INTERNACIONALES: DR. JAMES JAY CARAFANO

Cómo impedir que el mundo libre se convierta en un suburbio de Pekín

Hemos de ser realistas. No hay consenso a la hora de analizar el futuro de las relaciones...

09 de May de 2020

 

Hemos de ser realistas. No hay consenso a la hora de analizar el futuro de las relaciones entre China y Occidente. Sin embargo, eso está cambiando -claramente.

Amenaza china, Geopolítica, James Carafano, Seguridad internacionalHasta hace poco, muchos miraban a Pekín no sólo contemplándola como una 'chequera', esto es, como una oportunidad para hacer dinero rápido, y para comprar cosas baratas. Velozmente, esa percepción está volviéndose minoritaria. Aún aquellos que se muestran ansiosos de continuar involucrados con China, saben que podrían estar sumergiéndose en aguas turbulentas.

Ya sin traje de amianto, la influencia del gobierno comunista de China se dedicará a amenazar las libertades, la prosperidad y la seguridad de la comunidad transatlántica. Solo en conjunto, los Estados Unidos, Canada y sus socios europeos podrán garantizar un futuro de estabilidad que permita que las naciones del orbre progresen y se desarrollen.

De igual manera, no es realista pensar que el mundo se volverá una colección de territorios al estilo Guerra Fría. Todos vivimos en un mundo interconectado; un concierto de naciones independientes que hacen negocios durante las veinticuatro horas del día. Un sitio en donde la 'libertad de los comunes' involucra también la libertad de navegación y del tránsito aéreo -y estos son derechos.

Esto significa que el futuro será un tanto desordenado. Puesto en limpio, no podemos desear que China desaparezca.

A criterio de salir adelante, la familia de naciones libres en la comunidad transatlántica no puede ser neutral, en lo que respecta a la posición que se tome en asuntos internacionales, ni frente al rol de China. Después de todo, creemos en la soberanía de las naciones, en los derechos humanos, y la libre empresa. El Partido Comunista Chino reniega de todo aquéllo. Si no actuamos en conjunto para defender esos valores, perderemos el mundo que amamos.

Cada vez con mayor frecuencia, los líderes políticos en Europa y en los Estados Unidos reconocen que el hacer negocios con China como se venía haciendo, se ha convertido en un negocio riesgoso. Entonces, ¿qué hacemos?

En parte, la variable china ha recobrado importancia, dado el deleznable comportamiento del Partido Comunista Chino al momento de responder al brote del COVID-19 en Wuhan -esto es, la dolencia provocada por el nuevo coronavirus. Sin lugar a dudas, el gobierno chino toleró que sus ciudadanos se trasladaran hacia el resto del mundo, a sabiendas del potencial altamente infeccioso comportado por la decisión. 

Más aún, China demoró informar al mundo -conforme lo tipificado por las regulaciones internacionales en materia de salud-, rehusándose a proporcionar material genético del coronavirus a otras naciones, lo cual hubiese permitido investigar más y, eventualmente, desarrollar una vacuna contra el mismo. El comportamiento del régimen chino no es una aberración casual. China exhibe una extendida trayectoria de este tipo de comportamientos.

La pandemia global ha probado las desastrosas consecuencias de permitir que Pekín actúe sin rendición de cuentas. Así como necesitamos contar con una vacuna para lidiar con el COVID-19, también precisamos procedimientos de profilaxis a efectos de lidiar con un Partido Comunista Chino que no coopera y exterioriza un comportamiento beligerante. Vayamos, entonces, al punto.


La importancia crítica de la OTAN

La alianza necesita tomar en serio a la amenaza china. El accionar y el poder chino bien podrían erosionar la capacidad de la OTAN para ejercitar su propia defensa.

Desde las telecomunicaciones hasta los sistemas de control industrial, desde el espacio hasta el espectro cibernético, la infraestructura de puentes, sistemas ferroviarios y terminales portuarias, China ya ha dejado una pesada huella en todo el arco de la comunidad transatlántica. La OTAN necesitará de esta infraestructura, a la hora de disuadir frente a cualquier conflicto, y para defenderse.

Con todo, y si China tiene en sus manos el interruptor, o si cuenta con la capacidad para ejecutar acciones maliciosas o de denegación de operaciones, la capacidad de la OTAN para la autodefensa se vería seriamente comprometida. La OTAN deberá tener la predisposición para impedir que China mantenga la capacidad de interferir en el área de responsabilidad defensiva de los países de la alianza.

Así, pues, los países-miembro de OTAN deberán probar que cuentan con capacidad autodefensiva frente a cualquier amenaza externa.

Estados Unidos es una potencia de orden global, con intereses y responsabilidades globales; amén de tomar parte en la protección de la comunidad transatlántica, EE.UU. debe hacer frente a China en el cuadrante Indo-Pacífico, y consolidar un Oriente Medio estable. Para que Estados Unidos se desempeñe correctamente en los tres conciertos, la OTAN deberá cumplir con su parte -particularmente, a la hora de lidiar con las amenazas que se ciernen sobre la seguridad europea.

La principal prioridad de la OTAN deberá ser contrarrestar las acciones desestabilizadoras de Rusia. La segunda mayor amenaza se vincula con la posibilidad de que los problemas en Oriente Medio se salgan de control, desestabilizando a Europa. A criterio de confrontar con el conjunto de esas genuinas alternativas, la OTAN necesita contar con la capacidad para observar y actuar hacia el sur, esto es, hacia Oriente Medio.

En pocas palabras, una OTAN sólida puede ayudar a que Estados Unidos se concentre en el desafío global consignado por China, en mayor medida.


La Unión Europea tiene un rol central

Al momento de lidiar con la amenaza china de desestabilización contra Europa, la UE es otro gran e indispensable socio de los Estados Unidos de América.

Los líderes europeos han visto en el pasado el modo en que China ha explotado sus relaciones con Estados europeos individuales para dividir y conquistar, poniendo a una naciñon contra la otra, y comprometiendo la solidaridad europea -actuando Pekín en la defensa de sus propios intereses.

Más todavía, la UE tutela muchas de las competencias necesarias para limitar el comportamiento predatorio de China, particularmente en las áreas que involucran al comercio, las finanzas y la inversión.

Otra área en donde la cooperación entre los Estados Unidos y la UE es central, involucra a los desafíos presentes en Africa. Algunas naciones africanas hacen frente hoy a una colección de desafíos, que van desde las violaciones a los derechos humanos hasta la ausencia de libertad económica, pasando por el terrorismo y los asuntos que hacen a la salud pública y del medio ambiente -todo ello, complicado por gobiernos disfuncionales y por problemáticas de seguridad pública.

Las incursiones de China en Africa solo han servido para exacerbar esas problemáticas. Los chinos han potenciado los perniciosos efectos de la corrupción, han recurrido a prácticas predatorias en materia de créditos, y diseminado desinformación. La Unión Europea podría ser un socio vital a la hora de hacer frente, en simultáneo, a esos desafíos.


Al respecto de las organizaciones internacionales

El esfuerzo conjunto entre EE.UU. y Europa a efectos de optimizar los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en las organizaciones internacionales son, asimismo, una variable de importancia crítica.

Durante años, y de manera frontal y agresiva, el Partido Comunista Chino ha intentado insertar personal y líderes en organizaciones internacionales, que han terminado respondiendo al régimen de Pekín. La Organización Mundial de la Salud es, apenas, la proverbial punta del iceberg. Estados Unidos necesita socios para hacer frente a ese problema.


Sobre la recuperación económica de los Estados Unidos y Europa 

Estados Unidos y Europa no pueden lidiar con China, si sus economías no son sólidas, y si éstas no resisten la crisis. La recuperación económica de la comunidad transatlántica es recíprocamente dependiente.

Precisamos que se consolide un programa de recuperación económica conjunto, para los Estados Unidos de América y Europa. Este programa no deberá basarse en un modelo tradicional de asistencia exterior, sino que habrá de reposar en una sociedad inversora que ponga el foco en le sector privado.

Los Estados Unidos y Europa se necesitan mutuamente; hoy, más que nunca antes. Es hora de que el liderato político en ambos lados del Atlántico inviertan en el fortalecimiento de la asociación más importante del mundo.



Artículo original, en inglés

 

Sobre Dr. James Jay Carafano

Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.