INTERNACIONALES: JAMES PHILLIPS

La provocación naval de Irán busca fortalecer a la Guardia Revolucionaria Islámica

Las tensiones en el Golfo Pérsico han vuelto a acentuarse, como resultado de las provocaciones...

27 de Abril de 2020

 

Las tensiones en el Golfo Pérsico han vuelto a acentuarse, como resultado de las provocaciones pergeñadas por la Guardia Revolucionaria de Irán.

Irán, ArmadaEl presidente estadounidense Donald Trump advirtió a Irán el miércoles pasado, desde la red social Twitter: 'Tengo instrucciones dirigidas a la Armada de los Estados Unidos para que derriben, o bien destruyan, cualquier bote de desplazamiento rápido iraní, si acaso alguno de ellos acosaren a nuestros navíos en alta mar'.

Más tarde, Trump aclaró que su comentario no remitía a un cambio en las reglas militares de combate. David Norquist, Secretario Adjunto de Defensa, también dijo a periodistas que la política del Pentágono no había cambiado.

'El presidente emitió una importante advertencia a los iraníes', sentenció Norquist. 'El jefe de Estado enfatizó que todos los navíos del país mantenían su derecho a la legítima defensa'.

La advertencia de Trump sobrevino una semana después del pasado 15 de abril, fecha en la que once lanchas rápidas pertenecientes a la Armada de la Guardia Revolucionaria Islámica condujeron 'acercamientos peligrosos de acoso, de manera reiterada' en perjuicio de navíos estadounidenses en aguas internacionales del Golfo Pérsico, de acuerdo a un parte de prensa de la Armada de los Estados Unidos de América.

La Guardia Revolucionaria acusó al Pentágono de 'compartir una versión de los hechos digna de Hollywood', y afirmó que la Armada americana había interferido con sus navíos, a comienzos de abril.

Java Zarif, canciller de relaciones exteriores iraní, y reconocido experto a la hora de negar y ocultar la realidad, sugirió que Trump debería mantener el foco en resguardar a las fuerzas armadas estadounidenses frente al coronavirus.


En guardia, contra la Guardia Revolucionaria


Sin embargo, un hecho más preocupante que las maniobras navales iraníes fue el lanzamiento, por parte de la Guardia Revolucionaria, del primer satélite militar de Irán, con el objetivo de celebrar el cuadrigésimo primer aniversario de la fundación de la Guardia.

Lanzado desde una nueva base secreta misilística, el novedoso satélite expuso la falsa afirmación iraní de que su programa espacial solo tenía aplicaciones civiles.

En efecto, la Guardia Revolucionaria había descartado el pretexto de que sus actividades en el espacio solo observaban una motivación pacífica. Los avances tecnológicos necesarios para el lanzamiento de satélites también exigen la capacidad de desarrollar capacidades misilísticas (para el caso, misiles balísticos intercontinentales), y lo propio sucede con las mismas capacidades tecnológicas exigidas para enriquecer uranio -a fin de contar con combustible nuclear para un arma atómica.

El timing del comentario de Donald Trump en Twitter probablemente se vio motivado principalmente por el lanzamiento del satélite, antes que por el incidente naval previamente descripto.

La Administración Trump, que optó por retirarse en mayo de 2018 del fallido acuerdo nuclear con Irán de 2015, aumentó de manera sistemática las sanciones contra el hostil régimen iraní, particularmente contra la Guardia Revolucionaria.

En abril de 2019, Washington designó a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán como organización terrorista en el extranjero, imponiendo sanciones contra su liderato político, firmas privadas que funcionaban como cobertura de Teherán, y contra intereses comerciales iraníes.

Conforme Irán potenció su comportamiento en forma de chantaje nuclear, ejercitando también una guerra en las sombras con la meta de replicar a la política de máxima presión de la Casa Blanca, la Guardia Revolucionaria desempeñó un rol central al perpetrar Irán el sabotaje de cuatro buques tanqueros en mayo pasado, y de dos más en junio -junto con el derribo de una aeronave no tripulada estadounidense de la Armada a fines de ese último mes.

Adicionalmente, la Guardia Revolucionaria y sus activos se cuentan entre los principales sospechosos del ataque sorpresa del 14 de septiembre pasado contra instalaciones petroleras saudíes, en donde se utilizaron drones y misiles crucero. El 27 de diciembre, una milicia iraquí entrenada, armada y coordinada por la Fuerza Quds, perteneciente a la Guardia Revolucionaria, atacó con cohetes portables una base iraquí en donde se hallaban desplegadas tropas estadounidenses convocadas para entrenar a militares de Irak en la lucha contra ISIS. En esa oportunidad, un contratista estadounidense perdió la vida.

Estados Unidos replicó contra la milicia conocida como Kataib Hezbolá, la cual protagonizó el ataque. Ello motivó a que milicianos y grupos asistidos por Irán escenificaran una protesta frente a la Embajada de los EE.UU. en Bagdad, que utilizaron como cobertura para ejercitar un esfuerzo fallido para incendiar la sede diplomática.

Cuando el líder de la Fuerza Quds de élite, el General Qassem Suleimani, arribó a Bagdad para tomar las riendas del asunto, el mismo fue ultimado por medio de un ataque con aeronaves no tripuladas americanas, previo a que el uniformado pudiera orquestar más ataques contra intereses estadounidenses en la región.

Tras responder luego con un ataque misilístico mayormente fallido contra dos bases iraquíes que también mantenían personal estadounidense, la Guardia Revolucionaria iraní derribó accidentalmente una aeronave comercial ucraniana el 8 de enero. El hecho produjo un saldo de 176 personas asesinadas -la mayoría de ellas, ciudadanos de Irán.

Mientras tanto, milicias respaldadas y asistidas por Teherán continuaron ejecutando ataques con cohetes contra tropas americanas en suelo iraquí. Tras llevar a cabo ataques reiterados, Kataib Hezbolá asesinó a tres militares -dos estadounidenses y un británico- el 11 de marzo pasado.

Aún cuando EE.UU. replicó una vez más contra Kataib HezboláTrump se rehusó a atacar a Irán, en función de que éste país ya se hallaba padeciendo uno de los mayores brotes de COVID-19 fuera de China.

Teherán devolvió ese favor, lanzando una campaña de propaganda que aseguraba que la pandemia de coronavirus había sido motorizada por un arma biológica desarrollada por los Estados Unidos.   



Resguardando a una revolución -no a la salud pública

La Guardia Revolucionaria no solo lideró los esfuerzos de propaganda sobre el coronavirus para favorecer a Teherán; también buscó explotar en propio provecho la crisis sanitaria, para fortalecer su posición en las estructuras de poder político locales.

Despreciada por el grueso de la ciudadanía iraní, por haber derribado el avión de línea ucraniano (luego de mentir al respecto durante tres días), así como también por respaldar cerradamente a un régimen impopular por vía de la represión y la intimidación, la Guardia Revolucionaria buscó reparar su dañada imagen a través de una militarización acentuada de los esfuerzos de salud pública iraníes.

La Guardia Revolucionaria se hizo del control gubernamental frente a la pandemia, construyendo hospitales, distribuyendo medicinas y reforzando los operativos de cuarentena. Más aún, ese núcleo de militares inventó el 'sorprendente fenómeno científico' que cobra forma en una máquina que, según afirmaciones de Teherán, detecta el coronavirus en un radio de cien metros, en cinco segundos.

A pesar de las renovadas preocupaciones en torno de la salud pública de los ciudadanos iraníes, la Guardia Revolucionaria se mantiene enfocada, primero que nada, en resguardar a la revolución iraní antes que en proteger al pueblo. Peor todavía, la GR entiende que la prioridad fundamental es proteger al liderato radical del país, ante cualquier represalia ciudadana.

El aumento de las tensiones navales en el Golfo Pérsico otorga a los líderes políticos iraníes y a la GR una oportunidad para reconstruir su erosionada consideración pública, instigando una confrontación armada con los Estados Unidos de América.

Semejante escenario podría habilitarlos para consolidar cierto respaldo nacionalista en el orden doméstico, en una instancia en la que la percepción ciudadana de su liderato se ha precipitado a niveles bajísimos.

Una crisis de esa magnitud permitiría a la Guardia Revolucionaria exhibirse como protectora de los intereses nacionales iraníes, antes que una mera guardia pretoriana para una revolución cuyo único accionar, en los hechos, es reprimir a los ciudadanos del país.

Al celebrar cautelosamente una serie de choques militares contra fuerzas estadounidenses, el liderato político-religioso iraní aspira a potenciar el prospecto del 'cambio de régimen' desde Washington.

Los líderes iraníes creen que, en su oportunidad, derribaron la consideración pública del ex presidente Jimmy Carter, al tomar a ciudadanos estadounidenses como rehenes. Hoy, su meta es conmover el respaldo político de Trump, desacreditando la actual política de la Casa Blanca, edificada a bases de sanciones con máxima presión.

Ciertamente, habrá un largo y tenso verano en el Golfo Pérsico, conforme Irán continúa pergeñando tácticas agresivas que consoliden un impacto en las elecciones presidenciales americanas del próximo noviembre.


Artículo original, en inglés

 

Sobre James Phillips

Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.