POLITICA: LA COLUMNA DE JORGE ASIS EN EL OJO DIGITAL

La danza del Pingüino

A Kirchner le resultó más difícil dominar Santa Cruz que dominar la nación. Con recursos puerilmente aceitados por la experiencia, le costó menos trabajo doblegar, como presidente, a los gobernadores, que doblegar, como gobernador, a los intendentes de la provincia natal.

21 de Julio de 2010
"Esto no es Santa Cruz", afirmaban inicialmente tanto los porteños superados como los bonaerenses que lo subestimaban. Tenían razón. "Esto", la Argentina, era más fácil. A treinta meses de la consecuencia política del catastrófico dedazo selectivo de Duhalde, el destapado Kirchner compuso, con la Argentina entera, una fotocopia borrosa de su feudo. Un fenómeno político-cultural, para tratar en un seminario de nuestro Portal. Gestado con la complicidad de los prebendarios medios de analfabetización. Con la insolvente incompetencia del conjunto de aventureros denominados, sin mayor recato, "clase dirigente". Por lo tanto, el precario populista patagónico cuenta con, por lo menos, el 90 por ciento de los gobernadores en su bolsa. 22, digamos, de 24. Algunos se le reportan con cierta discreta elegancia. Al verlo ganar, influidos acaso por los consejos conservadores del Viejo Vizcacha deciden no perturbarlo. Sin brindarle motivos, por ejemplo, para que el desaforado, que no come vidrio, despotrique en tribunas encendidas porque le ponen palos en la rueda. Otros, los fundamentalistas innombrables del kirchnerismo, suelen babosearlo con un estoicismo conmovedor. Y se encuentran capacitados para participar del torneo de felaciones políticas. En simultáneo, mientras tanto, de manera privadamente clandestina, los mismos gobernadores, tanto los elegantes como los babosos públicos, suelen manifestarle su desprecio. Para discutirlo en los paneles del seminario que promoverá pronto JorgeAsísDigital. Aproximaciones acerca de la conjunción de las fervorosas adhesiones con los rencores ocultos. Porque, mientras los adherentes exhiben mayor aprobación por Kirchner, curiosamente lo detestan con más intensidad. Quienes temerosamente aplauden sus imposturas con superior entusiasmo desean, en el fondo, que se inicie la estampida del desmoronamiento. La poética del retorno Por otra parte, los mayoritarios empresarios corroboran con el grotesco del teorema. Suelen desgastarse entre culposos vituperios de comidillas sociales, mientras conforman, para apoyarlo, una disciplinada fila escolar. Mientras lo degradan en los countries se encuentran irreparablemente al acecho. Deben aprovechar el menor atisbo, el claro inerte de una rendija, para arrojarse de palomita hacia el despacho distribuidor de De Vido. O hacia el reino de Jaime, el Señor de los Subsidios. Incluso, hacia la guarida de cualquiera de los Lopecitos. O de los identificados recaudadores adictos, en general, a la poética espesura del retorno. Riesgos de integrales Suelen festejar, sin embargo, las insolencias textuales del sobrino de Plinio. Las memorizan, las reenvían hasta el infinito, mientras las secretarias imprimen y fotocopian para los parientes que no leen desde la pantalla. Recomiendan expresamente el Portal del sobrino. Y hasta suelen reprocharle que hubiera abandonado la idea de llamarlo, al mandatario, Vulgarcito. Pero guay con atreverse a proponerles a los mercaderes el menor movimiento de colaboración. Ni siquiera un apoyo moral a través de la izquierda indirecta. Los pobres no pueden arriesgarse al peligro. A la reacción de integrales supuestamente encargadas por el temible Vulgarcito. Seminario sobre la vergüenza colectiva En treinta meses de artemiópolis, de severos golpes de caja, de maltratar corporaciones vulnerables y de traicionar por ósmosis a quienes lo promovieron, lo gravitante es que Kirchner logró que hablar de política, en la Argentina, signifique obligatoriamente hablar de él. Y hablar, para colmo, mal. Para tratarlo en un debate del seminario: La culposidad social ante el sentimiento de vergüenza ajena. O tal vez: La predominante colectivización de la vergüenza. La vergüenza colectiva entendida como simple prolongación de la vergüenza intransferiblemente íntima. Se otorgarán certificados de asistencia. La danza del pingüino Nadie puede sorprenderse entonces que, los pesos pesados del peronismo de plástico, se comporten como estruendosas odaliscas. Que se desgasten, en competitivas contorsiones, a los efectos de convertirse en las favoritas. Y situarse en el primer plano de La Danza del Pingüino. Baila entonces con furor reeleccionista De la Sota, mientras lucha, en Córdoba, con el Juez opositor que se obstina en disputarle los favores de Kirchner. Baila el anexado Reutemann, rendido ampulosamente al kirchnerismo desde que se comió el amague de Punto Doc. Baila el comodín deteriorado de Solá. Abominables figuras estéticas ensaya también Colazo, Aunque prefiere brindar, desde el zapato de la patria, un admirable salto ornamental de acrobacia política. Bailan también, un tanto más amuchados, amontonados en una segunda fila del ballet, cuantiosos almaceneros de la política que despachan, desde el mostrador de sus provincias, un acompañamiento favorable para la Danza del Pingüino. Decenas de gobernadores, con el colorido decorado de los respectivos opositores completan el gran cuadro del ballet más grotesco de la historia. Jujuy, San Juan, Entre Ríos, Tucumán, Chubut, La Rioja, Misiones, Catamarca, Santa Fe, Corrientes, todos bailan La Danza del Pingüino. Y hasta La Pampa, mientras trata de pasar, en la montonera, inadvertido. Mendoza, en cambio, marca el compás, como Santiago del Estero y el Chaco. Y hasta Salta suele ejecutar ciertos pasos, con prudente animosidad. Y desde la última semana, después de haber recibido los fondos que le pertenecían, hasta el Estado Libre Asociado de San Luis se encuentra en condiciones de acomodarse en el interminable ballet. En las proximidades del bolso político del gobierno. Perturbaciones trasgresoras La única excepción, hasta ahora, es la trasgresora Neuquén. Sobisch prefiere mantener el atractivo del monedero presunto, y se resiste transitoriamente a sucumbir ante la persuasiva brutalidad de la caja política del poder central. Que son los exclusivos encantos prepotentes. Los que legitiman, en definitiva, la dispendiosa escenografía de la Danza del Pingüino. Puede perturbar el grandioso escenario de festiva comparsa una severa derrota en Santa Fe. Sin embargo Kirchner, con el apoyo inestimable de los medios de analfabetización, supo ingeniárselas para simular que tiene, incluso, mayor afinidad política con Binner, el triunfador, que con los peronistas cooperarios, de los que todavía no puede desprenderse. O en el sublime artificio, en la costosa invención constituyente del 94. Aquel regalito institucional de la ciudad autónoma de Buenos Aires, aunque oportunamente pensada para los radicales. Administrada, una manera de decir, por la agonía sin aliento del paraguayo Ibarra. Que se encuentra marginalmente incorporado a la Danza del Pingüino, por intermedio del penúltimo cuñado querendón, que lo protege, sobre todo mientras persistan los eternos cartelones del Pepe. Aunque cabe el riesgo honroso de consolidarse, en el artificio constituyente de la capital, una fuerza opositora, una trasgresión confrontacional. Que carezca de intenciones de anexarse al grotesco populista del ballet. Como el ilusionismo igualitario de la sensatamente contenida señora Carrió. O el compromisismo cambista del evolucionado Macri. Es el ídolo principal de la tía Edelma, que cuenta con menor potencia expresiva que Carrió, pero superior capacidad de construcción de una estrategia. A ambos, Carrió y Macri, de todos modos, la aplanadora de la maquinaria, con Kirchner a la cabeza tratará, en los próximos quince días, de destruirlos. De taparlos con votos poco sensibles a los electrodomésticos, aunque más inclinados a las computadoras para conectarse con JorgeAsísDigital.
Jorge Asís Digital