ESTADOS UNIDOS: CARSON HOLLOWAY

El 4 de Julio y el significado de la ciudadanía estadounidense

La celebración del 4 de Julio invita a cada cual, a reflejarse en el significado de la ciudadanía estadounidense.

04 de Julio de 2019

 

La celebración del 4 de Julio invita a cada cual, a reflejarse en el significado de la ciudadanía estadounidense.

Hoy, ese reflejo se vuelve particularmente necesario, conforme el significado de la ciudadanía estadounidense ha sido distorsionada por la ideología. Como he subrayado en el paper 'First Principles', para el think tank The Heritage Foundation, aquéllas distorsiones pueden subsanarse, simplemente respaldándose en el pensamiento de los Padres Fundadores.

4 de Julio, Estados Unidos, Ciudadanía americana, Ciudadanía estadounidenseVivimos en una era que exige derechos y condiciones de igualdad. Se nos ha condicionado para pensar en la ciudadanía estrictamente en términos de derechos individuales. Existen verdades en esta afirmación, pero eso no es toda la verdad. 

Los Estados Unidos se fundaron en virtud de la enseñanza, con origen en la Declaración de la Independencia, de que todos los seres humanos poseen, en igualdad, ciertos derechos fundamentales -a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Esos derechos naturales no son los derechos del ciudadano, que a su vez depende de la creación de comunidades políticas con características propias. Tampoco el significado más profundo de ciudadanía podrá hallarse en los derechos individuales resguardados por la Constitución.

En su mayor parte, aquéllos derechos -desde protecciones en materia de proceso criminal, o de libertad de expresión y libertad religiosa, por ejemplo- se extienden a todos aquellos que no son ciudadanos de los Estados Unidos, pero que viven bajo la autoridad de este país. En rigor, la ciudadanía no es tanto un esquema en donde se comparten derechos individuales, sino que tiene más que ver con el compartir responsabilidad comunitaria. Los ciudadanos votan, ocupan puestos como servidores públicos, y ofician de jurados. Ellos, por tanto, toman parte en el gobierno de su comunidad, ejercitando el poder en aras del bien común.

Por tal razón, hemos de referirnos a la ciudadanía de manera más apropiada, no solo como si fuese un derecho, sino también un privilegio y una responsabilidad. Ergo, en El Federalista #84, Alexander Hamilton se refirió a 'los privilegios políticos de los ciudadanos en la estructuración y la administración del gobierno'.

Así se explica por qué los privilegios de la ciudadanía son un aspecto celosamente resguardado, y se explica también por qué ciertas jurisdicciones en los Estados Unidos niegan algunos privilegios de la ciudadanía -como ser el votar- frente a aquellos que, por ejemplo, son demasiado jóvenes para ejercitar responsabilidad, o frente a aquellos que han demostrado no tener respeto por el bien de la comunidad, al quebrantar la ley.

Asimismo, vivimos en una época en la que se veneran la diversidad y la inclusión. Se nos suele recordar periódicamente, que los principios fundamentales de los Estados Unidos de América permiten que cualquiera, de cualquier nacionalidad y antecedentes, se convierta en ciudadano estadounidense. Nuevamente, esto es cierto; pero no en toda su extensión.

Los Estados Unidos fueron fundados a partir de la doctrina de derechos de la Declaración de la Independencia, la cual es aplicable a todos los seres humanos. Dado que la identidad de los estadounidenses como pueblo reposa en el respeto por tales derechos, y no por compartir 'linaje' o 'suelo' comunes, cualquier persona puede convertirse en ciudadano. A tal efecto, la ciudadanía estadounidense puede ayudar a la persona a manifestar cierto tipo de diversidad que no podría exhibir en otras naciones donde, por ejemplo, la identidad nacional tenga relación con la pertenencia a una etnia.

No obstante, los Padres Fundadores también pusieron énfasis en el criterio de unidad que la ciudadanía exige: unidad es coherente con el respeto por (junto con su capacidad de defender) los principios de nuestro estilo de vida político. Esta es la razón por la cual los Padres Fundadores, siendo tan disímiles entre ellos, como Hamilton o Thomas Jefferson, insistiendo ambos en que los Estados Unidos deberían ponderar con cautela a la ciudadanía, a los efectos de que los recién llegados de otras latitudes respeten nuestro estilo de vida de gobierno basada en derechos, a fines de experimentar 'el amor atemperado por la libertad, la cual resulta tan esencial para un verdadero republicanismo'.

Finalmente, tenemos la tendencia a pensar en la ciudadanía como un mero instrumento que permite participar del régimen político estadounidense. Como tal, se ha dicho muchas veces que 'Estados Unidos no es solo un país; es una idea'. Existe verdad en ello pero, con justicia, bien podríamos decir: 'Estados Unidos no es solo una idea; es un país'

Dicho esto, amén de representar un sistema político que reposa en el respeto por los derechos de orden natural, y por las estructuras políticas y libertades tipificadas en la Constitución, Estados Unidos es una nación como cualquier otra, con intereses concretos que necesita proteger y promocionar. Los Padres Fundadores tuvieron muy presente este aspecto también, al redactar la Constitución. La carta magna retiene algunos de los derechos de la ciudadanía durante un cierto período de tiempo, a criterio de garantizar que los nuevos ciudadanos se atengan, con la debida firmeza, solo a los intereses de los Estados Unidos de América -y no a los de ningún otro país. 

Por lo tanto, la Constitución exige que una persona cuente con, al menos, siete años de ciudadanía, si es que ha de ser elegido para desempeñarse en la Cámara de Representantes; contar con nueve años de ciudadanía si ha de ser elegido para el Senado; y ser nativo, en el caso en que busque llegar a Presidente de los Estados Unidos de América.

La existencia de estas limitaciones a la inclusión fueron ponderados sobre la base de una perspectiva realista al respecto de que los EE.UU., a pesar de respaldarse en principios políticos universalmente aplicables, jamás deja de ser una nación particularísima, con intereses concretos que difieren de los intereses de otras naciones. En definitiva, hace al deber de todo buen ciudadano no solo el preservar y proteger al sistema político estadounidense, sino también salvaguardar los intereses nacionales más corrientes. 

De los Fundadores, hemos aprendido, pues, que el significado de ciudadanía es mucho más complejo de lo que muchas personas entienden. Ser ciudadano de los Estados de América es compartir un sistema que reposa en la igualdad de derechos naturales, pero también se trata de un ejercicio de autoridad política y, ergo, una responsabilidad y un privilegio. La ciudadanía está abierta a ciertas categorías de diversidad, pero también depende de criterios de unidad muy específicos.

Un buen ciudadano estadounidense se comprometerá a los principios universales presentes en los cimientos de nuestra república pero, en simultáneo, contribuirá al resguardo y a la valoración de la identidad y los intereses particulares de nuestro país.

La comprensión de estas complejidades se vuelve un prerrequisito necesario, a los efectos de poder experimentar el verdadero y completo significado de la ciudadanía para, tiempo después, preservarlo y compartirlo para las generaciones siguientes.



* El autor, Carson Holloway, es investigador invitado en el think tank The Heritage Foundation, del Centro B. Kenneth Simon dedicado a Principios y Política para Gobierno Constitucional. Se desempeña también como profesor de ciencia política en la Universidad de Nebraska-Omaha.


Artículo original, en inglés, aquí