POLITICA - DESGLOSE DE LOS TROPIEZOS DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNANDEZ WILHELM: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

Cristina Fernández de Kirchner, la Presidente que brilla por su ausencia

No percibe la sociedad argentina que la primera mandataria enfrenta los problemas más importantes que aquejan al país. Inflación, inseguridad y crisis energética continúan siendo los factores a través de los que se hace patente la incapacidad de la mujer del ex presidente Néstor Carlos Kirchner. Las relaciones internacionales continúan acumulando tropiezos y la Argentina pasa abiertamente desapercibida en el escenario internacional.

21 de Julio de 2010
Son más las críticas que recibe la Presidente Cristina Fernández de Kirchner que elogios, a la hora de analizarse su Administración. Lejos de la primera época en que su marido Néstor Kirchner tomara el poder, momento en que las expectativas de la ciudadanía al menos eran favorables, por estos días, existe la peligrosa percepción generalizada de que el presente gobierno acumula más errores que aciertos. Otros, por su parte, incluso se animan a apostar que Cristina Fernández no durará mucho tiempo más en el Sillón de Rivadavia. El contenido de la presente editorial podría ser calificado de exagerado, de no ser por los males de la Argentina de hoy y que ya no encuentran sitio en los periódicos para reflejar el verdadero impacto de su ocurrencia en la población. Los medios tradicionales de comunicación parecen haberse ya olvidado de los "temas del momento" determinados por la fijación de agenda, como lo eran la inseguridad y la problemática de los accidentes de tránsito, así como también el siempre espinoso tema de la crisis energética nacional que ya causa estragos. Frente a los tropiezos, la postura oficial coincide -como en tiempos de Néstor Kirchner- con los siempre pobres intentos de ocultar los hechos de importancia a partir de la siembra de cuestiones sobre las que la ciudadanía no se interesa. Tal es el caso de los derechos humanos y de las causas contra militares retirados a partir de la apropiación de hijos de desaparecidos. En estos últimos días, el oficialismo ha desenterrado las operaciones judiciales contra el ex presidente Fernando de la Rúa, quien parece estar hecho a la medida de la propaganda kirchnerista. De la Rúa -con todos sus defectos- hoy está llamado a deambular ad eternum por los pasillos de todo tribunal habido y por haber. Los tópicos derechohumanistas y el perpetuo acoso contra De la Rúa surgen, sugestivamente, desde las redacciones de noticias asociadas al Grupo Clarín, que desde la llegada de los Kirchner se ha asegurado la mantención de fabulosos negociados y el reciclado importante de la licuación de sus pasivos. El resto de los medios, sencillamente, se sube al tren de "los temas de moda" sin preguntar. Solo cuando la sociedad expresa a gritos su hartazgo, los medios acuden en su ayuda. Tal es el caso de la problemática de la inseguridad, cuestión que se ha visto fogoneada por las interminables puebladas y manifestaciones que ya estaban llegando a los límites del conurbano bonaerense; estas protestas se han materializado incluso en determinados barrios de la Capital Federal, mas los medios nunca las cubren en sus páginas principales ni sus pantallas. La falta de seguridad azota hoy a la Argentina como jamás lo hizo en toda su historia. Frente a este tema, la preocupación del gobierno es elocuente y comprobable. Pero no puede calificarse a esa preocupación como cercana al ciudadano. Está cada vez más claro que el temor oficial se traduce en la siempre plausible posibilidad de una crisis de gobernabilidad. Cristina Fernández, ante los reclamos, optó por echar mano de la herramienta del inútil : mencionar el tema en forma elíptica en actos políticos en donde se entregan más vehículos para las fuerzas de policía, pretendiendo que la sociedad interpretará la reacción como efectiva. Pero no comprende la primera mandataria que efectividad no es sinónimo de efectismo. Mientras los agentes del gobierno se preocupan por remover los temas de la inseguridad diaria de la agenda de los medios, ciudadanos de bien siguen cayendo como moscas todos los días a manos de una delincuencia que usufructúa como nadie los beneficios de la impunidad. Por supuesto, a los policías y ciudadanos de clase baja, media o alta fallecidos, nadie en la Casa Rosada los llora. El Gobierno Nacional continúa haciendo uso político del problema, al tiempo que niega al intendente Mauricio Macri y a los porteños la posibilidad de contar con fuerza policial propia. Sobre este tema hay que ser bien claro : a la Presidente de la Nación no le interesan los ciudadanos de la Capital Federal. Es el precio a pagar por el categórico rechazo obtenido en las urnas. Ya lo hemos dicho desde estas páginas : la Argentina ya es una suerte de Far West latinoamericano en donde secuestradores, violadores, estafadores, piqueteros y violentos de toda forma y color se han adueñado de las calles con la complacencia de un Estado que ha dejado de existir. Si acaso los malvivientes son depositados en alguna celda, las autoridades judiciales les conceden el apropiado salvoconducto para que retornen a las calles a seguir haciendo de las suyas y destruyendo familias enteras. En este terreno, la dirigencia política argentina sigue alimentando una grosera deuda con la sociedad en forma sostenida desde 1983 : no existe reclusión que dure para marginales y estos cuentan con todos los beneficios a la hora de volver a su actividad delictiva. La cuestión energética, lejos de haberse apaciguado, es dramática : ya las estaciones de servicio imponen cupos de carga de combustible a todo vehículo particular que las visite. Sucedió primero con el gasoil y el gas, y luego con la nafta súper. En la última semana, los cupos comenzaron a aplicarse para aquellos automovilistas que cargan naftas sin plomo. Ya es normal ver estaciones de servicio paralizadas por falta de combustible, cuando no cierran. Echa la culpa el gobierno de Cristina Fernández a las petroleras, pero estas no tienen por qué rematar a precio vil el combustible que ya escasea. Expertos del sector han advertido, ya hace años, que el país deberá ser importador neto de combustibles antes de 5 años. Mientras tanto, el vecino Brasil, antes importador, ya va camino de transformarse en una potencia petrolera a partir del impulso que Brasilia ha venido dando a Petrobras. En la Argentina, Enarsa no ha producido, al día de hoy, absolutamente nada, con la excepción de gastos administrativos que enriquecen a una docena de personas. Para las fuentes más reservadas, para colmo, la movida de Enrique Eskenazi para adquirir un porcentaje de YPF oculta un oscuro movimiento de fondos en donde el protagonista principal sería, ni más ni menos, el ex Presidente Néstor Carlos Kirchner. Los últimos cinco años, al parecer, han sido dedicados por el matrimonio presidencial al enriquecimiento personal. Las soluciones para la ciudadanía continúan escaseando. ¿Son Cristina y Néstor más de lo mismo? Demasiada gente considera hoy algo más : que son peor que la década del noventa y el desastre de De la Rúa juntos. ¿Sería justo tomar por "desestabilizadores" a aquellos que no ocultan esta forma de pensar? ¿Puede tildarse de golpista al ciudadano común? Desde luego que no, habida cuenta de que las críticas provienen de los ámbitos de la más elemental cotidianeidad. El reclamo se origina en sectores que ni de cerca dan forma política a su pensamiento. Están los casos del ciudadano que ve cómo secuestran a un miembro de su familia, que observa cómo los precios minoristas se disparan hasta niveles increíbles, el que contempla -impotente- cómo encapuchados le impiden dirigirse hacia su lugar de trabajo habitual, o que asiste con igual impotencia a un corte de luz que lleva más de dos semanas... El kirchnerismo, en su expresión más acabada, lleva adelante esfuerzos titánicos para desacreditar con falacias de las más variadas formas todo tipo de cuestionamientos. No interesa que provengan del votante, aquel al que se recurre casi desaforadamente en cada elección. El frente político interno tampoco es el ámbito en donde Cristina Fernández se desenvuelve con mejor criterio. En las recientes reuniones con sindicalistas, debió aceptar sin chistar imposiciones de reclamos salariales que, en promedio, superan los 30 puntos porcentuales de incremento. A los efectos de que la medida no continúe alimentando a una inflación descontrolada, que ya tiene mucho de parecido con el comienzo del fin del alfonsinismo, se acordó torpemente con ciertos medios la publicación engañosa de porcentajes inferiores a lo realmente acordado. Los empresarios -que poco tienen de patriotas, como siempre- acceden a las políticas oficiales a pesar de las amenazas vertidas con aceitada recurrencia por Guilermo Moreno. Detrás, no solo subsiste la vendetta que podrían ejecutar los pesados kirchneristas de la Rosada : también deben cuidar sus espaldas del virulento acoso de los mismos gremios, que hoy tienen vía libre para extorsionar y apretar a partir de herramientas poco democráticas, como ser bloqueos de empresas, fábricas e hipermercados. Cristina no gobierna, y cuando flaquea -casi todo el tiempo- resurge la figura de su marido para apuntalarla... con la billetera como único método de salvación. El modus operandi casi siempre cede ante el incremento de la temperatura : todo se arregla con prebendas y subsidios que ninguna oposición acierta a bloquear. Para colmo, ahora el kirchnerismo se encuentra pergeñando su obra maestra, que dejará fuera de la ecuación al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. Controlado por comisarios políticos con acceso irrestricto a la Casa Rosada, Scioli ya está sufriendo las consecuencias de un diabólico plan que terminará por incendiar a la provincia y que terminará por eyectarlo de su base de operaciones en La Plata. La cabecera de playa ha tomado forma con la confirmada renuncia del Secretario de Seguridad Stornelli, operación que ha sido confirmada por el sitio web Seprin.com y por las fuentes reservadas que El Ojo Digital contacta regularmente en la Policía Bonaerense. El ataque de los piqueteros al ministerio ocurrido recientemente es solo una muestra gratis de lo que vendrá. No gustó al gobierno que Scioli haya comenzado a impulsar políticas represivas para con el delito : en el interín, ha intentado dejar sin sus oscuros negocios a una mayoría de intendentes peronistas del conurbano. Ellos no permitirán que se clausuren más desarmaderos ni que se desensamblen laboratorios de producción de cocaína (y, por consiguiente, "paco"). Lo llamativo del caso es que, desde hace años, los policías bonaerenses se conocen de memoria la ubicación y la forma en que los laboratorios operan. Pero estos jamás son allanados por orden política. ¿Qué oscuro fin persiguen los dignatarios de la democracia argentina actual? La respuesta está a un tiro de piedra. Ni qué decir de la escalada lamentable de groseros desaciertos que continúa caracterizando a la Cancillería en los últimos años. Aunque desaciertos equivale a quedarse corto. Desde el escándalo de la cocaína traída desde Tacna, Perú y enviada a España por la aerolínea Southern Winds por vía diplomática, hasta el proceder ridículo con los reclamos a la República Islámica de Irán, y pasando por el grotesco de las valijas del venezolano Antonini Wilson, todo error -habido y por haber- se ha cometido sin miramientos y cobijado por el velo de una insoportable impunidad. Frente a la escalada de la pelea con Washington, el kirchnerismo ha intentado vanamente disfrazar la gravedad del asunto con una serie de reuniones con dignatarios estadounidenses, entre políticos, funcionarios diplomáticos y congresistas. Finalmente, la noticia ya se conoce en todo el mundo : los US$ 800,000 incautados eran parte de una operación negra para engrosar los fondos de la campaña de la actual presidenta. Y las autoridades judiciales americanas no tienen el hábito de mentir con cuestiones tan importantes. Grosero y elemental ha sido también el proceder del ex presidente Néstor Kirchner en ocasión de la supuesta liberación de rehenes de las FARC en Colombia, hecho que jamás tuvo lugar y que terminó dejando en ridículo al ex primer mandatario. Por estos días, la crisis energética sigue amenazando a la ciudadanía y el gobierno -sin plan- tampoco acierta una. Desesperadamente, se ha solicitado a brasileños y bolivianos que aumenten los envíos a la Argentina, pero unos responden que precisan todo lo que obtienen para consumo interno y que no habrá excedentes para remitir a nuestro país, mientras que otros destacan que la cuota es imposible de aumentar y que, dicho sea de paso, urge una renegociación de los precios. Pero la presente ya no es la época en que los militares estaban en el poder, y ya no se puede intercambiar gas por armas para que la "oligarquía" boliviana reprima a grupos indigenistas y trabajadores. En Bolivia subsiste, a base de malabares, Evo Morales y aquí solo tiene valor el efectivo contante y sonante. Mientras tanto, insiste Cristina Fernández de Kirchner con alimentar la relación con el desgastado y liquidado Hugo Chávez Frías, quien no solo mantiene una relación demasiado estrecha con la guerrilla colombiana sino de quien se sabe se encuentra haciendo todo lo posible para desestabilizar al gobierno de su vecino Alvaro Uribe. Por estas horas, los militares y la inteligencia colombiana no tienen ni una hora de descanso, combatiendo a los guerrilleros de su propia nacionalidad y que se esconden en la Venezuela chavista. Chávez se queda solo, pues se aleja de peruanos y ecuatorianos. Solo le queda el apoyo de la eternamente tercermundista Nicaragua y una Argentina sin peso alguno en el concierto internacional. Si Chávez sobrevive a la asfixia y continúa rebelándose con espíritu adolescente, terminará pasando un largo tiempo en una prisión federal estadounidense a elección de Hillary Clinton, próxima a observar las tranquilas aguas del Potomac desde el Salón Oval. Precisamente, la señora Clinton -con las mayores chances de ser presidente a pesar del fenómeno mediático Obama- no ha nombrado a la Argentina ni una sola vez en entrevistas concedidas recientemente. El Sur existe; el problema es que la Argentina no está en la agenda de nadie. El trecho de Cristina apenas se ha iniciado, pero las apuestas siguen corriendo y son los propios argentinos los que han dejado de lado las quinielas para especular con la duración de una presidente que no existe. ¿Quién podría culparlos?
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política