INTERNACIONALES: JAMES M. ROBERTS

La pelea de Trump contra la agenda progresista del G-7 comportará beneficios

Con éxito, el presidente estadounidense Donald Trump navegó a través del campo minado...

01 de Septiembre de 2019

Con éxito, el presidente estadounidense Donald Trump navegó a través del campo minado desplegado ante él, en oportunidad de desarrollarse la cumbre del G-7 hace pocos días en Francia. No fue sencillo pero, en el proceso, el mandatario americano combatió contra la agenda progresista en modos que lo beneficiarán políticamente.
 
Donald Trump, Emmanuel MacronLos burócratas progresistas de la Unión Europea echan mano de distintas metodologías a efectos de mantener unida a la UE, y también con la meta de que el dinero de los contribuyentes en todo el Viejo Continente continúen fluyendo hacia Bruselas. Una de sus jugadas predilectas consiste en proponer soluciones que ampliarán el alcance del Estado para atender a enormes problemas -como sucede con la desigualdad o con el cambio climático-; aún cuando esos problemas jamás serán eliminados del todo.
 
Tales propuestas se traducen en seguridad laboral de por vida para todo el arco burócrata, y en lucrativos contratos gubernamentales para su círculos de amigotes. Precisamente, lo mismo que los burócratas estadounidenses vienen haciendo.
 
En tal contexto, no fue sorpresa ver al presidente francés Emmanuel Macron referirse a los incendios en el Amazonas, previo al G-7. Macron dio inicio a una serie de diatribas personales contra el nuevo presidente del centroderecha en Brasil, Jair Bolsonaro.
 
Con todos sus desperfectos, y al igual que el mandatario estadounidense, Bolsonaro -quien ha sido calificado como el 'Trump brasileño'- personifica la misma amenaza contra la agenda del progresismo internacional.
 
Si el asunto bajo discusión realmente fueran las políticas medioambientales, entonces Macron y otros líderes europeos del pasado reciente se hubieran ocupado del tema mucho antes. Después de todo, AccuWeather informa que los incendios en la temporada seca de la cuenca del Amazonas han sido iguales, o apenas peores, a los siniestros registrados en los últimos diecisiete años (en 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2010, y 2016).
 
Más aún, el matutino estadounidense The New York Times informó que 'el grueso de los incendios [en la cuenca del Amazonas brasileño] están teniendo lugar en locaciones dedicadas a la agricultura en donde los bosques ya habían sido despejados'.
 
Infortunadamente, muchos de esos focos ígneos fueron iniciados por granjeros que buscaban fertilizar sus campos. Se trata de una práctica antigua, primitiva y retrógrada que aún se emplea en el Tercer Mundo. Pero esto nada tiene que ver con la destrucción de bosques húmedos vírgenes.
 
Asimismo, se han registrado incendios provocados por granjeros y campesinos en la cuenca boliviana del Amazonas, con el objeto de sacar ventaja ante territorio selvático; terrenos que les fueron otorgados por el presidente boliviano de izquierda, Evo Morales, como parte de sus planes estatales de redistribución de tierras.
 
Lo cual ha resultado entretenido para algunos observadores, que tomaron nota de que el villano parece ser Bolsonaro, cuando nada se dice contra Morales.
 
En cualquier caso, el conjunto de estos hechos no entorpeció el avance del lobby del cambio climático, ni el de sus simpatizantes en los medios masivos de comunicación. Todos ellos potenciaron la histeria anti-Bolsonaro, en lo que consignaron como una guerra del presidente brasileño contra el medio ambiente.
 
El hecho de que estos ataques provinieran en la previa del G-7 reveló las verdaderas intenciones detrás de la jugada: el verdadero objetivo de la maniobra era, en realidad, Donald Trump, dado que el presidente estadounidense retiró a su país de los acuerdos climáticos de París. En este caso, Bolsonaro era una excusa para atacar a Donald Trump.
 
Y, ¿quién sale ganando de esos acuerdos de París? Por principio, Francia. ¿Qué mejor país para edificar un enorme sector público que supervise la comercialización a los pecadores de los combustibles fósiles? Finalmente, ¿quiénes controlarían ese enorme aparato estatal? Adivinó Usted: serán los burócratas franceses, que ahora se han garantizado trabajo estatal de por vida.
 
No sorprenderá, pues, por qué Macron tomó la iniciativa, poniendo el foco de la agenda del G-7 en el cambio climático.
 
Asimismo, Macron resucitó una treta de último minuto, invitando al ministro iraní de relaciones exteriores a la cumbre del G-7, con la meta de avergonzar a Trump. Franceses y alemanes aún están furiosos con Trump, por haber retirado éste a los Estados Unidos del acuerdo nuclear firmado por los líderes de esas naciones y el ex presidente Barack Obama.
 
Las sanciones interpuestas por los Estados Unidos de América contra la República Islámica de Irán en la Era Trump ha dificultado a los europeos la comercialización de sus bienes manufacturados con alta tecnología al brutal régimen de Teherán. En apariencia, no se han visto mayormente conmovidos por el hecho de que Irán representa una amenaza existencial contra el Estado de Israel. Después de todo, siempre se puede ganar más dinero comerciando con los iraníes.
 
El presidente estadounidense tuvo la razón de su parte cuando decidió retirarse del acuerdo por el cambio climático y de otros 'nichos' que caracterizaban a esa agenda (tal como la Casa Blanca lo cifrara). Tuvo también la razón Trump al insistir en que los líderes del G-7 invirtieran más de su tiempo en cuestiones de política económica de magnitud. Esa muy necesaria discusión, que refiere a la coordinación de políticas económicas en el G-7, se llevó a cabo bajo la gigantesca sombra que proyecta la República Popular China.
 
Trump ha reafirmado el liderazgo estadounidense en el concierto internacional, especialmente al explicitar posturas más sólidas ante las acciones cada vez más depredatorias y agresivas de China bajo el presidente Xi Jinping, las cuales han comprometido al sistema de comercio global.
 
De igual manera, China ha cometido otra serie de 'pecados capitales' (si han de citarse las palabras del consejero comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro), incluyendo el robo de propiedad intelectual, transferencias forzadas de tecnología, y guerra cibernética.
 
Finalmente, las acciones de China no solo afectarán a los Estados Unidos, sino a las democracias respaldadas en el libremercado de todo el globo. Sin lugar a dudas, otros líderes del G-7 le han dado la bienvenida al hecho de que, finalmente, Estados Unidos ha reafirmado su liderazgo a la hora de confrontar con Pekín.
 
La soledad caracteriza a quienes están en la cima, conforme le fue recordado a Trump en una nueva cumbre. Pero se trata de un combate que bien vale la pena librar, en resguardo de los Estados Unidos de América y del mundo libre.
 
 
Artículo original, en inglés, aquí
 
 
 
Sobre James M. Roberts

Es Analista en temáticas de Libertad Económica y Crecimiento en el Centro para Comercio Internacional y Economía (CITE). Responsable de tareas de investigación, desarrollo y análisis del Indice de Libertad Económica (desarrollado en conjunto entre la Fundación Heritage y The Wall Street Journal). Sirvió durante 25 años en el Departamento de Estado, desempeñándose en el servicio exterior en las embajadas de los Estados Unidos en México, Portugal, Francia, Panamá y Haití