ECONOMIA INTERNACIONAL: RYAN BOURNE

El Reino Unido y el alza de impuestos: ni ahora, ni éstos

¿Qué tal está esto para una falsa dicotomía? Recientemente, Prospect preguntó...

11 de Septiembre de 2020

 

¿Qué tal está esto para una falsa dicotomía? Recientemente, Prospect preguntó: Tras el COVID, ¿son esenciales las alzas de impuestos para financiar el futuro? O, ¿deberíamos abandonar “el fetiche con el déficit” y gastar nuestro camino hacia la prosperidad? [esto es, mediante la deuda]. No debería necesitar decirle a los lectores de Conservative Home que “gastar para crecer” y “gastar para crecer” no son un set completo de opciones de políticas públicas después de la pandemia.

Reino Unido, Boris JohnsonPero ese tweet, infortunadamente, refleja la sabiduría convencional. Debería considerar con escepticismo el reporte previo a la aprobación del presupuesto en los periódicos acerca de los deseos de la Tesorería de un alza tributaria de £20-30 mil millones en incrementos a los impuestos sobre las ganancias de capitales, las corporaciones, los combustibles, las ventas en línea y restricciones al alivio tributario para las pensiones. Antes de cada presupuesto reciente, dichos reportajes han surgido, tal vez debido a la cobertura periodística fantasiosa y super emocionada de ejercicios esclarecedores acerca de cómo uno podría aumentar la recaudación. Uno sospecha que los reportes incluso podrían ser una estratagema política —provocando miedos en la base de los Tories, antes de que el Primer Ministro salve el día.

Aún así sin duda hay una enervante regularidad en estos reportes. Junto al constante sonido de tambores por parte de los Tories de “Una Nación” y otras organizaciones por el estilo como la Resolution Foundation, la idea de que los grandes aumentos de impuestos serán deseables y necesarios está posicionándose, siendo aparentemente más urgente esta agenda en vista del COVID-19.

Nos dicen, conforme se lanzan por la ventana los argumentos, que la pandemia en sí misma muestra la economía falsa de un Estado “vaciado” luego de una década de austeridad. O que la “nivelación hacia arriba” y el “inevitablemente” más alto gasto que ahora querremos en saludprestaciones sociales, y mejores sueldos en el sector público implican que necesitamos elevar los impuestos. O que la crisis necesita una reparación urgente de las finanzas públicas, y que simplemente no hay donde más cortar el gasto.

Sin embargo, ninguno de estos argumentos, superan la prueba de la razón. Los países que han abordado el coronavirus mejor (Corea del Sur, Taiwán y Australia) incluyen aquellos con una relación más baja entre la recaudación y el PIB que el Reino Unido y con un gasto en salud mucho más bajo. Muchos países con una relación superior entre la recaudación y el PIB (FranciaBélgica e Italia) han experimentado tasas de mortalidad igual de terribles que la nuestra.

En el mejor de los casos, cualquier fracaso de entregar los recursos donde son necesitados refleja las malas prioridades del estado, no un sector público empobrecido. De hecho, la historia de un estado vaciado en tiempos en que el Reino Unido tiene la carga tributaria más alta desde principios de la década de 1980, junto con esta evidencia internacional, sugieren que atribuirle la culpa a la austeridad por el mal desempeño es tanto anti-histórico y parroquial.

La sabiduría u otra cosa de la agenda de “nivelación hacia arriba”, y cómo mejor pagar por ella, es algo en gran medida no está relacionado con la pandemia. De hecho, hasta donde el COVID-19 afecte el deseo de infraestructura y el gasto en servicios públicos en las regiones, esta levanta serias dudas acerca de los beneficios de proyectos como HS2 y otros planes de regeneración urbana.

¿Quién sabe qué impacto duradero tendrá la crisis sobre el trabajo remoto, la ubicación de las actividades, y los modos favorecidos de transporte? Los de One Nation que argumentan que el virus demuestra la necesidad de nivelar hacia arriba nos harían creer que los efectos de la pandemia son lo suficientemente significativos para que se de una revolución tributaria, pero lo suficientemente insignificantes para alterar el deseo de cualquier gasto propuesto. Uno casi podría sugerir que hay un razonamiento motivado aquí.

En términos macroeconómicos, el caso a favor de alzas significativas de impuestos ahora es todavía más débil. La idea de proveer un puente mediante las licencias de trabajo era proteger a los negocios y a los trabajadores de este shock inesperado. Pasarle la cuenta al sector privado ahora conforme lucha para volver a la vida estrangularía la recuperación. ¿Para qué? Los costos de prestar son bajos y no tenemos idea todavía de si es que esta crisis dejará un hueco permanente en el presupuesto ni de qué tamaño será este una vez que el gasto en emergencia se detenga y la actividad del sector privado se reanude. De hecho, incluso los préstamos hasta la fecha no han sido tan altos como se temía inicialmente.

Por supuesto, la deuda extra para lidiar con la crisis debe ser pagada de alguna manera, eventualmente. Pero, como argumenté aquí anteriormente, los shocks inusuales tales como las pandemias y las guerras principalmente derivan en aumentos de la deuda en relación al PIB en lugar de huecos en el presupuesto, porque usted deja de gastar en la amenaza inmediata después.

La implicación es que la consolidación modesta a lo largo de décadas es óptima para compensar por la deuda adicional asumida, en lugar de adoptar grandes aumentos de impuestos para compensar a través del Parlamento. Los economistas lo llaman “aligeramiento de impuestos” —la deuda provee una válvula de seguridad que nos permite cambiar tan solo ligeramente el gasto o la tributación a través de largos periodos para mantener los incentivos. Por supuesto, si el gobierno piensa que, por razones políticas, debe expandir los beneficios del Estado de Bienestar o el gasto en salud de manera permanente, esto sería una opción normativa: no hay nada inevitable acerca de los incrementos marcados de impuestos.

Incluso si usted piensa que se causará una cicatriz permanente, esos impuestos sugeridos para levantar la recaudación parecen elecciones bizarras actualmente. El gobierno presumiblemente quiere que todavía seamos cautelosos por el COVID. Dos maneras de reducir los riesgos sería manejar más en lugar de utilizar el transporte público y comprar más en Internet.

Dejando a un lado todos las otras desventajas de elevar el impuesto sobre los combustibles y de introducir un impuesto sobre las ventas en Internet, utilizar el sistema tributario para alentar el empeoramiento de la transmisión del virus ahora mismo al hacer que conducir y comprar en línea sea más costoso luce bizarro.

Elevar el tipo impositivo más alto sobre las ganancias de capitales a 40 o 45 por ciento simplemente sería contraproducente desde el punto de vista de la recaudación. Los impuestos sobre ganancias de capitales para muchas inversiones constituyen una doble tributación. La justificación para tenerlo es disuadir a la gente de esconder el ingreso como ganancias de capitales. 

Pero hay un equilibrio que maximizaría la recaudación entre este efecto y disuadir a las personas de vender sus activos. El gobierno de la Coalición introdujo un tipo impositivo máximo de 28 por ciento para el impuesto sobre las ganancias de capitales precisamente porque las investigaciones de la Oficina de Recaudación y Aduanas británica sugirieron que esto lograba la mayor cantidad de recaudación. Aunque luego fue reducida a 20 por ciento bajo el gobierno de George Osborne, elevarla a 40 por ciento o más reduciría la recaudación en relación a la tasa más baja. Obtendríamos también menos inversiones y emprendimientos cuando más los necesitamos.

Finalmente, está el aumento al impuesto corporativo desde 19 por ciento de vuelta al 24 por ciento sometido a discusión. Los impuestos sobre el capital móvil desalentarán la inversión extranjera tanto como parece que lo hará el Brexit, así como también reducirán el retorno después de impuestos sobre las inversiones en proyectos domésticos. ¿Quién asumirá el costo? No solamente “los ricos”, como se suele decir, sino también los trabajadores: la evidencia sugiere que ellos soportan entre 30 y 70 por ciento de la carga de los impuestos corporativos.

No solo es el alza de impuestos prematura entonces, sino que las propuestas específicas no satisfacen las necesidades de la pandemia ni concuerdan con las ambiciones de Boris Johnson de crear una economía de salarios altos. El COVID-19 seguramente dejará una cicatriz permanente en las finanzas públicas. Pero como todavía sus efectos totales son desconocidos, y cuesta muy poco esperar para saberlo. Cualquier otra cosa en este momento es utilizar la crisis como un pretexto para aumentar la recaudación para causas predilectas.

Si el Primer Ministro realmente se opone a este razonamiento como se ha reportado y comprende la amenaza de esta naciente resurrección de los marcados aumentos de impuestos hoy, debería llevar este mensaje al ministro de hacienda: acerca de los aumentos de impuestos, ni debe hacerlo ahora, y tampoco deben ser éstos.