INTERNACIONALES: LEGISLADOR JIM BANKS; EE.UU.

Cuando China recurre al expansionismo, Estados Unidos debe responder

El presidente estadounidense Donald Trump se ha comportado con firmeza contra China...

05 de Diciembre de 2019

 

El presidente estadounidense Donald Trump se ha comportado con firmeza contra China, como no lo ha hecho ningún otro jefe de Estado americano. Liberado de la carga que implica el consenso sobre 'normalización' que ya lleva cuarenta años en Washington, el mandatario cuenta con la capacidad para ver a China como lo que es: una dictadura explotadora desde lo económico, que abusa de los derechos humanos.
 
Represión china en Hong Kong, Derechos humanos, ViolenciaGracias a la claridad exteriorizada por el presidente Trump, el Poder Ejecutivo trabaja hoy con esmero, a efectos de lidiar con la amenaza militar, económica y tecnológica consignada por la República Popular China.
 
Más recientemente, el pasado 26 de noviembre, el presidente firmó el Acta 2019 en favor de los Derechos Humanos y la Democracia en Hong Kong, convirtiéndose aquélla en Ley.
 
La letra de esa legislación en particular ordena la redacción de una profunda revisión, desde el Departamento de Estado, en torno del tratramiento que China obsequia a Hong Kong. Si Pekín se involucra de manera agresiva en los asuntos de Hong Kong, pues entonces Estados Unidos revocará el status comercial especial de Hong Kong.
 
Mientras el proyecto de ley allanaba el camino para arribar a la Casa Blanca, Hong Kong llegó a los titulares debido a las manfiestaciones pro-democracia. Las recurrentes protestas fueron iniciadas por cambios propuestos a la ley de extradición en Hong Kong. Bajo aquélla proposición, cualquier persona acusada de un delito por alguien perteneciente al Partido Comunista Chino -ciudadanos estadounidenses incluídos- podrían ser extraditados a la China continental.   
 
Apenas la pasada semana, los votantes de Hong Kong respaldaron masivamente la realización de manifestaciones. En los comicios electorales distritales, los candidatos demócratas obtuvieron casi el 80% de las bancas en disputa.
 
La ciudadanía hongkonesa desea -y merece- democracia. El Acta para la Democracia y los Derechos Humanos de Hong Kong en el congreso estadounidense subraya y reafirma el compromiso de los Estados Unidos de América en favor de cualquier sociedad que sea reprimida por dictaduras y sistemas de gobierno autoritarios.
 
No obstante, nuestra nueva legislación es mucho más que un recordatorio del respaldo estadounidense por la democracia. Es, en rigor, la más reciente señal que ilustra la reorientación de la política exterior americana.
 
La misma consigna un cambio de rumbo, promocionada por el reconocimiento presidencial de que China se esfuerza para, activamente, comprometer la posición de los Estados Unidos como la mayor superpotencia del planeta. Cuando la República Popular China actúa echando mano de su ambicioso expansionismo y amenaza la soberanía de sus vecinos, Estados Unidos debe responder.  
 
El excepcionalismo estadounidense siempre ha justificado los esfuerzos de este país a la hora de cimentar la propia posición en el concierto mundial. Pero la competencia con China es distinta a cualquier otro sistema de competencia al que hayamos asistido en el pasado, como sucediera con Alemania o con el Japón, por ejemplo.
 
Nuestra competencia versus China se parece a nuestro antiguo desafío contra el expansionismo soviético durante la Guerra Fría. Como en aquella puja, Estados Unidos hoy hace frente a un régimen comunista que envía a algunos de sus ciudadanos a campos de trabajos forzados, al tiempo que los priva de sus libertades fundamentales.
 
Infortunadamente, no necesitamos respaldarnos en comparaciones históricas a los efectos de describir la vida en el seno de la esfera de influencia de China. Por estos momentos, el pueblo de Hong Kong está siendo sometido a ese destino -y no es agradable.
 
La figura del jefe ejecutivo de Hong Kong es 'elegida' por un comité compuesto por 1.200 funcionarios, designados por el favor de Pekín. Una red de cámaras de vigilancia cruza la ciudad de lado a lado, y cada movimiento de sus residentes es grabado celosamente por el gobierno central.
 
Los ciudadanos que se manifiestan a favor de la democracia, en primer término, decidieron evadir esos circuitos cerrados de televisión cubriendo sus rostros, hasta que el gobierno recurrió a la ley marcial e impuso una prohibición para circular con la cara tapada. La policía de Hong Kong le ha disparado con armas de fuego a los manifestantes.
 
Estados Unidos es la única nación que se interpone entre China y el resto del mundo. Tenemos la responsabilidad de morigerar el daño que Pekín le ha inflingido a Hong Kong. Sin embargo, la mayor de nuestras responsabilidades es impedir que el globo padezca idéntico destino.
 
La Administración se encuentra, por estas horas, negociando un acuerdo comercial más justo con la República Popular China, desafiando acciones de Pekín tales como el robo de propiedad intelectual, que se ejecuta a través de firmas tuteladas por China, como es el caso de Huawei y ZTE. Asimismo, el gobierno estadounidense trabaja para equipar mejor a nuestras fuerzas armadas.
 
Por desgracia, un congreso americano dividido ha impedido que se proceda a legislar de manera acorde. Todo el conjunto de los funcionarios electivos de los Estados Unidos deberían trabajar mancomunadamente para hacer frente a la amenaza china.
 
¿Por qué el congreso de los EE.UU. no ha aprobado aún una legislación que prohíba a cuentas federales de retiro inviertan en China? El proyecto de quien esto escribe, catalogado como HR 2903, hace precisamente eso.
 
El Departmento de Educación se encuentra investigando donaciones realizadas desde el extranjero hacia nuestras universidades, poniendo fin a un mecanismo de influencia de larga data. Mientras tanto, el congreso ha perdido tiempo a la hora de resguardar a nuestros claustros universitarios frente a Pekín. Mi proyecto, HR 1678, exigiría -de ser aprobado- que los estudiantes de intercambio oriundos de países adversarios firmen documentación previo a involucrarse en actividades de investigación sensibles, vinculadas a la seguridad nacional.
 
Ambos proyectos mencionados son apenas un pequeño atisbo de sentido común. Son proyectos legislativos que están siendo extraviados, en el fragor del Congreso número 116 de nuestra historia.
 
El Acta por la Democracia y los Derechos Humanos en Hong Kong se encuentra íntimamente alineada con las prioridades de política exterior de la Administración Trump, y consigna un sólido paso hacia adelante para nuestro congreso. Pero la amenaza China no se desvanecerá, y continuará exigiendo se planteen aproximaciones coherentes.
 
Uno espera que mis colegas legisladores acepten la realidad que hace a esta competencia entre superpotencias en pleno siglo XXI. Si así no lo hicieren, le habremos fallado a los Estados Unidos, a Hong Kong, y al resto del mundo.


Artículo original, en inglés, en éste link


* Jim Banks es legislador por el Partido Republicano, en la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, por el tercer distrito legislativo del estado de Indiana.