POLITICA: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

El Gobierno no reconoce la derrota e ignora los pedidos de recambio de Gabinete. La hora de los aumentos de tarifas y el sinceramiento de la economía

El kirchnerismo -ya reducido al círculo estrecho del matrimonio presidencial- no reconocerá su fracaso tras el debate por las retenciones. Lo que es más : respondió con indiferencia ante el reclamo generalizado para la remoción de funcionarios, entre ellos el insufrible Guillermo Moreno.

21 de Julio de 2010
El conflicto del Gobierno con el agro ha cerrado su capítulo más sangriento, aunque resta aún asistir a seguras nuevas escaramuzas -en relación a la negociación por una segmentación de retenciones y la construcción de políticas verdaderamente consensuadas-. Pero en el kirchnerismo no existe siquiera la menor intención de acusar recibo sobre la debacle. Una señal clara a este respecto constituye el anuncio oficial de reestatización de Aerolíneas Argentinas, para regalarla, sin más, a siniestros gremios y premiando al diputado izquierdista Ariel Basteiro. Curioso, como lo señala el matutino Ambito Financiero pues, en palabras de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, la línea aérea volverá a ser privada, mas los trabajadores ya anunciaron que no lo permitirán. Mal negocio resultará para el oficialismo haber encarado una negociación con los sindicatos : la cuestión augura conflictos violentos para el futuro, al tiempo que es una medida que resuelve poco. Aerolíneas ya ha perdido credibilidad para el pasajero y, siempre que sea hace posible, quien desea viajar evita a toda costa adquirir tickets para trasladarse en sus aeronaves. Para colmo, los precios que exhibe son ridículamente más caros que la competencia. El refrán "Cría cuervos, y te comerán los ojos" cobra hoy más fuerza dentro del mundillo político, cuando se habla de la relación entre el Gobierno y los sindicatos de aeronavegantes y afines, que han manufacturado interminables huelgas para echar al ineficiente Grupo Marsans. No tiene la menor intención el matrimonio presidencial de remover a los ministros más denostados por la opinión pública, los medios y todo el arco político -oficialista y opositor-. A riesgo de quedar aún más expuesto en su ya precaria debilidad, el kirchnerismo debe deshacerse ahora mismo de lo más impresentable de su gestión, para quienes definitivamente queda corta la etiqueta de "polémicos" : Alberto Fernández, Aníbal Fernández, Ricardo Jaime, Julio de Vido, Luis D Elía y el propio Guillermo Moreno, entre otros. Precisamente, Moreno fue esta semana el centro de la atención de los medios informativos, todos los cuales apostaban a doble o nada que el Secretario de Comercio tenía las horas contadas y que sería echado de un momento a otro. No sucedió nada de aquello : Moreno se presentó antes que muchos colegas en el Salón Blanco de la Casa Rosada para el acto de reestatización de Aerolíneas Argentinas y, peor aún, dedicó largas miradas y sonrisas socarronas a muchas cámaras apostadas allí. De todos modos, mucho se ha perdido de vista a la hora de reclamar la salida de funcionarios "polémicos". Lo cierto es que ya no es suficiente con exigir una renuncia. El caso de Moreno roza lo insoportable y, de acuerdo a las opiniones recogidas de la política, lo que correspondería es procesarlo. No solo por el episodio del restaurante, sino también por los sucesivos "aprietes" y amenazas que muchos hombres del Campo y de la industria han sufrido desde su llegada a los círculos del poder. Echarlo del cargo sería algo así como entregarle un trofeo. Sin embargo, las fuentes consultadas desde el peronismo disidente prometieron a este medio que tanto Guillermo Moreno como otros funcionarios de alto rango y ministros desfilarán por los tribunales, más tarde o más temprano. "De hecho, esto es -en parte- lo que el peronismo que gobierne el país en poco tiempo necesita para recuperar su credibilidad en la sociedad. Los Fernández y Luis D Elía deberán ser en extremo cuidadosos, y ya no servirá la clásica movida de pasarse de bando para intentar esquivar castigos. Estos serán severos : mucha gente del viejo peronismo ha sido bastardeada y ninguneada por estos personajes...", remató nuestro anónimo interlocutor. Ahora bien, más allá de la opinión de los políticos, interesa más el pensamiento de la ciudadanía. Por ejemplo, Aníbal Fernández jamás ha dado explicaciones ni se ha hecho responsable por el desmanejo oficial en materia de seguridad. En definitiva, los recientes años han marcado la etapa más violenta de la Argentina en toda su historia. Lo cierto es que, aunque nadie se atreva a afirmarlo, las cifras de muertos a partir de la violencia en los últimos años de la democracia superan holgadamente a los decesos que tuvieron lugar durante el Proceso Militar. Y, bien se sabe, la Argentina bien podría ser declarado el país hipócrita por excelencia a partir del sugestivo ocultamiento de esta realidad. Críticas igualmente duras le corresponden al periodismo local, jamás comprometido con la verdad, sino más bien con la billetera como objetivo ulterior. Figuras de la talla de Jacobo Timmerman nunca más transitarán el mundillo de la información en este país. Los nombres hoy más reputados del círculo de las noticias desfilan o han desfilado por los edificios de la inteligencia local, o bien han aceptado interesantes sumas a cambio de su silencio. Y esos nombres son bien conocidos por todos. Mas un extraño "código de honor" impide que los propios colegas los "escrachen". ¿Cómo serán los tres años y medio que le restan a la Presidente Cristina Fernández? "Infinitos", es el término favorito y que hoy es empleado por todos aquellos a quienes se consulta. Da toda la sensación de que es rigurosamente inútil reclamarle a la Presidente que, de una vez por todas, comience a gobernar. ¿Cómo podría reclamársele gestión a la persona que, con toda la coyuntura a su favor -nacional e internacional- se las ha arreglado para destruir a un país entero a partir de la inacción y la más abierta incapacidad? Los políticos y los comunicadores que lanzan este pedido a viva voz no exhiben la menor capacidad de análisis. A lo único que se puede aspirar es a que Cristina finalice su mandato sin pena ni gloria, aunque llegar a 2011 le será prácticamente imposible. Y la primera advertencia ya ha provenido desde la propia Casa Rosada, habida cuenta de la luz verde que se ha dado para los incrementos en las tarifas de los servicios públicos. La debacle final, está claro, provendrá de la mano del sinceramiento de la economía. Esa misma economía que hoy se encuentra abiertamente paralizada, sin inversión ni infraestructura. Pero, irónicamente, no queda otro camino que dar lugar a ese sinceramiento. Las cabezas principales de los sindicatos de la nación, arreglados oportunamente con el color del dinero, no podrán soportar la presión de las bases cuando los aumentos comiencen a llegar. De esta forma, el círculo se vuelve en extremo peligroso para la estabilidad institucional, dado que los incrementos de salarios en modo alguno alcanzarán para mitigar a la inflación. El Gobierno se encuentra en una posición tan débil que, ya sin poder de negociación a partir de la áspera derrota frente al Campo, deberá ceder a presiones sindicales e industriales sin pestañear. Si lo hace, ello amenazaría con gatillar nuevos conflictos y posibles "cacerolazos" que le darían el tiro de gracia. Los industriales solicitarán, como es lógico, actualizar costos y tarifas y el malhumor social se acrecentará. El Banco Central ya no se encuentra tampoco en posición para sostener la cotización del dólar, que, más tarde o más temprano, rebotará hasta alcanzar los $3,30 por unidad o incluso más. Cobra, entonces, más fuerza la posibilidad de una devaluación, a modo de contener los reclamos y de actualizar el panorama. El riesgo de soportar una pequeña escalada de precios, en este escenario, no sería tan grave pues las cifras no oficiales de la inflación ya hablan de un mínimo de 50 puntos porcentuales medidos en un año. Como se observa, maquillar los índices provistos por el INDEC ha sido una medida dotada del más elevado amateurismo. Es así como se vuelve harto pretencioso reclamar que la Presidente resista hasta el final de su período, que vence en un lejano 2011. Podría mencionarse esa posibilidad si solo le restara un año pero, aún en ese caso, alcanzar la recta final sería una hazaña, lisa y llana. Para colmo, el panorama político no es más alentador. Eduardo Duhalde y sus asociados aún descorchan el champagne de rigor, pero deberán ponerse a trabajar de inmediato pues, si acaso pretenden sostener a Néstor y Cristina, la credibilidad y las mismas bases del partido terminarían hechas añicos. Para el peronismo -cualquiera de sus versiones- ganar cualquier elección de aquí a 2011 es una posibilidad que pertenece al mundo de la fantasía. La percepción ciudadana es que el peronismo actual no es otra cosa que una corporación lóbrega y siniestra que, echando mano de códigos mafiosos, protege a los amigos y derriba gobiernos de colores políticos no afines, al tiempo que administra el negocio de las drogas a gran escala y los desarmaderos de autos, fomentando la pobreza y la miseria, a la postre, su mano de obra más elemental. Atrás ha quedado el peronismo de Juan Domingo Perón, aquel que, con todos sus defectos, llevó a la Argentina hacia lo más alto, jamás desconociendo la importancia del agro y las potencialidades de una industrialización cuyas piedras basales se observan aún hoy. Es de esperarse que, a los efectos de augurarse su supervivencia, el peronismo se reagrupe con lo más aggiornado de su tropa, pero un mani pulite a gran escala se vuelve estrictamente necesario. En todo este esquema, Néstor Carlos Kirchner y Cristina Fernández Wilhelm han sido solo un mal sueño. Ellos no tienen importancia alguna dentro del contexto. Hoy son solo una circunstancial mala noticia, como en su momento lo fueron Fernando de la Rúa, Carlos Saúl Menem y Raúl Alfonsín. Aunque, esto debe decirse, el de Chascomús parece hoy un auténtico estadista en comparación. Mientras tanto, no se espera se produzcan grandes novedades en lo político en el corto plazo. El matrimonio presidencial evitará realizar declaraciones grandilocuentes, y ya es dable elucubrar que los tiempos de grandes actos y manifestaciones políticas han llegado a su fin. Tanto en la Casa Rosada como en Olivos, los ánimos continúan abatidos y ni siquiera hubo esfuerzo comunicacional alguno para desmentir lo que ya ciertos analistas políticos refirieron oportunamente, esto es, que el ex presidente intentó convencer a su esposa de abandonar la Presidencia y retirarse. Mas no fue necesaria confirmación alguna pues lo relatado tuvo lugar. En la noticia se corroboran el abatimiento oficial y la resignación ante la realidad tantas veces negada : que el kirchnerismo ha muerto y que es hora de mirar hacia el horizonte. Kirchner, hoy más que nunca y como lo sentenciara Elisa Carrió en su oportunidad, es un "rey desnudo". Sin apoyo social ni político. El único respaldo que queda es el de la tropa menos confiable : la que vive de los subsidios, las prebendas y los favores. Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política. Email : elojodigital.com -arroba- gmail.com.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política