INTERNACIONALES: DR. JAMES JAY CARAFANO

Donald Trump no desea pequeños acuerdos nucleares; y es la postura correcta

Por estas horas, se multiplican las voces que exigen que el presidente estadounidense Donald Trump...

04 de Octubre de 2019

 

Por estas horas, se multiplican las voces que exigen que el presidente estadounidense Donald Trump firme pequeños acuerdos nucleares con la República Islámica de Irán o con Corea del Norte. Sin embargo, todos los argumentos que respaldan esa alternativa son incorrectos.
 
Donald Trump, Firma de acuerdos nucleares, Irán, Corea del NortePara Trump, el sólo hecho de firmar convenios pequeños y poco serios se aleja de sus instintos. De manera coherente, el mandatario estadounidense ha demostrado que tiene olfato para detectar la existecia de una política exterior resbaliza, ni bien la ve.
 
Mientras que el presidente bien podría tener razón a la hora de mostrarse escéptico de cara a estrategias de doble o nada que exigen retroceder o cambios de régimen y salidas similares, al mismo tiempo se muestra cauteloso frente a alternativas que solo sirven como parche y que, a largo plazo, están destinadas al fracaso.
 
Ahora mismo, se multiplican pedidos para que el presidente se aferre a convenios pequeños.
 
Recientemente, algunos reflotaron exigencias para que Estados Unidos ofrezca un lapso de 36 meses en materia de alivio de sanciones a Corea del Norte, a cambio de que ese país comparta muy pequeños pasos orientados hacia una desnuclearización. Hace poco, Irán declaró oficialmente que acordaría retomar negociaciones -siempre y cuando Trump interrumpa las sanciones unilateralmente.
 
De súbito, uno asiste a una plétora de brillantes ideas que proponen resetear la diplomacia frente a naciones paria. Lo que este conjunto de proposiciones tiene en común es que todas ellas exigen que Estados Unidos realice numerosas concesiones, a cambio de obtener poco o nada.
 
Y, obviamente, se trata de acuerdos tontos. Los múltiples miniacuerdos con Corea del Norte que hoy se promocionan son, en rigor, mucho peores que los convenios adoptados por Administraciones anteriores.
 
Y la siguiente es la lista de problemas que comporta la psicología vinculada con el diseño de planes pequeños:
 
1. Atiéndase a quiénes los defienden: son las personas equivocadas. El grueso de estas propuestas proviene de grupos que defienden el control de armas. Estos núcleos prefieren los proceso diplomáticos consolidados sobre el desmedro de logros reales. Esas mismas personas odian todo lo que la presente Administración defiende, y serán los primeros que exigirán arrojar a Donald Trump bajo las ruedas de un autobús, apenas las cosas salgan mal.
 
2. Atiéndase a quiénes terminan siendo favorecidos por esas propuestas: quien se favorece es la contraparte. Los acuerdos pequeños alientan al oponente a pensar que Estados Unidos cede en su estrategia negociadora. Lo cual termina envalentonándolos, debilitando la posición americana. El presidente ha tenido el coraje de presionar a Irán y a Corea del Norte, y obsérvese lo que ha logrado hasta el momento. Corea del Norte está negociando. Incluso Irán admite públicamente que podría retornar a la mesa de negociaciones, de presentarse la oportunidad de un mejor acuerdo que el firmado con la Administración anterior.
 
3. Tómese nota sobre los escasos beneficios que Estados Unidos obtiene: prácticamente, ninguno. En el mejor de los casos, EE.UU. contará con algún compromiso marginal o meramente simbólico que evite tener en cuenta los intereses de seguridad nacional propios en juego -precisamente, las mismas preocupaciones que fuerzan al presidente a poner en juego su poder y su prestigio, para empezar.
 
De igual manera, existe nula ganancia política frente a semejantes acuerdos. Los críticos descartarán un pequeño acuerdo nuclear, en un intento por distraer al público frente a los progresos reales obtenidos.
 
Es poco probable que esos acuerdos pequeños mejoren la popularidad del presidente. Quienes ya lo tienen en buena estima, continuarán respaldándolo. Quienes no lo hacen, no lo apoyarán. Otros tomarán nota de asuntos más importantes, para decidir por cuáles inclinarse.
 
A Trump le precede una reputación que lo acerca a firmar solo acuerdos favorables. Sería poco inteligente de su parte el arriesgar esa reputación en acuerdos de pequeño alcance, particularmente cuando tales acuerdos deben hacer frente a preocupaciones genuinas sobre seguridad nacional.
 
Cuando esos pequeños convenios, inevitablemente, fracasen -tal como sucediera con Corea del Norte e Irán-, la seguridad estadounidense se encontrará en peores condiciones que las que verificaban al comienzo.
 
Como bien lo sabe el presidente, siempre es más difícil ejercitar una campaña de presión que seguir alimentando una que ya comenzó. Una vez que se cede ante la presión -esto es, cuando un acuerdo fracasa-, la credibilidad del jefe de Estado se hunde con esa circunstancia.
 
En sus adentros, el presidente sabe qué hacer con estos adversarios: esperar, hasta que tenga lugar un acuerdo de magnitud.
 
Todos tenemos claro que Donald Trump no iniciará una Tercera Guerra Mundial con Corea del Norte o Irán. Trump entiende perfectamente que esa no es la solución a los problemas. Sin embargo, entiende también que permitir que los adversarios se salgan con la suya, consignaría un monumental error.
 
No todos los términos involucrados en un convenio nuclear deben cumplirse, necesariamente, en un minuto. Existe margen para el desarrollo de fases, todas ellas inmersas en un marco temporal. Pero esas fases deben ser tipificadas al detalle, desde el inicio; y el convenio debe ser único y abarcativo. La contraparte deberá atenerse a los compromisos, siempre y cuando aquéllos certifiquen que no contarán con armas nucleares al final del proceso. Asimismo, deberán acordar -de manera extensiva, completa y verificable- una declaratoria respecto de sus activos nucleares.
 
Sin lugar a dudas, habrá de requerirse una presión mayor -y más tiempo- a criterio de concretar un acuerdo de índole abarcativa. ¿Cuánto tiempo? Pues, todo el que sea necesario; porque las soluciones positivas y sostenibles merecen la pena esperar.
 
Cuando el presidente Trump se desempeñaba en el sector privado, se propuso construir solo el mejor de los edificios -construcciones de las que uno pudiera sentirse orgulloso, y que pudieran sobrevivir al tiempo. Como jefe de Estado, desea que la política exterior sobreviva a la prueba del tiempo, de igual manera. Y que los ciudadanos estadounidenses puedan enorgullecerse en el proceso.
 
Los acuerdos pequeños sólo son un legado en la forma de pálidas excusas.


Artículo original, en inglés, aquí

 
 
Sobre Dr. James Jay Carafano

Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.