ECONOMIA INTERNACIONAL: NICOLAS LORIS

Acuerdo Climático de París: costos económicos devastadores y beneficios inexistentes

Estados Unidos acaba de dar un paso de magnitud al abandonar el Acuerdo de París...

06 de Noviembre de 2019

 

Del Editor: Estados Unidos acaba de dar un paso de magnitud al abandonar el Acuerdo de París, convenio entre naciones referido al cambio climático. El Secretario de Estado Mike Pompeo declaró: 'Hoy, Estados Unidos ha iniciado el procedimiento para retirarse del Acuerdo de París. En conformidad con los términos de ese convenio, Estados Unidos remitió la notificación formal de su salida a Naciones Unidas. El evento cobrará vigor un año después de entregada la notificación'..

 

Cambio climático, Acuerdo de ParísPompeo agregó a su comentario oficial, compartida el pasado lunes, lo siguiente:

Tal como él mismo lo informara en sus anuncios del 1ero. de junio, el presidente Donald Trump tiene la razón al retirarse del Acuerdo de París. Mientras que, en efecto, el clima está cambiando y la actividad humana tiene un rol en ello, las probabilidades de que tenga lugar una catástrofe climática son sencillamente poco realistas y no se respaldan en evidencias concretas.

Pero, aún si se pudiere probar la eventual ocurrencia de una catástrofe en ciernes, el Acuerdo de París en sí mismo haría poco o nada para alterar favorablemente el clima. A efectos de que se pueda verificar un impacto de cualquier índole en las variables climáticas, el mundo entero debería, o bien rápidamente modificar el modo en que consume energía, o sencillamente mantenerse en un perpetuo estado de subdesarrollo. Ambas opciones nada tienen que ver con la realidad.

Mientras que numerosos países están extendiendo rápidamente el empleo que hacen de energías renovables, los pronósticos explicitan que el carbón, el crudo y el gas natural continuarán proporcionando el grueso de la energía que el mundo necesita, bien entrado el futuro. Para las naciones en vías de desarrollo, la más alta prioridad es reducir la pobreza energética de la ciudadanía, y mejorar los estándares de vida de esos ciudadanos.

Aquellos países que claman por medidas en torno del cambio climático son, precisamente, quienes más deberían enfurecerse con los vergonzosos caracteres que hacen al Acuerdo de París. Algunos han celebrado como un logro histórico el que países desarrollados y en vías de desarrollo procedan a mantener reuniones para atender a este tema; pero eso nada tiene de logro celebrable.

Sin registrarse mecanismos de contralor, y sin proponerse repercusiones para quienes fracasan a la hora de cumplimentar con sus objetivos de emisión de gases, lo cierto es que las naciones cuentan con libertad para hacer lo que quieran, lo cual significa que continuarán con su trayectoria de comportamiento habitual sin realizar mayores cambios. La República Popular China, por ejemplo, puede llegar al punto más elevado en sus emisiones hacia el año 2030, sin importar que toda proyección indique que las emisiones caerán previo a esa fecha.

Por su parte, la República de la India ha prometido reducir el nivel de sus emisiones, o bien recortar sus emisiones de carbón de acuerdo a su PBI. Ese ratio podría disminuir, siempre y cuando las emisiones derivadas del carbón crezcan por debajo del crecimiento del PBI -pero las emisiones de carbón continuarán aumentando, en cualquier escenario.

En rigor, la India se comprometió a un modelo de reducción de emisiones que claramente es menos de lo que ese país puede lograr, de continuar por la senda que ha transitado hasta hoy. En otras palabras, se ha fijado una vara tan baja, que puede permitirse continuar actuando como hasta ahora en lo que a intensidad de emisiones respecta y, de igual manera, mostrarse ante el mundo como un héroe climático.

Tal como lo escribiera sarcásticamente Oren Cass, analista en el Manhattan Institute en un reciente trabajo: 'Es fácil bajar de peso, desde 175 libras, si Usted empezó pesando 180'.

Paquistán, mientras tanto, mostró más sinceridad en relación a sus proyectos para reducción de emisiones, declarando crudamente: 'Dado el futuro crecimiento económico y el crecimiento asociado con el sector energético, se espera que el punto más alto en emisiones de Paquistán tenga lugar mucho más allá de 2030. Un incremento exponencial en las emisiones derivadas del efecto invernadero durante muchas décadas, tiene la probabilidad de ocurrir previo a verificarse cualquier reducción de las emisiones'.

Así las cosas, las metas de cumplimiento con el Acuerdo de París son abismales. De hecho, una mayoría de países rápidamente fracasarán al momento de cumplir con los objetivos comunicados.

La esperanza originaria al respecto de que, de alguna manera, la contribución de cada país llevaría a otros a hacer lo mismo o a 'hacer más' no está funcionando. El acuerdo fue una colección de compromisos definidos, pero sin acordarse medidas desde las cuales reforzar el cumplimiento. La iniciativa estuvo destinada al fracaso, desde el inicio.

En la perspectiva estadounidense, el apegarse a los compromisos promocionados por la Administración Obama consignaría un contundente perjuicio económico para los Estados Unidos de América, empujando los precios de la energía hacia arriba -lo cual apenas significaría uno de los tantos costos. Los ciudadanos estadounidenses deberían, en consecuencia, pagar más por alimentos, sistema de salud, educación, indumentaria, y otros bienes y servicios que demandan su cuota de consumo de energía.

El carácter incremental de estos costos se extendería hacia el conjunto de la economía, reduciendo el crecimiento económico y aumentando el desempleo. Analistas de Heritage Foundation, en Washington, D.C., estimaron que las regulaciones y normativas planteadas para poder cumplir con los compromisos fijados por la Administración Obama impondrían los siguientes costos, hacia el año 2035:

 

  • Una pérdida general de 400 mil empleos, la mitad de los cuales corresponderían con el sector manufacturero.
  • Una pérdida total promedio superior a los US$ 20 mil, por cada núcleo familiar de cuatro integrantes.
  • Una pérdida agregada en el PBI, del orden de los US$ 2.5 billones (en inglés, trillions).

Otras naciones contarían con vía libre para hacer lo que quieran, de acuerdo a los términos del acuerdo de referencia; pero, si Estados Unidos se hubiese mantenido en ese concierto, no hay dudas de que una multitud de presentaciones judiciales hubiesen forzado a EE.UU. a mantener esos compromisos.

Para empeorar las cosas, las regulaciones climáticas que ilustran al objetivo estadounidense podrían no conseguir los resultados prometidos, lo cual hubiese conducido a todavía más regulaciones y normativas. Y eso podría ser sólo el principio: el Acuerdo de París exige que los objetivos sean modificados y redactados con mayores exigencias en cada oportunidad, lo cual aumentará aún más los costos de cumplimiento. Estos esfuerzos harían retroceder a los Estados Unidos, al reimplantarse políticas onerosas y poco efectivas que la Administración actual ha comenzado a desarmar.

En lugar de este tema, el Congreso debería centrarse en la aprobación de políticas de orden pragmático que efectivamente lleven a la innovación energética y al sincero resguardo del medioambiente.

 

 

Artículo original, en inglés, aquí

 

Sobre Nicolas Loris

De profesión Economista, Loris desarrolla análisis con foco en energía, medio ambiente y regulación estatal, en el think tank estadounidense Heritage Foundation, Washington, D.C. Publica periódicamente su trabajo en el medio The Daily Signal.