INTERNACIONALES: MATIAS E. RUIZ

Coronavirus: el Modelo Vietnam, ejemplo mundial

El nuevo coronavirus -vector transmisor del COVID-19- lleva ya más de sesenta días...

10 de Abril de 2020


El nuevo coronavirus -vector transmisor del COVID-19- lleva ya más de sesenta días azotando los sistemas sanitarios de múltiples países, tras registrarse una amplificación cuasigeométrica no prevista por los distintos lideratos políticos. En este contexto, en donde el imponderable ha llevado a gobiernos y Estados a incurrir en la metodología del 'Ensayo y Error', el pánico inicial de estadísticas funestas ha cedido a la detección y el estudio de casos exitosos -a efectos de intentar explicar esos resultados satisfactorios y llevar análogamente a la práctica aquellos ejemplos.

Ho Chi Minh City, Vietnam, Hanoi, Coronavirus, COVID-19Uno de esos paradigmas ha sido consignado por los logros consolidados por el gobierno de la República Socialista de Vietnam, en donde los guarismos -al día de la fecha- arrojan un quebranto de apenas 257 casos -con 144 personas recuperadas- y cero decesos. Cifras por cierto nada desdeñables, sobre una población total estimada de 95.600.000 (a 2018).

¿Cómo explicar esos auspiciosos resultados? Los pretendidos milagros no suelen nacer de la inmediatez. Será necesario, a tal efecto, retrotraerse a la clausura del conflicto bélico que involucró a éste país con los Estados Unidos de América, y que llegara a término hacia 1975. Tras acusar y asumir Vietnam la pérdida de más de un millón de vidas en esa guerra, el país debió hacer frente, acto seguido, a una serie de incursiones bélicas propiciadas por la República Popular China (Guerra Sino-vietnamita; 1979), repeliéndolas satisfactoriamente. A lo largo de décadas, y tras eternos años de padecimientos, sacrificio y violencia, Hanoi logró plasmar un ecosistema de cohesión social con pocos paralelos en la historia contemporánea, en donde la confianza de la ciudadanía en la dirigencia política deviene hoy en casi absoluta. Ya en pleno 2020, esta variable resulta crítica a la hora de explicar, por ejemplo, la respuesta ciudadana frente a las decisiones oficiales que hacen a procesos de cuarentena. A posteriori, el respaldo que la población general garantice a su propio gobierno determinará el éxito -o el fracaso- de las políticas bajo implementación. La conclusión exige crudeza: solo una gestión creíble cuenta con la capacidad para movilizar a su ciudadanía en torno de un objetivo, y emerger de la crisis con lucimiento.

En 2003, la gestión local de la epidemia del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo; provocado por una variante de coronavirus) consignó una victoria para Vietnam. Y la misma tampoco fue obra del milagro: el gobierno puso en marcha una serie de medidas extremas de contención (de 'vieja escuela'), separando en hospitales específicos a personas infectadas de las sanas, y centralizándose la totalidad del proceso decisional en un comité oficial de funcionarios y entendidos en cuestiones sanitarias. Adicionalmente, se procedió al más estricto control fronterizo -una vez se determinó que el vector había ingresado al país desde el exterior-, destinándose centenares de termómetros electrónicos para su empleo por parte de agentes aduaneros. A medida que los pacientes comenzaban a recuperarse al ciento por ciento, los nosocomios donde aquéllos habían sido destinados acusaron un proceso de desinfección total y el descarte de sus camas y mobiliario: las paredes de esas instalaciones incluso fueron repintadas, y sus alfombras, destruídas. Otro invaluable anverso del éxito obtenido remite al refuerzo psicológico del que médicos y staff de enfermería echaron mano para coadyuvar en la recuperación de los pacientes; fraseología como 'Ahora, todo depende de Usted; de lo contrario, todo nuestro trabajo habrá sido en vano' o 'Haga todo lo posible para volver a ver a su familia y amigos', era el método complementario recurrente desde el que los galenos apoyaban emocionalmente a los infectados. Enfoque en todo diferente al costumbrismo occidental que todo lo sintetiza en la fría estadística y en el áspero papel de la historia clínica.

Se llega entonces a los albores del 2020 y a la crisis del COVID-19. La experiencia recogida durante el brote SARS y el ejemplificador ratio entre movilización social y eficiencia gubernamental han encumbrado a Vietnam como modelo a seguir -comparándoselo con lo hecho por Corea del Sur, aunque Hanoi se exhibe en desventaja frente a los cuantiosos recursos de Seúl. Salvo funcionarios diplomáticos o VIPs en periplo oficial (los cuales habrán de cumplimentar cuarentena obligatoria de catorce días al llegar al país), el gobierno de Vietnam ha interrumpido la emisión de visados para ciudadanos extranjeros, perentoriamente. Hasta el 15 de abril al menos, los vuelos internacionales con destino a suelo vietnamita han sido igualmente suspendidos. En el ínterin, las autoridades políticas han certificado que el coronavirus logró penetrar las fronteras nacionales a través de personas que arribaron desde Wuhan; dato que ha compelido a Hanoi reconsiderar la eventualidad de cerrar sus pasos fronterizos con la República Popular China. En el complemento, la Administración del primer ministro Nguyễn Xuân Phúc ha sancionado un confinamiento obligatorio de solo quince días, hasta el 15 del corriente mes. Simultáneamente, la totalidad de las fuerzas armadas del país han sido movilizadas para encarar frontalmente el desafío sanitario, mientras que se procede a la detención inmediata de toda persona dedicada a acopiar insumos como barbijos y desinfectantes para la obtención de beneficio económico. El criterio preventivo fue reforzado con la adquisición, desde el Ministerio de Salud (a cargo de Nguyễn Thanh Long), de 200 mil reactivos o kits de testeo rápido a Corea del Sur, al tiempo que también Vietnam fabrica los propios, que diagnostican infección de plasma en el breve término de una hora. 

A lo largo de las últimas semanas, no solo funcionarios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han lanzado loas al tratamiento que Hanoi ha dado a la crisis; esos elogios han sido reproducidos por Daniel Kritenbrink, Embajador de los Estados Unidos de América ante Vietnam y otros de igual tenor de parte de Canada, ASEAN (la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), Canada y el Foro Económico Mundial. Incluso el presidente estadounidense Donald Trump ha celebrado la cooperación médica con este país, en tanto Hanoi ha colaborado con el envío de material a naciones variopintas como Italia, España, Alemania, Francia, Laos, Camboya y el Reino Unido.

En el epílogo, resulta casi una obviedad setenciar que -tanto para Vietnam como para otras naciones- el tránsito hacia una relativa normalidad no sobrevendrá sin costos. El Producto Bruto del país exhibe una dependencia relevante frente a la actividad turística, la que seguramente se resentirá a causa de la pandemia. Vietnam hizo de anfitrión para dieciocho millones de turistas extranjeros durante 2019, que representaron ingresos al país por un aproximado de US$ 30 mil millones (y consignando más del 9% sobre el PBI total).

Sin embargo, y aún cuando el impacto para el sector industrial también será de magnitud, a la luz de los hechos, el gobierno vietnamita se halla en una posición envidiable para lidiar con las consecuencias de la crisis, al comparárselo con de otras naciones del orbe. En tal sentido se expresó -el pasado 20 de marzo- Mike Lynch, director en la consultora privada SSI Institutional Brokerage con base en Ho Chi Minh City (ex Saigón), a VOA News.



 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.