaria de Unasur. El único beneficiado resultó ser el presidente colombiano Alvaro Uribe quien, en los papeles, debía irse de Bariloche vilipendiado debido al convenio militar de Bogotá con Washington.

21 de Julio de 2010
Solo dos conclusiones pueden extraerse luego de la celebración de la cumbre extraordinaria de Unasur en la semiderruída localidad rionegrina de Bariloche, durante el fin de semana. La primera de ellas -tal como lo percibe la opinión pública-: el encuentro solo sirvió para que los ilustres visitantes aprovechen un par de días para eludir sus responsabilidades ejecutivas y tomarse un descanso. El motivo está a la vista. La reunión de presidentes no arrojó nada en concreto. Nada que sirva más que para justificar los inútiles gastos de protocolo de rigor. En segundo término -y pocos podrán discutirlo-, el presidente colombiano Alvaro Uribe surgió como el gran triunfador de las jornadas. Llegó a Bariloche esperando ser destrozado sin piedad por el alicaído frente ideológico conformado por Cristina Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, a partir de los convenios de asistencia militar recíproca que Bogotá firmó con los Estados Unidos de América. Uribe llegó bien pertrechado, con un puñado de ases en la manga, listo para descubrir las complicidades más deleznables del bolivariano Hugo Chávez Frías y su socio ecuatoriano Rafael Correa con la genocida guerrilla colombiana. Pero, en vista de que la arremetida contra su persona no cobró tanta relevancia ni sumó demasiados decibeles, decidió guardar esos ases para una ocasión que lo ameritara mejor. Porque sucede que Chávez no es cualquier hijo de vecino o, a falta de un mejor eufemismo, no es un imbécil: el venezolano se evitó exasperar a Uribe pues sabía que la cumbre no era el mejor lugar para que su eterno rival saque a la luz los trapos sobre las estrechas relaciones de Miraflores con el narcotráfico y la narcoguerrilla. Hugo Chávez hubiera quedado como un rey desnudo o como una pechuga de pollo sin piel si el colombiano optaba por sacar a la luz lo mejor de los dossiers de inteligencia que viene acopiando de parte de las dependencias encargadas de imagery en la CIA y la NSA americanas. Para colmo, el discursivamente hábil peruano Alan García jugó como aliado de Bogotá, cuando puso a Hugo Chávez en ridículo. El presidente del Perú inquirió al líder caraqueño sobre la conveniencia de temer que los americanos se estén por quedar con todo el petróleo sudamericano, habida cuenta de que Caracas se lo vende a Washington a precio preferencial. Es muy probable que algún turista de visita por el gran país del norte se haya detenido alguna vez a llenar el tanque de combustible de su vehículo en una estación de la marca Citgo. Ese turista tal vez ignore que la empresa pertenece a PDVSA, la petrolera estatal venezolana. América del Sur se encuentra lógicamente en problemas, pero no ya por la inoperancia calificada de sus líderes. En su ignorancia supina, los presidentes de papel de la región que toman el té de las cinco con Chávez creen que el expendio irrefrenable de hipocresía es su carta ganadora. En este escenario, la Presidente de la Argentina, Cristina Kirchner, se lleva la peor parte. Hecho comprobable y refrendado por un 90% de la opinión pública de su propio país, que se despierta todas las mañanas con el agudo dolor de cabeza que producen sus vacuos, superfluos e insultantes discursos. Mas ella ni siquiera se da por aludida, pues sigue viviendo en su nube de fantasía en donde todo es alegría y donde su popularidad escala cada día más. Uribe sigue al pie de la letra el librillo de las estratagemas chinas: las guerras se ganan mucho antes de pelearlas, en la mente del enemigo. Llegó preparado para pelear, para luego no tener que hacerlo. Los operadores chavistas tomaron nota de que venía "bien cargado" y lo dejaron pasar. No hubo declaración general de Unasur en contra de la llegada de uniformados americanos a territorio colombiano. Solo expresiones vacías que terminaron por restarle importancia al problema. Seguramente, Alvaro Uribe se despidió de Bariloche con una dosis no menor de sabor amargo o de gusto a poco. Ni siquiera él creía que los líderes del Eje Argentina-Venezuela-Ecuador-Bolivia (que tanto lo acosan mediáticamente) pudieran ser tan cerebralmente limitados. Los presidentes de los países mencionados terminaron enredados en su propia estupidez y una carencia absoluta de criterio. El estadista colombiano también se vio beneficiado por el callejón sin salida que atrapó al brasileño Lula da Silva. Su país -aunque la prensa ideologizada de la región no lo comprende- es el verdadero perjudicado por la llegada de fuerzas estadounidenses al Sur. Pero Lula tampoco podía arriesgar su capital político -que tanto le costó cosechar-, subiéndose al tren del reclamo de un puñado de esperpentos. Itamaraty rige las relaciones internacionales de un país serio y con verdadera visión estratégica, y en modo alguno puede permitir a su líder sacarse la foto junto a Cristina, Hugo, Evo y Rafael, esos reflejos tan fieles de la mediocridad sudaca. La espada de Damocles que pende sobre los brasileños es elemental en su comprensión: en poco tiempo más, tendrá una sucursal del Pentágono bien montada y pertrechada a las puertas de su frontera selvática con Colombia. Léase, en las puertas de la Amazonia. En el ríspido concierto del lobby presidencial mundial que respalda intereses económicos, Lula no es la excepción. Da Silva -como líder del Brasil- representa a poderosos industriales y terratenientes brasileños que necesitan seguir depredando el Amazonas con impunidad para así asegurar su subsistencia económica. No vaya a ser que los yankees, algún día, terminen promocionando una resolución en las Naciones Unidas para que las grandes potencias consigan el poder de "confiscar" el único pulmón que le queda al planeta y que los brasileños están destruyendo con encendido esmero. Este será el gran debate entre fines del siglo XXI y comienzos del XXII: ¿tienen las naciones de la Tierra la postestad y soberanía para depredar sus recursos naturales sin que nadie les impida hacerlo? ¿En qué posición quedará la Patagonia argentina, considerando que la variable de la explosión demográfica mundial ya no constituye amenaza, pero que igualmente oculta inexpugnables recursos energéticos todavía sin explotar? Desde la llegada de Lula, Brasilia ha venido elucubrando una refinada estrategia de largo plazo que persigue el nada humilde pero alcanzable objetivo de convertir a Brasil en una potencia mundial para dentro los próximos 50 años. Las expectativas económicas y de producción industrial van correctamente encaminadas. Lo propio puede decirse del aspecto energético. Pero estos planes tienen un grosero talón de Aquiles: la carta militar. El Brasil tiene aún graves problemas para consolidar su tecnología misilística, con lo cual sus proyectos satelitales se ven coartados. Su fuerza aérea es vetusta en lo material y aún no existen acuerdos concretos con países productores para destrabar nuevas adquisiciones. Por otro lado, las evidentes debilidades paolistas en el terreno de la inteligencia y la contrainteligencia se observan en la abierta incapacidad de evitar actos de sabotaje en la norteña base de Alcántara, en donde ya han tenido lugar eventos demasiado sospechosos. Lo que es más, el plan para el desarrollo de submarinos nucleares llevará -al menos- un par de décadas más de lo que se ha previsto inicialmente. Si la carrera es contra Washington, el tiempo claramente no juega a favor. En la vereda de enfrente, Estados Unidos ya ha dado muestras claras de que ha sonado la alarma del despertador en sus círculos de poder. En lo que hace a América del Sur, sus objetivos son tangibles: luego de hacer pie en las bases colombianas, los esfuerzos volverán a concentrarse en la modernización y readaptación de la base paraguaya de Mariscal Estigarribia. Esa instalación ya ha sido acordada con el gobierno guaraní hace pocos años. Mariscal Estigarribia supera en tamaño, capacidades e importancia a los enclaves colombianos que persigue Washington, pero la cuestión ha quedado conscientemente oculta bajo el tapete. Desde luego, es aquí donde se comprueba crudamente que la jugada de los americanos es, por lejos, más inteligente que la de los nativos: en función de la estratagema china que reza Clamor en el oeste, ataque por el este, los burócratas del Pentágono -entre ellos, muchos uniformados de Relaciones Públicas- entretienen a los sudamericanos con la cuestión colombiana y la reactivación de la Cuarta Flota, mientras terminan de confeccionar la receta para el postre paraguayo. Para cuando todos terminen de beber su café, Estados Unidos tendrá su base guaraní en estado operacional. Ese enclave está situado a dos pasos del gas natural boliviano y a pocos kilómetros del Acuífero Guaraní y la represa Yacyretá. Dicho sea de paso, la representación diplomática americana más grande no está localizada en Europa ni en Asia, sino en Asunción... ¿Casualidades? Estados Unidos no representa los intereses del Vaticano -eso está claro- pero, ¿queremos que Hugo Chávez -un dictadorzuelo de baja estofa- interceda por nosotros? Y vaya la siguiente reflexión para la Presidente Cristina Fernández de Kirchner -concentrada casi exclusivamente en atraer piropos de otros mandatarios durante la reciente cumbre de Unasur-: apenas Estados Unidos concrete su plan paraguayo, se terminará de comprobar que su Administración habrá perdido el tiempo arrojándole piedras a la faena de Uribe. Buenos Aires tendrá en sus manos un problema mucho más serio que el que ahora exhibe Brasil con las bases cafeteras. Estados Unidos conoce mejor que nadie la manera de proceder con determinados líderes sudamericanos: por estos lares, no es necesario disparar un solo tiro. En Paraguay, por ejemplo, se puede adquirir un buen puñado de funcionarios públicos solo echando mano de algunos maletines bien cargados. Sin temor al error, puede afirmarse lo propio a la hora de referirse a los líderes de otras cuantas naciones sudamericanas. En definitiva, y retomando la noticia gris de la cumbre extraordinaria de Unasur en Bariloche, puede decirse que tal encuentro terminó pareciéndose demasiado a las asambleas de la OEA, esa conjunción espectral de burócratas latinos retirados con bien nutridos sueldos y que se reúnen para no hablar de nada en particular. Hubiese sido una estupenda oportunidad para tratar cuestiones relacionadas con mucho de lo tratado aquí, o para consensuar políticas regionales de cara a la adaptación de normas para la televisión digital. Pero, como suelen decir los colombianos, ello hubiera sido equivalente a pedirle huevos a un gato. Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Internacionales. Email : elojodigital.com -arroba- gmail.com.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Internacionales