INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Otra onerosa guerra; ¿nuevo fallo de inteligencia?

Estados Unidos ha estado en guerra casi de modo recurrente, desde la fundación de la nación en 1783.

07 de Abril de 2020

 

Estados Unidos ha estado en guerra casi de modo recurrente, desde la fundación de la nación en 1783. Algunas de esos conflictos bélicos no fueron declarados, como sucedió con la erradicación de nativos americanos, mientras que otros -como es el caso de las guerras contra México y la Guerra Hispano-americana- terminaron siendo glorificadas, al incluírse los nombres de los países derrotados por la maquinaria bélica bajo control de Washington. La guerra más sangrienta de EE.UU. tiene, en rigor, identificaciones múltiples, como ser Guerra Civil, Guerra entre Estados, Guerra de Rebelión, o Guerra de la Agresión Norteña, en donde cada cual habrá de seleccionar el término que más le agrade y refleje mejor los propios puntos de vista políticos.

Estados Unidos, Coronavirus, Donald TrumpMás recientemente, las guerras en Corea y Vietnam fueron nombradas de manera más directa, aunque los actuales conflictos en Siria, Irak y Afganistán no tienen, en realidad, identificación. De hecho, se ha vuelto un tanto políticamente incorrecto nombrar a una guerra contra alguna minoría étnica o contra algún país, en la manera que solía hacerse. Pero esta escasez de etiquetas logró, de algún modo, incrementar la cantidad de guerras metafóricas, llegándose a la guerra contra las drogas, la guerra contra la pobreza, y la guerra contra el terrorismo. Ahora mismo, los ciudadanos estadounidenses hacen frente a lo que algún día quizás termine calificándose como la Guerra contra el Coronavirus. El presidente Donald J. Trump ya se ha autodeclarado como un 'presidente de tiempos de guerra', y está preparándose para inyectar US$ 2.2 billones a la economía, dinero que en gran parte irá a los comerciantes de siempre a quienes ya se les hace agua la boca, y que están formando fila. Lo propio sucederá con otras partidas, que llegarán a dirigentes políticos que pondrán su mejor esfuerzo para apropiarse de fondos que les servirán para incrementar el valor a potenciales accionistas.


En el terreno, esos US$ 2.2 billones representan una cifra ostensiblemente superior a la del costo de la Guerra de Vietnam (que hoy totalizaría US$ 1 billón en términos presentes), aunque jamás se aproximará siquiera a los entre US$ 5 y US$ 7 billones que emergen del involucramiento en Afganistán e Irak. Pero, a aquellos que se preocupan por llegar primero, Trump les ha prometido partidas adicionales de más billones, lo cual significa que la guerra contra el coronavirus bien podría convertirse, a la postre, en el conflicto más oneroso de la historia de los Estados Unidos de América. Más aún, el citado es solo el costo representado para el gobierno federal, provsito que las jurisdicciones locales y estatales también habrán de gastar otros billones. Asimismo, el coronavirus observará un impacto devastador en la economía, al tiempo que, en rigor, amenaza con inflingir un daño directo a comunidades y estados enteros, algo que no ha sucedido en el país desde la Guerra Civil. Y, por cierto, el dinero que la Casa Blanca amaga con gastar, será prestado y, algún día, deberá ser repagado.

En conjunto con estos asuntos, también se conocen señales de otra notable contribución estadounidense a la guerra, y que se da en llamar 'fallo de inteligencia'. En un reciente artículo, publicado en la revista Foreign Policy, el colaborador Micah Zenko tituló: 'El Coronavirus es el Peor Fallo de Inteligencia en la Historia Americana: Es más Notorio que Pearl Harbor y que el 11 de Septiembre de 2001'. Acto seguido, el autor apunta: 'Todo es culpa del liderazgo de Donald Trump'.

El argumento compartido por Zenko reza, fundamentalmente, que las agencias de inteligencia advirtieron -tomando como base información obtenida de fuentes médicas en China- que ciertos virus estaban desarrollando lo que podía convertirse en una pandemiai. Pero los políticos, particularmente aquellos cercanos a la Casa Blanca, prefirieron no actuar. Escribe Zenko: '(...)… la Administración Trump ha fallado por acumulación, tanto a la hora de tomar en serio las advertencias recurrentes de la comunidad de inteligencia en torno de un brote de coronavirus, como en la vigorosa insistencia ante la necesidad de una respuesta nacional ante la amenaza antedicha. El gobierno federal, en soledad, cuenta con los recursos y la autoridad como para hacer que determinados públicos y accionistas privados confronten los previsibles perjuicios representados por el virus. Infortunadamente, los funcionarios de Trump incurrieron en una serie de juicios (minimizando el daño eventual del COVID-19) y en decisiones (rehusándose a actuar conforme a la urgencia exigida) que, necesariamente, tornaron en menos seguros a los ciudadanos'.

El artículo cita evidencia al respecto de que la comunidad de inteligencia se hallaba compilando perturbadora infromación sobre patógenos en China mientras que, en el mes de enero, prepararon informes de índole analítica que detallaban exactamente lo que sucedía. En simultáneo, las agencias compartieron perspectivas sobre el carácter devastador que podía comportar la proliferación de un virus altamente contagioso y potencialmente letal. Uno podría decir que los muchachos de la inteligencia hicieron los deberes, pero que fueron ignorados por la Casa Blanca; la cual, en la visión de Zenko, actuó con 'una indiferencia sin precedentes, aún con consciente negligencia'.

Trump respondió a las advertencias en su modo tan característico, elogiando sus propios esfuerzos y desmitificando lo que para él eran 'fake news'. El 22 de enero, afirmó: 'Tenemos al virus totalmente bajo control. Se trata de una persona que ha llegado procedente de China, y la tenemos bajo control. Todo estará bien'. La percepción de Trump al respecto de que el virus no consignaba una amenaza real dio forma, infortunadamente, a la respuesta oficial, mientras que funcionarios del gobierno concordaron sus puntos de vista, para asemejarlos a los del presidente. La decisión inicial de rechazar el consejo proporcionado por los funcionarios de salud de la Administración provino de Trump exclusivamente, y fue respaldada bajo la amenaza de que cualquier persona que no se sumara a esa narrativa, sería despedido de su cargo. El Doctor Anthony Fauci, Director del Instituto Nacional sobre Alergias y Enfermedades Infecciosas, ha sido puesto en la mira desde hace días, porque contradijo en reiteradas oportunidades la información errónea promocionada por el jefe de Estado.

Sin lugar a dudas, Donald Trump ciertamente no es el primer presidente estadounidense que se enfrenta a sus jefes de inteligencia, y ciertamente cuenta con buenas razones para mostrar sospechas ante cualquier cosa que tenga su origen en la CIA y que llegue a su despacho. En su oportunidad, Bill Clinton casi no tenía relación con James Woolsey, por entonces Director de la CIA, y ambos se reunieron solo en dos oportunidades en dos años. Pero Clinton, con todos sus desperfectos, hacía que su personal revisara y respondiera a los informes de la comunidad de inteligencia, algo que parece no suceder en la presente Administración.

George W. Bush, amigo de la citada comunidad, también equivocó el camino como lo hizo el gobierno de Trump, fracasando a la hora de anticipar los hechos del 11 de septiembre de 2001, a pesar del hecho de que 'el sistema titilaba con todas sus luces rojas' en la visión de los analistas de Langley frente a un eventual ataque terrorista que planeaba utilizar aeronaves comerciales. Sin embargo, el fallo de Bush consistió de una incapacidad sistémica al momento de compartir información y de relacionar los hechos, antes que por carecer de la predisposición para replicar a material obsequiado por los servicios de información.

Zenko concluye su trabajo, del siguiente modo: 'El desapego mostrado por la Casa Blanca en las fases iniciales del brote de coronavirus será evaluado como una de las decisiones más caras en toda presidencia de la era moderna. A estos funcionarios, se les presentó una clara progresión de advertencias e instancias cruciales para tomar decisiones, más que suficientes y con la debida anticipación, para que el país pudiese estar mejor preparado. Pero la manera en que rechazaron el obsequio de la anticipación no habrá de perdonarse, como tampoco la razón que eludieron: desde el principio, Trump cometió un error, de tal suerte que su círculo íntimo promocionó ese error como retórico, e implementando políticas inadecuadas hasta el momento, aún hoy. La ciudadanía estadounidense terminará pagando el precio, en las décadas por venir'.

Así es que un gobierno ya pesadamente endeudado, se hundirá aún más en el precipicio fiscal, probablemente mucho más allá de cualquier posibilidad de recuperación genuina. Y ahora sabemos que tuvieron lugar abundantes advertencias de parte de la comunidad de inteligencia en relación a lo que podía suceder, pero que esa información fue deliberadamente ignorada. Como nota marginal en relación al dinero y a las advertencias, un informe clasificado sobre el coronavirus sí llegó a manos de los miembros del Comité de Inteligencia del Senado, el 24 de enero. Los legisladores se convencieron de lo que habían oído, al punto de proceder con la venta, en el mercado de valores, de acciones vulnerables, previo a que la cotización comenzara a derrumbarse, cuando el coronavirus convirtióse en una historia impoasible de ocultar. Algunos interpretaron que esa venta de papeles, la cual involucró a Senadores del Partido Republicano y del Partido Demócrata por igual, fue delito de insider trading. El que tres Senadores Republicanos de peso, involucrados en la maniobra, se vieran intimidados por la Casa Blanca, al extremo en que no mostraron predisposición para ver al presidente y relatarle lo que debía hacerse, es revelador. Como también es un hecho que, en secreto, todos actuaron para protegerse a sí mismos.


Artículo original, en inglés, aquí | Traducido y republicado con permiso del autor, y del sitio web Strategic Culture Foundation (Estados Unidos)


 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.