LA COLUMNA DE JORGE ASIS EN EL OJO DIGITAL: INTERNACIONALES

La base está

Por el invento de la Confederación Sudamericana, se realiza una asamblea de presidentes en Brasilia, sin que esté contemplado, en el desorden del día, la presencia de 400 marines en Paraguay.

21 de Julio de 2010
Al margen de la sucesión encadenada de delirios previsibles, que suelen justificar las paranoias más imaginativas, la irrupción de 400 marines, en el esternón del Chaco Paraguayo, es un tema que de ningún modo podrá ser soslayado, el viernes, en la reunión de presidentes en Brasilia. Aunque, en realidad, el tema de los marines norteamericanos, que responden al Comando Sur, será atendido fuera del desorden del día, de las deliberaciones de la asamblea de la artificial Confederación Sudamericana de Naciones. Trátase del desborde geopolítico de Duhalde, programado en su condición de inspector máximo del Mercosur. Mientras saboreaba, con énfasis, aquel caramelo de madera, ligeramente espolvoreado con azúcar impalpable. Para atenuar los rigores del ocio, Duhalde supo entonces instrumentar el floreciente artefacto, aunque para exclusivo lucimiento institucional del proyectado presidente Lula. Claro que se trataba de un Lula anterior al tsunami de corruptelas. Previo a la montonera de denuncias que impregnó del peor olor de la decepción, a una gestión, la de Lula, que venía anunciada para catapultarlo como el estadista más poderosamente prestigiado del subcontinente. Para depresión bolivariana de Chávez, el locutor estimulado a fuerza de petróleo. Y mero desaire del boceto de estadista accesorio, Kirchner. La estrategia, por lo tanto, de Lula, venía perfectamente encaminada. Aunque le faltó final. Bastó que la garganta gonorreica del diputado Jefferson comenzara con la ronda significativa de delaciones, para que una interminable colección de Pontaquartos, avivados con reales del estado, se lanzaran a contar más cosas de las que, en efecto, sabían. Para arrebatarle a Lula, en dos meses, hasta el penúltimo atisbo de legítima credibilidad. Lula y Bush Por lo tanto, el Lula que recibe a los mandatarios vecinos, en las supercuadras de Brasilia, se encuentra infinitamente estragado. Más cerca del destino de Collor, que de Cardoso. Nada que ver con aquel ganador de origen proletario, que se había presentado como plácido animador, en aquella reunión fundacional del Cuzco, en diciembre pasado. Cuando el presidente argentino, ya sabiéndose más lateral que un actor de reparto, debió exhibir la fantástica homogeneidad de su amplia gama de papelones clásicos, puestos en primer plano en cumbres anteriores. Y que motivaron, por ejemplo, aquella solidaria reflexión de Lula, con el recato del buen vecino. La que aludía a la fuerzas de sus "bolas", indispensables para aguantar a los argentinos. Sin embargo, hablábamos de Lula, el actor principal. La cabeza de elenco que se ponía al subcontinente en el portafolios. Para disponerse a negociar, con mayor fortaleza política, con el hombre fuerte de Washington. En realidad, desde la reunión del Cuzco, hasta la de mañana en Brasilia, Lula padeció un deterioro, apenas superable, por el deterioro de Bush. Aunque por motivaciones diferentes. A Lula lo masacró el desenmascaramiento de las innumerables cadenas de la felicidad. A Bush lo acosa, en cambio, el descalabro patético en Irak. Corolario del fracaso que, en el mejor de los casos, con su invasión logró favorecer inesperadamente al enemigo que también planificaba rediseñar. Impulsado por la elevación patológica de sus errores. A Irán. Y Bush padeció, aparte, el castigo del Antiguo Testamento de las tempestades. El apocalipsis de New Orleans que mostró al mundo, que pretendía dominar, la sistemática coexistencia, entre su expansiva grandeza, con la simultaneidad social de lo más deplorable de Somalía. Es decir, con las llagas de su África interior. Con intensa demostración de hidalguía para el fracaso geopolítico, los Estados Unidos no podían descuidar más el llamado, con despectividad, patio trasero. Precisamente, por su valor estratégico y energético, una región que debe cuidarse, hacerle mantenimiento, como a una amante potencialmente infiel. La América Latina surcada, en definitiva, por el acné mayoritario de una insolentada "onda gauche". Impregnada de proyectos ampulosos, algunos ilusoriamente bonapartistas, liderados por revolucionarios orales que compiten, entre sí, para convertirse en el interlocutor más eficaz. Y con riesgos estudiados de inestabilidades, energéticamente inadmisibles. Con posibilidades ciertas de desmembramientos y polvaredas. Patentes de corso A los efectos de despejar el camino de las paranoias, convendría puntualizar, en primer lugar, que la coincidencia de la llegada de los 400 marines al Paraguay, con el inicio de la atroz degradación del régimen de Lula, se encuentran vinculados, exclusivamente, para facilidad de los análisis. Cierta izquierda culturalmente penetrante, aunque de interpretación rápida, prefiere presentar las dos cuestiones (declinación de Lula y llegada de marines) como eslabones complementarios, correctamente vinculados entre sí. Negativo. Téngase en cuenta que los marines fueron generosamente recibidos en el Paraguay. Con las máximas inmunidades parlamentarias que se les negaron, por ejemplo, en Argentina. Y que el parlamento del Paraguay supo aprobar las fantásticas inmunidades en mayo. Por lo tanto, los marines cinematográficos comenzaron a llegar, con patentes de corsarios, a comienzos de julio. Alrededor de 400, y se instalaron en la Base Militar de Mariscal Estigarribia, en la provincia de Boquerón. Por un convenio por dieciocho meses, hasta diciembre del 2006, aunque perfectamente prorrogable, acaso, hasta que sea necesario. Trátase, en principio, de una cruzada legitimada por el intercambio. De ejercicios militares conjuntos. Así se trate de la cobertura de un pretexto, es técnicamente irreprochable. El problema, en todo caso, es significativamente político. De movida, Brasil reacciona. Con las condenas orales del canciller Celso Amorim. Mientras tanto, la posición de Argentina es un enigma indescifrable. Sobre todo porque la cancillería argentina se encuentra en estado de parálisis. Inmovilizada, en especial, por las épicas campañas electorales del canciller Bielsa y su vice, Taiana. Mientras Amorim, algo desairado, reclama explicaciones, en nombre del lacerado Mercosur, y protesta por anticipado ante un posible acuerdo bilateral Paraguay-Estados Unidos, las más altas investiduras de la diplomacia argentina prefieren preocuparse, razonablemente, por los guarismos de La Matanza. O por si se le puede rapiñar algún puntito a Macri o Carrió en Boedo. Y hoy, cualquiera que recorra la fragilidad periodística del país, podrá encontrar que, para la Argentina, los principales puntos de interés, de la reunión de Brasilia, consisten en especular sobre un encuentro entre los presidentes Kirchner y Duhalde. Argentina, invariablemente, está condenada al cabotaje. Teresinha Sin embargo Brasil, a pesar del desmoronamiento de su presidente, envía señales más serias. Por ejemplo, el Batallón de Infantería Motorizada, con asiento en Foz do Iguazú, al mando del coronel Rigel Abib Zattar, por orden del Comandante en Jefe de todas las fuerzas, el presidente Lula, comenzó a ensayar extrañas actuaciones sobre situaciones de riesgo. Y de frente a la frontera de Brasil con Paraguay. De manera que 700 militares brasileños ensayan escenarios de eventuales copamientos de ciudades. O en todo caso de liberación. En principio, de Santa Teresinha de Itaipú, poblado fronterizo de seis mil habitantes. ¿De qué hablarán, entonces, entre esta noche de jueves y mañana, los presidentes Lula y Duarte Frutos? O probablementre el canciller Amorim, con la atractiva paisana, canciller del Paraguay, Leyla Rachid. ¿Acaso estarán también angustiados por la posibilidad que Duhalde y Kirchner no se saluden? Los autorreferenciales vecinos de la Argentina, que viven en el etnocentrismo de un frasco. Mariscal Estigarribia Primera constatación, y para que Larcher tome nota, y le envíe, de inmediato, un blanquito al paladín de la Nueva Política. Los americanos no vienen a instalar ninguna base. Porque la base está. Como dirían el Bambino Veira y el Beto Valdez, la base está. Mariscal Estigarribia tiene un aeropuerto de tres mil ochocientos metros de largo, con la suficiente amplitud como para convertirse en un virtual portaviones en medio de la selva. Un portaviones estático, calurosamente terrenal, donde podrían aterrizar los Galaxi, los Hércules, y cualquier pajarraco semejante que pudiera alterar el descanso de siglos, de los mayoritarios indígenas de la región. Y alterar, imperdonablemente, el recogimiento de los menonitas, evangelistas de secta que proceden desde el siglo quince, y residen en colonias, por los alrededores de Mariscal Estigarribia, un pueblito de tres mil habitantes. Adónde JorgeAsísDigital planifica enviar, acaso para siempre, a su corresponsal itinerante, Oberdán Rocamora. La base de Mariscal Estigarribia, que fue construida, junto al aeropuerto, en oportuno acuerdo con la NASA, en los tiempos no mencionables de Stroessner, contiene instalaciones que, de ampliarse, podrían albergar hasta dieciséis mil soldados. Elogio de los paranoicos Supo escribir Cecilia Absatz : los paranoicos siempre tienen razón. En semejante línea de pensamiento, habría que consignar algunas motivaciones complementarias. Por la ubicación de Mariscal Estigarribia, en las proximidades del Río Pilcomayo, los marines podrían estar, a un paso, de cualquiera de los países de referencias. Suele indicarse, por ejemplo, que los marines podrían actuar ante los riesgos, severamente fantasiosos, que produce la invención menemista de la Triple Frontera. Negativo. Suele indicarse, por ejemplo, que los marines vienen por las reservas del agua. Es decir, por la proximidad del Acuífero Guaraní, con su invalorable acumulación de agua dulce. Y en realidad, aunque el aserto haya oportunamente entusiasmado, cuando era más de izquierda, a la señora Carrió, podríamos considerarlo, también, como una paranoia atendiblemente exagerada. Negativo. Se indica, con criteriosa capacidad geopolítica de campo, que los Estados Unidos pretenden presionar, en el continente de las sorpresas bolivarianas, a través de Ecuador, sobre todo por la cercanía con el litigio irresoluble entre Colombia y la subversión de las FARC. A los efectos de neutralizar la expansión armamentista, seguida de la agitación interesada del pobrerío, por parte de las huestes vinculadas al gran locutor bolivariano, Chávez, alias Velazco Ferrero. Y a través del Paraguay, del esternón geopolítico del Chaco paraguayo. Con la atractiva zanahoria de firmar con Paraguay un Tratado de Libre Comercio. Para ponerle al Mercosur, en su nalga sin venas, una inyección letal. En definitiva, con un poco más de rigor, podría aceptarse la alternativa estratégica de disponer, por parte de los americanos, de algún punto de apoyo en las cercanías de Bolivia, situada a 250 kilómetros de Estigarribia. Y que mantiene, entre sus escenarios posibles, la perspectiva del desmembramiento y la inestabilidad. En todo caso, las reservas del gas de Tarija, en orden de prioridades inmediatas, interesa mucho más que el móvil del agua. Aunque habrá que aceptar que el agua permite la gestación de superiores argumentos, a los efectos de conmover, a las masas necesitadas, con las precariedades del infantilismo antiimperialista.
Jorge Asís Digital