ECONOMIA INTERNACIONAL: RILEY WALTERS

Los obstáculos al acuerdo comercial entre China y EE.UU. tienen origen tanto en Pekín como en Washington

Han transcurrido ya dos años desde que los Estados Unidos de América y la República Popular China...

20 de May de 2019

 

Han transcurrido ya dos años desde que los Estados Unidos de América y la República Popular China se involucraron en el proceso de negociación, pero esos encuentros continúan alargándose. Nadie conoce, en rigor, el verdadero progreso de tales encuentros, excepto a partir de lo que se informa desde fuentes anónimas, o bien a partir del poco frecuente update con origen en la Casa Blanca. Pero, por como están las cosas, se observa que las conversaciones aún no han alcanzado el dinamismo suficiente como para hacer a un lado una guerra comercial.

Negociaciones comercialesLa Oficina del Representante Comercial de los EE.UU. ya ha dado inicio al proceso de implementar un tributo del 25% en perjuicio de todos los productos que los ciudadanos estadounidenses compran a China.

Hasta donde se sabe, las tensiones verifican una escalada, y los ciudadanos de Estados Unidos habrán de comprobar que el actual sistema de aranceles se mantenga duante al menos otro mes, e incluso hasta por cinco años. Ya se anticipaba el carácter complejo del proceso, desde conocerse el deseo del presidente Donald Trump de lograr torcerle el brazo a los chinos.

Pero los obstáculos que impiden concretar un acuerdo y proceder a la eliminación de los aranceles bien podrían no tener que ver con el convenio en sí mismo, sino que esos impedimentos tienen origen tanto en Washington como en Pekín. Los analistas estadounidenses difieren al respecto de los términos en los que Estados Unidos debería conducir la negociación -y los puntos de vista de aquéllos no necesariamente conforman a las alianzas partidarias. Existe una división entre aquellos a quienes podría calificarse de 'halcones', que echan mano de un enfoque más confrontativo y se opone a cualquier actividad comercial con China; y luego están quienes creen que los gobiernos (incluído al estadounidense) deberían evitar el entorpecer el libre flujo de bienes y servicios.

En tanto este último núcleo reconoce los abusos en que incurre China, sus integrantes prefieren hacer frente a esos abusos desde el seno de las reglas y procedimientos de la Organización Mundial de Comercio (OMC). El grupo de los halcones, a quienes poco les importa la OMC, entiende que esa aproximación sería poco efectiva.

En medio de ambos núcleos, se posicionan aquellos que respaldan el approach agresivo del presidente Trump frente a Pekín; por lo general, los integrantes de ese grupo son expertos en sus respectivas áreas de conocimiento, ya fueren cientistas políticos o del espectro de la Seguridad -pero no de la economía. El debate entre cientistas políticos y economistas de cara a las tácticas empleadas por Donald Trump comienza a reducirse a un planteo que enfrenta a tácticas de negociación contra los eventuales costos económicos.

Y, luego, están los negociadores duros -en general, abogados bien versados en cuestiones comerciales. Este grupo abarca desde proteccionistas hasta aquellos que buscan consolidar un cambio genuino en el treatamiento que hace la República Popular China sobre el comercio y la inversión. A la postre, éstos también persiguen un acuerdo, aunque uno de naturaleza draconiana. Suelen tomar partido junto a los halcones, en lo que hace al mínimo respeto que le tienen a la OMC; sin embargo, no son lo suficientemente ingenuos como para desear un 'desfase' entre las economías de los EE.UU. y China. Aún en el seno de estos distintos espectros, los debates tienen que ver con el valor de las negociaciones y con los grados tolerables de dolor económico. Un argumento que se ha vuelto popular por estas horas, es que el dolor de corto plazo llevará a ganancias en el largo. Otro argumento refiere que, a largo plazo, la economía de la República Popular China está en capacidad de aguantar más perjuicios que la de los Estados Unidos de América.

En cualesquiera de los casos, la economía estadounidense acusará el impacto. 

Los expertos también aportaron dificultades al proceso, al aconsejar al presidente estadounidense de cara a sus propias interpretaciones incorrectas de la relación económica sinoamericana. El presidente Trump está mal informado, ya se trate del déficit comercial con China, del impacto real que el comercio tiene hoy para ambas economías, o del efecto que tienen las tarifas para ambos países. 

Lo cual sobreviene con los debidos costos porque, a pesar del sólido crecimiento económico exhibido hoy por EE.UU. -de un 3.2% para los tres primeros meses de 2019-, los aranceles aún están contribuyendo con una pérdida de US$ 1.4 mil millones mensuales para la economía estadounidense. Mientras tanto, el crecimiento de la República Popular China evidencia un estable 6.4%.


¿Cómo se encuentran las negociaciones ahora mismo?

A lo largo de los últimos pocos meses, los medios se han ocupado de cubrir en profundidad las negociaciones. Funcionarios de China y de los Estados Unidos han llevado a cabo numerosos periplos para visitarse mutuamente; pero el grueso de esa cobertura mediática proviene de fuentes anónimas, como ya se dijo.

Aún las fuentes oficiales se presentan como una poco confiable guía a la hora de descifrar con rigor el punto en que hoy se encuentran las conversaciones. Días después de que el Secretario del Tesoro americano Steven Mnuchin ilustrara, en su canal de la red social Twitter el carácter productivo de las negociaciones, el propio presidente Trump lo contradijo, generando una nueva oleada de tensiones entre ambos países.

Al 1ero. de mayo, Estados Unidos impuso un 25% de aranceles contra US$ 50 mil millones en bienes de origen chino, y un 10% de aranceles contra US$ 200 mil millones en bienes (la cifra total ascendió entonces a US$ 250 mil millones). China ya había impuesto un 25% de aranceles contra US$ 50 mil millones de exportaciones Made in USA, y entre un 5% y un 10% de aranceles contra US$ 60 mil millones en bienes de origen estadounidense (totalizando ello US$ 110 mil millones).

Al 1ero. de junio, Estados Unidos habrá impuesto un 25% de aranceles contra US$ 250 mil millones en importaciones desde China. Mientras tanto, Pekín buscará incrementar aranceles sobre US$ 60 mil millones en bienes de origen estadounidense, entre un 5% y un 25%. Adicionalmente, EE.UU. ha dado inicio al proceso de imponer aranceles del 25% contra un adicional de US$ 300 mil millones de bienes Made in China. Cualquier certeza que podía existir frente al proceso negociador, acaba de desvanecerse ahora.

Ninguna de las partes tiene planes para reiniciar visitas oficiales, por el momento. La próxima oportunidad en que Donald Trump y el presidente chino Xi Jinping se reúnan, será en la Cumbre del G-20, por desarrollarse próximamente en Osaka, Japón, hacia fines del mes de junio.

Si bien la reunión podría comportar un carácter positivo, es poco probable que ponga fin a las tensiones comerciales.



Artículo original, en inglés, aquí

 

Sobre Riley Walters

Riley Walters es Asistente Investigativo en el Instituto Davis para la Seguridad Nacional y la Política Exterior en el think tank estadounidense The Heritage Foundation (Washington, D.C.). Es colaborador regular en el medio The Daily Signal.