INTERNACIONALES: JUAN DAVID GARCIA RAMIREZ

Chile y España, jaqueados por la anarquía

La maleable y pueril opinión pública occidental, ávida de espectáculo en las titulares...

31 de Octubre de 2019

 

La maleable y pueril opinión pública occidental, ávida de espectáculo en las titulares, ha aplaudido durante semanas las imágenes de terrorismo urbano registrado alrededor del mundo, desde el incendio de varias estaciones y trenes del metro de Santiago de Chile, hasta los disturbios en el centro de Barcelona que, a la fecha, se mantienen.

Violencia en Barcelona y ChileTitulares del estilo '¡Chile despertó!', o 'Cataluña reclama libertad' se presentan tan desenfocados de la realidad chilena o española, que confunden al televidente o al usuario desde las redes sociales, en donde se multiplican fotos y videos de jóvenes encapuchados y furiosos que destruyen el mobiliario urbano, edificios públicos o la infraestructura del transporte -el cual fue pagado con el dinero de los contribuyentes.

Acaso deliberada y malintencionadamente, las principales cadenas noticiosas omiten referirse a quienes cometen actos de vandalismo como delincuentes, asaltantes u hordas de desadaptados, para marcar el contraste entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad, encargadas de restablecer el orden y resguardar los derechos y libertades de todos los ciudadanos, especialmente, de aquellos que se ven afectados por las protestas en sus vecindarios, comercios, transporte y lugares de trabajo.

Estos dos escenarios, que lejos están de ser los únicos en el mundo por estas épocas -dado que también se observan movimientos de manifestantes en Ecuador, Colombia, Líbano y Nicaragua, por mencionar solo algunos- constituyen un paradigma del engaño y de la manipulación mediática, con frecuencia al servicio de un globalismo obsesionado con la prooción del caos y de la justificación urgente de un gobierno mundial. En primer término, la narrativa detrás del supuesto despertar de Chile reposa en la idea de que los jóvenes se manifiestan contra un sistema económico injusto, un gobierno autoritario y una sociedad desigual, que les han negado toda oportunidad para desarrollarse. Sin embargo, y al mismo tiempo, esos inconformes y rebeldes se abrazan a banderías comunista o anarquistas (en donde no escasena los retratos de Salvador Allende), o bien entonan delirantes las canciones de Mercedes Sosa, todos éstos, elementos vinculados a un modelo económico-social que solo ha compartido sonoros fracasos e igualdad en la miseria, dondequiera que se ha puesto a prueba. En rigor, Chile no ha dejado de ser la nación más próspera de América Latina, exhibiendo el mayor índice de libertad económica de la región, y tanto los adultos como quienes hoy reclaman cambio, viven ostensiblemente mejor que las generaciones anteriores. Sin embargo, las transformaciones que exigen apuntan en la dirección de Cuba y Venezuela, pues desde la escuela se les ilusionó con la conquista de la utopía socialista.

Y lo propio sucede con el foquismo y la violencia desatados en Barcelona. Impulsados por el ala radical del nacionalismo e independentismo catalán, centenares de jóvenes que comparten esa tendencia estuvieron a punto de arrasar con el centro histórico de la capital de Cataluña. Objetivamente, se evidencia una marcada división en la sociedad catalana: por mitades casi iguales, un sector busca la escisión de España, mientras que el otro se propone conservar la unidad -considerándose tan español como catalán.

Una vez más, numerosos medios de comunicación europeos se han apresurado a difundir la impresión de que en Madrid existe un régimen dictatorial que reprime las libertades de los ciudadanos y que impide a los catalanes su derecho a la autodeterminación.

Chile y España son democracias liberales consolidadas, amén de encomiables y, en esa virtud, cobra evidencia el afán desestabilizador de ciertos poderes de confesión totalitaria que, sin mediar la geografía, arengan al desorden y la destrucción. 

 
Sobre Juan David García Ramírez

Columnista regular en el periódico El Colombiano (Medellín) y en El Quindiano (Armenia, Colombia). También se desempeña como analista político para diversos programas radiales y televisivos en América Latina, compartiendo apuntes y notas sobre temas políticos vinculados a Colombia, y asuntos internacionales.