INTERNACIONALES: CARLOS ANDRES GOMEZ RODAS

Colombia: como lobos rapaces, segunda parte

Continuando con una entrega anterior, hay que reseñar que, en los últimos quince días, han ocurrido tres...

19 de Septiembre de 2019

 

Hay más marxistas en la Iglesia Católica que en los partidos políticos.


Damián Galerón, historiador y teólogo español
 
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La teología de la liberación inicia con el hecho de la insurrección.


Sharon Welch, teóloga y feminista estadounidense



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Continuando con una entrega anterior, hay que reseñar que, en los últimos quince días, han ocurrido tres acontecimientos fundamentales en Colombia que confirman lo dicho a inicios de septiembre y muestran perspectivas mucho más preocupantes acerca de la estrecha relación entre la estructura eclesiástica católica del país suramericano y los grupos narcoterroristas, sobre todo, tomando en cuenta que, frente al rearme de un sector considerable de las FARC, el episcopado sigue haciendo llamados absurdos al pacifismo y a continuar con un proceso de paz abortado desde que comenzó con las mentiras, intrigas e infamias del peor presidente de Colombia: Juan Manuel Santos.

Cura CamiloEl miércoles 21 de agosto, en la emisión No. 71 del programa radial 100 preguntas y respuestas para comprender el conflicto colombiano (ver aquí), transmitido por la emisora de la Universidad Nacional de Colombia UN Radio ―fruto de un libro de título homónimo escrito por varios académicos colombianos―, Francisco Antonio Cadena Collazos, sacerdote católico y exintegrante de las FARC, más conocido como 'el cura Camilo', hizo importantes y reveladoras declaraciones acerca del vínculo entre las tendencias modernistas y comunistas dentro de la teología católica y la subversión que continúa hasta hoy, con el disfraz de una paz que no se verifica en los hechos. 

En primer lugar, 'el cura Camilo' afirmó que su trabajo como sacerdote continúa ―pues, al parecer, la Santa Sede no ha procedido a excomulgarlo, como es debido y como sí ha hecho con otros sacerdotes por cuestiones mucho menores o hasta carentes de falta canónica alguna― y que, ahora, su tarea 'es hacer de la pedagogía de paz un anuncio de una nueva realidad para Colombia porque el Acuerdo de Paz es una ruta nueva de una nueva realidad para Colombia'. Por otro lado, frente a la pregunta del conductor del programa acerca del papel del Concilio Vaticano II y la Teología Marxista de la Liberación en su vida, la respuesta del 'Cura Camilo' fue contundente y da ejemplo de claridad a muchos académicos que, por temor a las consecuencias, no hablan con la transparencia y concreción debidas en temas tan trascendentales para comprender la naturaleza de los conflictos armados de América Latina. Sus palabras fueron: 
 

'El Vaticano II es como la puerta de entrada que permitió que naciera la Teología de la Liberación, y eso se concretó en la reunión de los obispos latinoamericanos, en Medellín, en el año 68. Ya había muerto Camilo Torres y nosotros, entonces ―los sacerdotes nuevos, digamos así, los que más nos interesaba ser hijos del pueblo y para el pueblo creyente― nos propusimos, realmente, buscar el camino para servir al pueblo y ese camino lo encontramos, incluso, organizando grupos de trabajo pastoral en las diócesis, entonces teníamos cierta autonomía, muy buena, y se trabajaba con el pueblo y para el pueblo'.

 

Más adelante, 'el cura Camilo' deja claras las connotaciones de su 'trabajo pastoral' cuando señala que su decisión de ser revolucionario y unirse a la lucha armada se concretó mucho más con el testimonio de Camilo Torres ―sacerdote apóstata que, después de treinta días de haberse unido a la guerrilla, murió combatiendo en las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN)― y del obispo brasileño Hélder Cȃmara, uno de los mayores promotores de la Teología Marxista de la Liberación en América Latina y gran culpable de las convulsiones que ha sufrido esta región del globo y de la corrupción doctrinal de la fe a nivel mundial.

Cualquiera que escuche las opiniones y declaraciones del 'cura Camilo' puede preguntarse si el rearme de un porcentaje considerable de las FARC fue una broma macabra del destino o un guiño de Dios, pues este fue anunciado, exactamente, ocho días después de la transmisión de la entrevista en el programa radial, poniendo en duda la excelencia de los Acuerdos que este delincuente impune pregonó tan irresponsablemente. No es descabellado, tampoco, preguntarse si el susodicho conocía acerca de esta vuelta a las armas de sus compañeros, o si, inclusive, la apoyó, pues para los colombianos sigue siendo difícil confiar en las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) por mucho que ahora se muestren como mansos corderitos o quieran vender el cuento de que el rearme de algunos no significa que hayan fracasado los Acuerdos.

En esta última idea falaz, su esfuerzo no ha tenido que ser muy grande, pues para eso han contado con las voces del episcopado y algunos eclesiásticos comprometidos en los entes creados para establecer ―habría que decir 'imponer'― los Acuerdos de La Habana en las distintas esferas de la sociedad. Uno de los primeros en pronunciarse fue el P. Francisco de Roux, quien, implícitamente, condenó cualquier acción armada contra los narcoterroristas alzados en armas con un discurso que brilla por su pacifismo estéril y por su alejamiento de la doctrina católica genuina, como algunos laicos le hicieron ver en columnas de opinión (Leer aquí). Según el exprovincial de los jesuitas en Colombia: 'La paz ha sido frágil e imperfecta, pero nos tomó un esfuerzo descomunal. La respuesta no puede ser regresemos a la guerra. Las armas solo han dado dolor' (citado en Macías & Rendón p. 2).

Otra figura importante, Monseñor Elkin Fernando Álvarez, secretario de la Conferencia Episcopal de Colombia, intentó, mediante sofismas, defender la cándida idea de que los Acuerdos de La Habana ―más conocidos entre la población colombiana como Acuerdos de Impunidad debían ser defendidos hasta el final porque la paz era una tarea ardua, sugiriendo que el rearme de las FARC no es más que una dificultad mínima, cuando una persona sensata se da cuenta de que manifiesta que el pacto con un grupo terrorista y comunista nunca es una opción correcta, es decir, lo mismo que el 2 de octubre de 2016 advirtió el NO de los colombianos a los Acuerdos entre Santos y la peor guerrilla de América Latina.

Lejos de corregir su grave error, los jerarcas católicos se reafirmaron en él, cuando el pasado 30 de agosto, las dos universidades pontificias de Colombia, a saberse, la UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA y la PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA, se sumaron a las ocho universidades más revolucionarias del país, incluidas la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de Antioquia, en su apoyo a un Acuerdo nefasto que solo ha permitido injusticias, falsedad y mantenimiento de un conflicto que continúa desangrando a Colombia. Además, hacen un llamado a 'asumir los retos impuestos por la implementación de lo pactado', callando, cómplicemente, que 'lo pactado' está inspirado en una ideología totalmente contraria a la cosmovisión y a la doctrina católicas en todas las esferas de lo humano.

Es momento, pues, de que se supere el secularismo que impide ver las íntimas relaciones entre lo político y lo religioso. Solo un ingenuo o un ignorante pueden defender aquella idea de que estos ámbitos se encuentran incomunicados. Realmente, lo que pasa al nivel de la jerarquía católica explica lo que ocurre en el amplio marco de la política internacional y, por eso, quien quiera comprender por qué Colombia no sale de su tragedia, debe tener un ojo en Bogotá y el otro en Roma. En la primera, hay un presidente débil, carente de vigor y convicción al que casi nadie apoya y, en la segunda, parece haber malos pastores, que, en vez de alimentar y guiar, sacrifican a sus ovejas; y, entonces ¿con esos pastores, para qué lobos?

 

 

Bibliografía

 

Macías, Javier Alexánder & Rendón, Olga Patricia. 'Van al monte, y dicen no a la paz que sí quiere el país' en El Colombiano. 30/08/2019. pp. 2-3
 

Recorte
 



 

Sobre Carlos Andrés Gómez Rodas

Gómez Rodas es Licenciado en Filosofía y Letras y Doctor en Filosofía (Universidad Pontificia Bolivariana; en Medellín, Colombia). Miembro del Centro de Estudios Clásicos y Medievales Gonzalo Soto Posada (CESCLAM). Coautor de los dos tomos del libro '100 Preguntas y Respuestas para Comprender el Conflicto Colombiano'. Es colaborador regular en El Ojo Digital (Argentina) y en el Centro Cultural Cruzada y Razón+Fe (ambos de la República de Colombia).