INTERNACIONALES: JIM BANKS

Con el coronavirus, China emula el fracaso soviético de Chernobyl

¿Es el coronavirus el Chernobyl de China? Podría serlo -pero solo si tomamos por responsable...

16 de Marzo de 2020

 

¿Es el coronavirus el Chernobyl de China? Podría serlo -pero solo si tomamos por responsable al Partido Comunista Chino, habida cuenta de sus errores primigenios, los cuales permitieron que el vector se diseminara sin control durante semanas. Chernobyl es el sitio del peor accidente nuclear de la historia humana. Muchos lo consideran un episodio central en el colapso de la ex Unión Soviética. El 26 de abril de 1986, una prueba de rutina en Chernobyl condujo a la explosión y posterior liberación de cuatrocientas veces más radiación que la desplegada por la bomba atómica que Estados Unidos arrojó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

Coronavirus, China, Responsabilidad, COVID-19, Epidemia, Pandemia, Partido ComunistaDe inmediato, el accidente puso fin a la vida de dos personas, mientras que al menos otras 28 perecieron a causa de envenenamiento por radiación, en meses. Ucrania, sitio geográfico donde se localiza la planta, estimó que 125 mil personas perdieron la vida tiempo después, a causa del pernicioso efecto de los radionucleidos.

Rápidamente, las autoridades de la ex URSS alegaron error humano. Pero, cuando los organismos estatales investigaron las causas del estallido, determinaron que el reactor RBMK -de importante tamaño y de gran producción de energía- había sido construído teniendo en consideración los bajos costos y operado por staff local, exhibía fallos críticos de diseño que provocaron el derretimiento del núcleo.

Serhii Plokhy -historiador de la universidad de Harvard- publicó, en su libro 'Chernobyl: Historia de una Catástrofe Nuclear' (2018), que la tradición burocrática soviética logró que la explosión se volviera inevitable. Plokhy escribe que Moscú exigió fechas límites de imposible cumplimiento para exhibir logros impresionantes ante el concierto mundial, lo cual dio lugar a que los trabajadores de Chernobyl recortaran costos en materia de seguridad.

Si acaso esto suena familiar para el lector, ello podría ser porque la tesis de Plokhy llegó a la cultura popular, formando parte del script de la serie 'Chernobyl' en HBO.

En el episodio final, un científico que testificaba ante una corte soviética explicó cómo los extremos de grafito del reactor nuclear aceleraron la reacción en lugar de morigerarla. El fiscal preguntó por qué el reactor había sido diseñado de esa manera. El científico replicó: 'Es más barato así'. El televidente infiere que este comentario podía perfectamente aplicarse al conjunto de la burocracia soviética.

Hoy día, asistimos a las perturbadoras consecuencias de otro fallo burocrático de orden comunista. En esta oportunidad, se trata de un fracaso de China. La Organización Mundial de la Salud acaba de declarar que la enfermedad del coronavirus, COVID-19, es una pandemia. Pero, ¿cómo es que se inició este problema? 

Hasta ahora, no está demasiado claro. Y no es probable que obtengamos respuestas en corto tiempo, dado que el nuevo foco de la atención de Pekín es afirmar que el virus no se 'originó' en China.

Naturalmente, no hay evidencias de que el virus se haya diseminado en otra población humana antes que en la República Popular. De tal suerte que solo queda preguntarse si los chinos están insinuando que alguien más llevó el virus a ese país. Este novedoso argumento de Pekín es parte fundamental de su esfuerzo de propaganda, a efectos de convencer al mundo de que el gobierno chino nada tuvo que ver con la amplificación global del COVID-19.

Sin embargo, la verdad es que China permitió que el virus se diseminara sin control, durante semanas. Los esfuerzos sistemáticos para minimizar la amenaza eliminaron la posibilidad de que el mundo pudiera contener al virus y, en lugar de ello, hoy solo puede aspirarse a mitigar sus efectos.

Si lo que corresponde es citar a uno de los principales epidemiólogos de China, si el gobierno hubiese actuado más temprano, 'la cifra de enfermos se hubiera reducido notablemente'. Los primeros casos fueron registrados en Wuhan, a comienzos de diciembre. Hacia fines de ese mismo mes, las autoridades entendieron que había una epidemia, y que el responsable de la misma era un virus desconocido.

Un cuadro más preciso de lo que sucedió a continuación se vuelve imposible de elaborar. Las autoridades chinas parecieron silenciar todo informe científico, porque el número de casos era estable y porque se limitaba a la provincia de Wuhan, aún cuando ya había pacientes que arrojaban resultados positivos en exámenes realizados en Tailandia, Singapur y el Japón.

Durante el siguiente mes y después, las autoridades chinas no solo fallaron a la hora de actuar o de lidiar seriamente con el virus, sino que activamente censuraron a todo aquel que buscaba discutir sobre el asunto. Ocho médicos comentaron sobre el vector en redes sociales -en grupos privados de chats, sin embargo-, pero el gobierno chino decidió detenerlos, clausurando su conversación. Las autoridades también mintieron, insistiendo en que el coronavirus no podía transmitirse de persona a persona, ni aún cuando ya sabían que ello sí era posible.

Asimismo, impidieron el trabajo de profesionales estadounidenses de la medicina que buscaban visitar China. Los Centros de Prevención y Control de Enfermedades de EE.UU. (CDCs), esto es, el más importante cuerpo investigativo sobre enfermedades infecciosas en todo el mundo, ofrecieron visitar Wuhan el 6 de enero pasado, pero Pekín se rehusó a aceptar la asistencia.

No fue sino hasta el 20 de enero que el presidente Xi Jinping, finalmente, reconoció la crisis, y el 23 de enero, ordenó la clausura de Wuhan. Pero, para entonces, ya era demasiado tarde.

Un estimado de cinco millones de residentes de Wuhan se trasladaron a otras partes de China, y al exterior -sin saber lo que sucedía. Cada provincia china contaba ya con al menos un caso de infección y, en Pekín, Shanghai y Hangzhou, se decidió por la clausura de los territorios. El gobierno central en Pekín ha intentado responsabilizar a funcionarios locales por la respuesta demorada frente al COVID-19 pero, al igual que en su momento lo hicieron los soviéticos con Chernobyl, la responsabilidad reposa en el conjunto del sistema.

La característica soviética se sintetizó en una aguda tradición burocrática y una desastrosa administración económica. El detalle exclusivo de la China comunista, sin embargo, es una preferencia distópica por la desinformación y la censura. Si los líderes chinos no se hubiesen sentido avergonzados por la epidemia, y no hubiesen trabajado para encubrirla, el mundo hoy contaría con una mejor oportunidad de preparación.

En lugar de ello, tenemos hoy una pandemia. China deberá cargar con el grueso de la responsabilidad. Antes que sucumbir ante la propaganda y el tratamiento sesgado de la información planteado por los funcionarios chinos, el mundo deberá tomarlos por responsables, tras evidenciarse el modo en que se ocuparon de la epidemia.



Artículo original, en inglés

* El autor, Jim Banks (@RepJimBanks), es congresista estadounidense; representando al tercer distrito legislativo del estado de Indiana. Sirve en los Comités de Servicios Armados, de Asuntos para Veteranos de Guerra, y de Ciencia, Espacio y Tecnología, todos en la Cámara de Representantes de EE.UU.