INTERNACIONALES: JUAN DAVID ESCOBAR CUBIDES

Colombia: terrorismo cobarde

Haber detonado semejante bombazo en una escuela de policía para atacar a jóvenes...

25 de Enero de 2019
Haber detonado semejante bombazo en una escuela de policía, con el objetivo de atacar a jóvenes que apenas gozaban de su formación, consigna un acto canalla, propio de la bellaquería humana. Quienes así lo hicieron son, prosaicamente, burdos miserables, pusilánimes y deleznables. No es plausible remitirse a calificativos menos gruesos, provisto que el daño es irreparable. En efecto, los genocidas del ELN (Ejército de Liberación Nacional) han manifestado toda su maldad visceral al cocinar dicho atentado, el cual se traduce en una afrenta imperdonable, dirigida a magullar los derechos humanos y la política de seguridad de la ciudadanía colombiana.

Terroristas ELN, Bogotá, AtentadoEn un Estado de Derecho como el nuestro, con aspiraciones fundacionales de sujeción a la ley, propias de un sistema democrático serio y organizado, el apego a la normatividad es un principio irrevocable. El orden coactivo, la estabilidad institucional y el bienestar social son pilares fundamentales para preservar la convivencia humana. A tal efecto, no resulta admisible incurrir en actos terroristas de ninguna clase, mucho menos bajo el pretexto de obtener alguna gabela política o jurídica. Los menesteres de Colombia impiden que así se haga, inclusive cuando hemos padecido a un ex presidente que así lo hizo con las FARC.

El precedente es funesto: los bandidos del ELN alegan ser acreedores de los mismos beneficios que les atribuyeron a sus homólogos de FARC y, en tal razón, incurren en todo tipo de vejámenes con la meta puesta en consolidar su cometido. En primer lugar, han despedazado la infraestructura vial y de comunicaciones; en segundo, han secuestrado a infinidad de personas inocentes; tercero, asesinaron a una juventud promisoria que se estaba preparando para servirle a esta patria. No obstante lo anterior, serían pobres ingenuos si creen que este gobierno claudicará ante ellos. En Colombia, la nueva cúpula militar está dispuesta a enfrentarlos sin vacilación, hasta capturarlos o darlos de baja; y eso está claro. Los cobardes habrán de prepararse para lo que les espera.

Y la cuestión es sencilla: a los criminales, debe combatírseles con magna vehemencia y contundencia, sin reconocerles estatus de beligerancia, toda vez que hemos comprobado como los enemigos de la patria, mal utilizan este estatuto del Derecho Internacional Público, para abruptamente masacrar y atentar en el territorio nacional. La soberanía y la legitimidad- entendida esta última como el juicio de obediencia de quien soporta o padece del poder- no son transigibles con quienes, sumidos en la perversión y en la anarquía, pretenden devastar los cimientos más sagrados de la democracia colombiana.

El genocidio reciente de los Elenos, habida cuenta de la situación, produce una ruptura merecida de los protocolos en el marco de una negociación, puesto que iba dirigida a un blanco en específico que se encontraba en total estado de indefensión.

Fueron acribillados más de veinte jóvenes que carecían de la posibilidad de defenderse, como bien NO ocurre en cualquier combate de batalla campal. Por tal motivo, debe celebrarse como muy acertada la medida de finalización de esos nefandos diálogos con ese grupo criminal. Nadie puede oponerse, ni manifestar lo contrario: los hechos objetivos, al ser de mayor gravedad, acarrean graves consecuencias. Y así deben asumirlo los organismos internacionales, como Naciones Unidas o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Dado lo expuesto, consideramos que el combate frontal es la única alternativa viable para finiquitar este problema. Y dicho fin es de posible cumplimiento, al ejercitarse un uso efectivo de la fuerza institucionalizada, ostentada por nuestro glorioso Ejército Nacional. Hemos de retomar el rumbo y, para ello, corresponde desplegar acciones militares implacables contra los narcoterroristas infundados.

De la misma manera, es menester combatir al narcotráfico como aliciente de criminalidad, y a los autores intelectuales de este macabro genocidio, que, por demás, están escondidos en Cuba. La dictadura cubana debe entregarlos, por mera colaboración recíproca, so pena de convertirse en el peor auxiliador de asesinos dentro de la historia mundial.


Posdata # 1: Hay quienes todavía tienen el descaro de defender al ELN, según ellos, habida cuenta de sus 'inagotables anhelos de paz'. Señal de absoluto desquicio e irracionalidad.
Posdata # 2: Produjo extrañeza observar a la periodista Vicky Dávila oponerse a la ruptura de los diálogos, alegando dizque los derechos humanos de los genocidas. ¿Y los jóvenes cadetes asesinados qué? ¿Eso qué es? En extremo doloroso -qué duda cabe...
Posdata # 3: La peor amenaza para la paz es conceder todas las peticiones a los terroristas. Ahí tienen el reflejo exacto de lo que ha ocurrido con los criminales Iván Márquez y 'El Paisa'. Les dieron de todo; continúan delinquiendo


 
Sobre Juan David Escobar Cubides

Escobar Cubides reside en Medellín (Colombia), y se desempeña como Editor político en el sitio web Al Poniente, colaborando también con análisis sobre la realidad política colombiana en otros medios de comunicación de la región.