INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

¿Sorpresa 'iraní' en abril?

¿Qué tan lejos irá la Casa Blanca para reelegir a Netanyahu?

27 de Marzo de 2019

La situación que se desarrolla en torno de la elección de este año en Israel y los comicios presidenciales de 2020 en los Estados Unidos remiten a una suerte de conspiración en proceso con miras a renovar los mandatos tanto de Benjamin Netanyahu como de Donald Trump. De alguna manera, los eventos consignan una reminiscencia de la Sorpresa de Octubre que ayudó a Ronald Reagan a aterrizar en la Casa Blanca. Por aquel entonces, el equipo de campaña de Reagan, dirigida por William Casey, negoció secretamente con dignatarios iraníes a los efectos de que se prolongara la crisis de los rehenes en la embajada estadounidense en Teherán, más allá de los comicios de 1980, lo cual habilitó a Reagan a, recurrentemente, aprovechar el enfrentamiento y explotar las 'debilidades' de la política exterior de Jimmy Carter. Si Carter hubiese podido traer a los rehenes a casa, pues entonces el entonces presidente hubiese ganado la reelección. A cambio de la oferta de Reagan -que consistió en la remesa de material militar de importancia-, los iraníes accedieron a liberar a los cautivos después de que el nuevo presidente llegara al poder en Washington. Y así lo hicieron. Y Reagan proporcionó a Irán el material a cambio de lo que, eventualmente, mutaría en el affaire Irán-Contras.

Embajada americana, Crisis de los rehenes en Teherán de 1979, Revolución IraníEl detalle menos conocido es que las conversaciones secretas entre Casey y los iraníes fue ingeniado por un grupo de jefes de estación (en inglés, Chiefs of Station) de la CIA que en su oportunidad sirvieron en Oriente Medio, pero que en ese instante se desempeñaban en Europa. Las primeras reuniones tuvieron lugar en París. Los jefes, todos ellos en actividad entonces, sirviendo como oficiales de la CIA, trabajaron antes para la Administración Carter, pero conspiraban para derrotarlo y contribuyeron materialmente para consolidar ese resultado. Muchos de ellos fueron luego recompensados cuando, tiempo después, Casey fue designado como Director de la Agencia Central de Inteligencia.

Curiosamente, tanto en aquel momento como hoy día, Irán se hallaba en el centro de atención de lo que tendría lugar -o no-, mientras que se dan a conocer ahora señales claras que ilustran que Estados Unidos está escalando artificialmente la crisis con Teherán, a los efectos de producir un conflicto que no beneficiaría en el corto plazo a nadie más que a Bibi Netanyahu, primer ministro de Israel, quien lucha para lograr su reelección. Así las cosas, una pregunta central en el asunto rezaría: 'Dado que Trump ha prometido retirar a los Estados Unidos de Oriente Medio, ¿es él en persona quien oficia de titiritero, o el responsable es, acaso, el Consejero de Seguridad Nacional John Bolton, junto al Secretario de Estado Mike Pompeo -lo cual, en más de un sentido, comporta parecidos con el grupillo de jefes de la CIA conspirando tras bambalinas junto a quien fuera elegido presidente en 1980?'. No obstante ello, la pregunta más importante sería si acaso Bolton y Pompeo en realidad desean lograr que Trump sea reelegido, o si acaso hay algo más endiablado detrás de escena, con un Mitt o un Marco asomando de tanto en tanto. Provisto que los últimos mencionados son vistos muy favorablemente por Israel y por los neoconservadores, en comparación con el extremadamente narcisista y a la postre poco confiable Trump.

El hecho de que Washington ha estado cerrando su puño lentamente sobre Irán es insoslayable, y la maniobra comenzó por el retiro, el año pasado, del Plan Abarcativo de Acción Conjunta (JCPOA, en inglés; que remite al acuerdo nuclear), y que a su vez condujo a un incremento de la guerra económica iniciada por Washington, la cual carece de precedentes entre dos naciones que no se encuentran, en la práctica, en guerra. Irónica e inevitablemente, y aún cuando los padecimientos del pueblo iraní son comprobables, las élites que controlan el juego en Irán son, en general, mayormente inmunes a la escasez que ese país está experimentando.

Conforme no se han registrado señales de que el pueblo iraní derribe en el corto plazo a su gobierno, que es el objetivo ya explicitado por la Casa Blanca, ahora mismo se evalúa ejercitar una presión mayor. El pasado viernes, se puso en marcha un nuevo mecanismo de sanciones, en tanto una maniobra que quizás podría dar lugar a un enfrentamiento armado está siendo considerada por el Secretario de Estado Mike Pompeo, quien claramente ha respaldado la iniciativa de declarar a la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC) como una organización terrorista del extranjero.

Qassim Suleimani, comandante del componente de élite de la IRGC conocido como Fuerza Quds, ya ha sido designado por autoridades estadounidenses como un terrorista internacional, mientras que jamás había sucedido que una entidad de las fuerzas armadas de nación alguna del extranjero había sido designada con aquélla distinción. Y este factor bien podría producir una importante reacción de parte de Irán, posiblemente incluyéndose un ataque contra alguna instalación militar estadounidense en Oriente Medio, o contra algún navío de la Armada de los EE.UU. que se encuentre patrullando el Estrecho de Hormuz. A su vez, esta acción vería su correlato en una reacción y, entonces, la crisis podría escalar fácilmente.

De acuerdo al matutino estadounidense The New York Times, los 'planes de Pompeo (...) involucrarían el designar a alguna milicia shiíta iraquí como organización terrorista en el extranjero. Como resultado, las milicias entrenadas por Irán -y los oficiales iraquíes que las respaldan- serían sujetos a nuevas sanciones económicas y a restricciones para viajar'. Este escenario también comportaría problemas con Bagdad, que ya se muestra reacia a aceptar el despliegue permanente de tropas estadounidenses sin que éstas vean restringido su accionar al respecto de cuándo, como y en dónde podrán operar; lo cual, finalmente, sería evaluado por las autoridades en Teherán como una amenza sustancial contra la seguridad nacional de Irán.

De tal suerte que habría numerosas complicaciones y un costado en extremo negativo, si acaso Washington decidiere asumir la iniciativa de designar a milicias vinculadas a Irán como terroristas; aunque considérese esta particular contra, que es que la guerra -en términos generales- siempre es buena para las elecciones, a menos que, de manera rápida e innegable, salga desastrosamente mal. Un veloz golpe para castigar a Irán previo a los comicios iraníes ayudarían a Netanyahu, del mismo modo en que una 'sencilla' y no demasiado prolongada incursión contra los mulás encumbraría a Donald Trump en la ponderación ciudadana, el año que viene. El presidente estadounidense y sus consejeros más cercanos seguramente han tomado nota de que la única oportunidad en que él fue calificado como 'presidenciable' por los medios de comunicación y por los cráneos del Beltway de Washington fue cuando el actual mandatario ordenó el lanzamiento de misiles crucero para reprender a Siria, en torno de un pretendido ataque con armamento químico que, según se afirma, tuvo lugar en abril de 2017. El hecho de que el ataque se respaldó en inteligencia fallida terminó siendo irrelevante, y el hecho no significó daño colateral alguno entre los votantes clave, salvo por algún segmento de la población americana que había votado por Trump porque lo veía como una alternativa anti-guerra para la presidencia.

Los israelíes, naturalmente, están profundamente involucrados en la planificación de un conflicto, y recientemente han vuelto a promocionar su ya reiteradamente devaluado casus belli, el cual afirma que Irán cuenta con un programa secreto de armas nucleares. Sería razonable sugerir que una guerra con Irán se aproxima, y que solo es cuestión de tiempo y oportunidad, en donde se ponderaría el momento y el formato de su inicio. Podría no haber tiempo suficiente para hacerle un favor a Netanyahu, el cual seguramente reciprocará en los comicios estadounidenses de 2020, aunque también puede el lector apostar a que el servicio de inteligencia israelí (Mossad) está trabajando tiempo completo para diseñar planes de contingencia del tipo false flag, a los efectos de poner en marcha una guerra más temprano que tarde. Durante mucho tiempo, ha existido la preocupación frente a la eventualidad de que agencias de inteligencia pudieran volverse rebeldes. Pero lo cierto es que, en la época actual, asistimos a la existencia de un 'Deep State' o 'Estado en las sombras' en el seno de muchos países -y ya hace tiempo que han mutado en rebeldes, particularmente en el caso de los Estados Unidos.

Sugerir la posibilidad de intrigas subterráneas en la Administración Trump no necesariamente implica que exista una verdadera conspiración aparte de la que está siendo dirigida desde la Casa Blanca y el Congreso contra el pueblo estadounidense. Pero, dado que viviemos en un mundo en el que ya no podemos esperar que el gobierno se comporte de manera honorable, sería razonable esperar prácticamente cualquier cosa. Los políticos en los Estados Unidos de América e Israel solo se preocupan por retener el poder y, dado que ambos sistemas se han unido a las modas y muy probablemente ponderen a la guerra como una estratagema electoral, ¿por qué no esperar lo peor?

Artículo original, en inglés, aquí | Traducido y republicado en El Ojo Digital con permiso del autor y del Editor del sitio web estadounidense The Unz Review



 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.