INTERNACIONALES: ALEXIS MRACHEK

Las protestas en Moscú revelan discrepancias en la democracia rusa

Durante las últimas semanas de julio pasado, sorpresivos eventos tuvieron lugar en Moscú...

28 de Agosto de 2019

 

Durante las últimas semanas de julio pasado, sorpresivos eventos tuvieron lugar en Moscú. Se registraron violentas manifestaciones -las más grandes que han tenido lugar en ese país, en una década-, y más de 1.300 personas fueron detenidas.

Protestas en MoscúLos manifestantes exigieron que figuras políticas disidentes tuvieran permitido tomar parte en los comicios municipales, pautados para el próximo 8 de septiembre. Las autoridades declararon como ilegal a esa protesta, pero miles de ciudadanos rusos se movilizaron de todos modos -al grito de '¿Dónde está mi firma?' y '¿En dónde está mi candidato?', hasta clamar 'Rusia será libre!'.

Sin embargo, y como ya se apuntara, las manifestaciones llegaron a la violencia. Los protagonistas de las marchas intentaron remover los enrejados de protección instalados por la policía; fuerzas antimotines despejaron a los ciudadanos con un irritante de naturaleza química, mientras que otros se tomaron a golpes con los agentes. Como resultado, numerosos manifestantes fueron heridos.

Las fuerzas de policía apalearon y detuvieron a numerosos activistas de oposición, incluso a dirigentes políticos, como es el caso de Ivan Zhdanov, Ilya Yashin, Valery Rodin, Lyubov Sobol, y Dmitry Gudkov. Las autoridades, poco después, dieron inicio al proceso de sentencias para algunos de ellos, llegando a detenerlos en prisión por hasta dos semanas.

El día siguiente a las manifestaciones, Alexei Navalny fue transferido desde la prisión a un nosocomoio, en virtud de que sufriera una 'reacción alérgica aguda' -así lo expresó su vocera. Su rostro quedó seriamente hinchado, desarrollando una erupción en la piel. El evento dio lugar a escepticismo, porque Navalny nunca había experimentado en su vida una reacción alérgica, conforme lo ha expresado en su sitio web. A partir de este dato, algunos sospechan que pudo haber sido envenenado con un agente químico no identificado.

Y es que, en efecto, Rusia cuenta con un extendido historial en el envenenamiento de figuras políticas de oposición.

En 2006, Alexander Litvinenko, firme crítico de Vladimir Putin, fue envenenado con un té que incluyó la sustancia radioactiva polonio-210 y, en 2018, el ex doble agente ruso Sergei Skripal y su hija Yulia, fueron envenenados tras haber tomado contacto con Novichok, un agente nervioso de la era soviética. A lo largo de los años, Rusia ha envenenado a otras muchas personas, por lo que se evaluó eran comportamientos poco leales para con el Estado.

El 29 de julio, Navalny fue dado de alta del hospital, tras haber sido tratado intensivamente con esteroides. A posteriori, fue devuelto a la cárcel.

Para las elecciones municipales de septiembre en Moscú, hay mucho en juego. El concejo del municipio, controlado por el partido Rusia Unida (pro-Kremlin) es responsable por un 'enorme presupuesto' y cuenta solo con 45 bancas.

Hasta el momento, los funcionarios dedicados a la elección han registrado a casi doscientos candidatos, pero el grueso de ellos se exhibe alineado políticamente con el presidente Vladimir Putin. Los aspirantes de oposición afirman que todas sus posibilidades de participar han sido archivadas debidamente y que han cumplido con los requisitos para tomar parte del proceso electoral, pero sus nombres no aparecen. Factor que motorizó la ocurrencia de las protestas ciudadanas. 

En cualquier caso, lo cierto es que las elecciones libres y justas no son algo corriente en la Rusia de Putin. Cuando tienen lugar protestas, sus protagonistas suelen ser golpeados por fuerzas del orden, mientras que los líderes de oposición tienen por costumbre el terminar en prisión. Por ejemplo, Navalny ha sido ya enviado a la cárcel en más de diez oportunidades, habiendo invertido cientos de días en custodia en los últimos ocho años.

El control que Vladimir Putin ejerce sobre toda variable existente hace difícil la vida para los ciudadanos rusos. La economía ha sufrido golpes, lo cual también ha contribuído a reducir la percepción pública favorable del presidente.

La Constitución Rusa declara, en su primer artículo, que Rusia es un Estado democrático, pero Putin no teme que las encuestas de popularidad le hagan daño pues, de hecho, no se trata de un sistema democrático.


La ciudadanía rusa merece, en efecto, mucho más. Pero, mientras el presidente Vladimir Putin no rinda cuentas sobre lo actuado, difícilmente tendrán lugar cambios favorables.



Artículo original, en inglés, aquí

 

Sobre Alexis Mrachek

Mrachek es asistente investigativa en asuntos vinculados a Asia Central y Eurasia, en el think tank estadounidense The Heritage Foundation (Washington, D.C.). Sus artículos son publicados periódicamente por The Daily Signal.