INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Por qué tanto Republicanos como Demócratas prefieren a Rusia como enemigo

Uno de los aspectos más interesantes del nauseabundo proceso de impeachment o destitución...

08 de Febrero de 2020


Uno de los aspectos más interesantes del nauseabundo proceso de impeachment o destitución en el Senado fue la reiterada vilificación que se ha hecho en perjuicio de Rusia y de su presidente, Vladimir Putin. El odio a Rusia se ha convertido en un dogma de ambos lados del pasillo político en los Estados Unidos, en parte porque ningún político se ha propuesto verdaderamente confrontar la lección de los comicios de 2016, la cual subraya que una mayoría de ciudadanos estadounidenses entiende que el gobierno federal es fundamentalmente incompetente, y poblado de políticos de carrera como Nancy Pelosi y Mitch McConnell, quienes deberían retornar a sus ciudades de origen y buscarse empleos reales. Peor todavía, el gobierno federal es inútil, siendo que lo único que sabe hacer es robar dinero de impuestos aportado por los contribuyentes, para gastarlo en distintos formatos de autogratificación que solo los políticos saben apreciar. Esto significa que Estados Unidos se exhibe hoy combatiendo múltiples guerras contra enemigos ficticios, mientras la infraestructura del país y una serie de bien identificados grupos controlan el espacio público. Sin dudas, esto ya no es Kansas -en referencia al Mago de Oz.

Estados Unidos, Senado, Congreso, ImpeachmentEl hecho de que las encuestas de opinión en Europa sugieren que muchos europeos prefieren a Vladimir Putin antes que a sus inevitablemente corruptos líderes es sugerente. Uno puede hoy adquirir cantidades de versiones de camisetas con leyendas favorables a Putin en eBay, lo cual también sugiere que muchos estadounidenses asumen que la narrativa rusofóbica oficial es tan misteriosa como divertida. Esos ciudadanos bien podrían no querer tener nada que ver con el deseo exteriorizado por ciertas masas en la capital americana, que se proponen llevar su versión de la democracia estadounidense a los no-iluminados.

Uno incluso debería preguntarse si acaso los Demócratas están leyendo correctamente la borra del café. Si creen que un eslogan del estilo 'El Honesto Joe Biden nos mantendrá a salvo de Moscú' será una propuesta ganadora en 2020, pues entonces deberían pensárselo mejor, por cuanto estarían perdiendo de vista el cuadro más amplio del problema. La razón es que la decisión de poner el foco en el ciertamente errático comportamiento de Trump fenecerá inevitablemente -el impeachment ya ha terminado-; los Demócratas deberán inventar algo nuevo pero convincente si realmente se proponen ganar la presidencia, y seguro el tema no tendrá que ver con la amenaza rusa, llevada a la ficción hasta el hartazgo.


Sin embargo, alguien debería advertírselo al congresista Adam Schiff -presidente del Comité de Inteligencia en la Cámara de Representantes- y mandarlo callar, ya que se ha convertido en una vergüenza internacional. Sus 'argumentos de cierre' de la semana pasada se extendieron por dos horas y media, e inevitablemente fueron elogiados por los medios tradicionales de comunicación como 'magistrales', 'portentosos' e 'impresionantes'. Jennifer Rubin, editorialista de predilección sionista extrema, calificó a la exposición en el Washington Post como 'espectacular', mientras que el analista en temas legales Jeffrey Toobin calificó a la presentación como 'sorprendente'. Gail Collins, del New York Times, dijo de ella que fue 'un buen trabajo; agregando que Schiff es ahora una 'estrella de rock'. El medio online Daily Beast apuntó que los comentarios del congresista 'quedarán en la Historia', y el activista político progresista Ryan Knight la catalogó como 'un cierre argumental para la posteridad'. De igual manera, Hollywood se subió al carro, con la actriz Debra Messing publicando en Twitter: 'Voy a llorar. Gracias, presidente Schiff, por luchar por nuestro país'.


En rigor, el adjetivo que mejor califica para evaluar la exposición de Schiff es 'perturbadora', y no necesariamente debido a la elaboración por él compartida respecto de delitos mayores y menores perpetrados por el presidente Trump, gran parte de lo cual es innegablemente cierto, aún cuando no necesariamente es material para justificar destitución. El discurso de Schiff fue de temer, porque fue una ponencia de un promotor de la guerra, repleto de menciones a Rusia, a la 'interferencia' de Moscú en los comicios de 2016, y a la ridícula proposición de que, si Trump llegara a ser derrotado en 2020, Rusia incluso podría intervenir militarmente en los Estados Unidos para respaldar a su pretendido títere. Schiff insistió en que Trump debe ser eyectado de la Casa Blanca, ahora para 'garantizar la integridad' de las elecciones de 2020. Profundizó en torno de una sentencia ambigua, señalando: 'La inconducta del presidente no puede decidirse en una urna de votos, por cuanto no podemos garantizar que ese voto ha sido ganado adecuadamente'.

Adicionalmente, Schiff se aferró a una de las más repetidas aunque paupérrimas excusas para ir a la guerra, diciendo que la asistencia militar para Ucrania que había sido demorada por Trump era esencial para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Dijo al respecto: 'Conforme lo señalara un testigo en oportunidad del proceso de destitución, Estados Unidos asiste a Ucrania y a su pueblo para que podamos combatir a Rusia allí, y no tengamos que combatir a los rusos aquí'.

Schiff es un abogado que jamás debió arriesgar su vida por razón alguna, y cuyo hijo suele llevar puesta una camiseta con la inscripción MOSSAD, es uno de esos prominentes soldados que ven muy bien el sacrificio de la vida de terceros. El periodista Max Blumenthal observó alguna vez: 'Los progresistas solían burlarse de los simpatizantes de Bush cuando utilizaban sus eslóganes para promocionar la guerra en Irak. Ahora, los progresistas utilizan esas mismas líneas para justificar una guerra subsidiaria de orden imperialista, contra una potencia nuclear'Aaron Mate, en The Nation, agregó: 'Después de tanto hablar sobre la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016, ¿por qué mejor no se habla de los promotores de miedo, histeria y Russiagate como Schiff? Supongamos por un momento que Ucrania hizo lo que Trump quería: comenzar a investigar a Burisma. ¿Acaso eso le quitaría legitimidad a la elección de 2020? Esto debe ser broma'.

En Antiwar, Daniel Lazare explica por qué el discurso de Schiff del miércoles fue 'una cantinela de promoción del miedo y de promoción de la guerra, que no solo elevará las tensiones con Rusia sin existir razones de peso para ello, sino que también enviará un perturbador mensaje a la disidencia del Partido Demócrata a nivel doméstico, esto es, que si se desvían en apenas una coma de la ortodoxia del Russiagate, serán dejados de lado'.

La ortodoxia a la que Lazare se refería se vincula con la narrativa obligada de Nancy Pelosi y Chuck Schumer, que reza que Rusia invadió a la 'pobre e inocente Ucrania' en 2014, que interfirió en las elecciones de 2016 para derrotar a Hillary Clinton, y que actualmente intenta esmerilar a Joe Biden. Uno podría apuntar que el creciente consenso ilustra que Rusia podría volver a interferir para ayudar a Trump, éste 2020. Pero esa narrativa no menciona el modo en que Estados Unidos intervino en Ucrania para remover al gobierno en primer lugar, como tampoco se dice que hay algo desagradable en la cuestión del hijo de Biden siendo designado en un puesto por un notable oligarca corrupto ucraniano, mientras que su padre era vicepresidente en EE.UU. y, supuestamente, redirigiendo convenientemente la asistencia americana para motorizar un esfuerzo anticorrupción en Ucrania.

El miércoles de referencia, Schiff argumentó: 'Rusia no es una amenaza... solamente para la Europa Oriental. Ucrania se ha convertido en territorio de ensayo de facto para los formatos de guerra híbrida definidos por los comienzos del siglo XXI: ataques cibernéticos, campañas de desinformación, esfuerzos a criterio de comprometer la legitimidad de instituciones democráticas, ya se trata de sistemas de votación como de sistemas utilizados en los mercados financieros. El Kremlin nos ha mostrado, en 2016, las malignas habilidades que utilizó en Ucrania, pero que no quedarán allí. Más aún, Rusia las empleó aquí para atacar a nuestras instituciones, y volverá a hacerlo'. No sorprendería que, si uno se toma la molestia de sustituír 'Estados Unidos' por 'Rusia', y si cambia 'Kremlin' por 'Irán' o 'Venezuela', el comentario de Schiff se vuelve mucho más creíble.

La compulsión de los Demócratas por destruir a Trump para no tener que lidiar el partido con sus propios fallos internos, ha llevado a un cambio profundo en su política exterior establecida, posicionando en la cima a los neoconservadores y a sus amigos otra vez en el comando y control. Para Schiff, quien ha respaldado con entusiasmo todo esfuerzo militar estadounidense desde el 11 de septiembre de 2001, hoy Rusia es el renacer de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 'y no hemos de olvidarlo, amigos!'. Mientras tanto, Newsweek ha informado que las fuerzas militares estadounidenses sí están leyendo la borra del café, preparándose para combatir a los rusos. En la perspectiva de Schiff, Trump debe ser detenido, dado que es parte de una gigantesca conspiración rusa cuyo fin es demoler todo aquello que EE.UU. representa. Si el Kremlin no es detenido ahora, dice Schiff que el primer paso que dará Moscú será 'redibujar, por la vía militar, todo el mapa de Europa'.

El errático comportamiento de Donald Trump ciertamente ha preocupado a muchos de sus ex simpatizantes, pero lo cierto es que el Partido Demócrata no propone otra cosa sino apoyar al establishment belicista de George W. Bush y Barack Obama contra el mundo. La sociedad estadounidense ya ha tenido suficiente de eso durante los últimos diecinueve años. Trump quizás haya merecido la destitución -si hemos de basarnos en lo actuado por él-, pero el argumento para justificarlo es importante, por cuanto la narrativa anti-rusa carece por completo de sentido. Resulta perturbador que la persona que promociona esa postura sea alguien que cuenta con verdadero poder en el gobierno: Adam Schiff, líder del Comité de Inteligencia en la Cámara de Representantes.


Artículo original, en inglés, en éste link | Traducido y republicado con permiso del autor y del sitio web Strategic Culture Foundation (Estados Unidos)



 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.