INTERNACIONALES : PHILIP GIRALDI

Sobre el anuncio de la 'Fuerza Espacial de los Estados Unidos'

'¡Súbeme, Scotty!'.

27 de Junio de 2018

Por un momento, imaginé que quizás había yo sintonizado a John Oliver en Saturday Night Live pero, sin lugar, a dudas, se trataba del inconfundible presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hablando frente a una audiencia en el Consejo Nacional del Espacio. Decía el mandatario, de la mano de su autoridad presidencial: 'En esta ocasión, ordeno al Departamento de Defensa y al Pentágono que, de inmediato, pongan en marcha los procesos necesarios para establecer una fuerza espacial, que será la sexta Arma de las fuerzas armadas... Tendremos a la Fuerza Aérea, y vamos a tener también una Fuerza Espacial, separadas, pero iguales [en importancia]'.

Previo a firmar la Directiva 3 para la Política sobre el Espacio (Space Policy Directive 3), Trump prosiguió, explicando: 'Mi Administración reclama el legado de los Estados Unidos como la nación que mayor promociona las actividades espaciales. La esencia de la personalidad estadounidense consiste en explorar nuevos horizontes, y en domar nuevas fronteras. Pero nuestro destino, más allá de la Tierra, no es solo una cuestión de identidad nacional, sino una cuestión de seguridad nacional. No es suficiente contar con la presencia de los EE.UU. en el espacio. Debemos garantizar la supremacía americana en el espacio'.

Viaje a las EstrellasLa Fuerza Aérea, que ya cuenta con un Comando Espacial, sin dudas objetará este nuevo marco, prefiriendo, en lugar de ello, redirigir fondos y ampliar las propias responsabilidades en el marco ya existente. Asimismo, se ha informado que el Secretario de la Defensa James Mattis se ha expresado contrario a esta novedad, explicando el pasado año en un discurso que 'la creación de un Cuerpo Espacial independiente, con su respectiva extensión institucional e implicaciones presupuestarias, no coincide con los problemas fiscales de nuestro país en una manera responsable'.

Y Donald Trump deberá sobreponerse a algunas trabas burocráticas, a los efectos de poner en marcha a su nuevo comando interestelar. En primer lugar, ello requerirá de una nueva Acta en el congreso, para crear una nueva Arma de las fuerzas armadas. Esto podría no ser difícil de lograr, conforme la apliación está siendo etiquetada ya como vinculada a la 'seguridad nacional', la cual el Partido Republicano auspicia por reflejo, mientras que los Demócratas no gustan de quedarse atrás -mostrándose débiles previo a las elecciones de noviembre. Y ambos partidos también buscarán alinearse para anotarse beneficios de las contribuciones políticas provenientes de los contratistas de la Defensa, así como también de la creación de nuevas instalaciones militares que aporten puestos de trabajo en distritos electorales.

Y luego está la cuestión del dinero, a la que Mattis aludiera. El inicio del financiamiento de una nueva Arma en las fuerzas armadas consignaría un enorme incremento en el presupuesto de la Defensa. Mientras el dólar continúe siendo la moneda de reserva de valor en el mundo y el tesoro americano pueda seguir imprimiendo dinero sin respaldo verificable, es posible subirse a la nueva ola -aún cuando haya desafíos significativos para la supervivencia de los dólares en ese rol. Si la supremacía del dólar llegara a su fin, pues entonces la economía sumará más gasto gubernamental, hundiendo también al Comando Espacial y a todo lo que lo acompañe.

Los más importantes contratistas de la Defensa, la totalidad de los cuales estaban presentes para asistir al discurso de Trump, se restregaban las manos pensando en el prospecto de una nueva vaca lechera que derramará más fondos. Y se destapaban más botellas de champagne en el Pentágono, ante la eventualidad de un par de centenares de eventuales nuevos puestos para oficiales que habrá que inventar y llenar, así como su correspondiente partida de civiles que completarán el staff de la burocracia por formarse. Y piénsese también en los uniformes, que habrán de ser distintos de los empleados por el personal de otras Armas de la milicia, acaso copiando los de la nave Entreprise en Star Trek, o quizás como los que se vieron en el filme Starship Troopers.

La realidad es que Estados Unidos ya cuenta, en efecto, con un interés superior de seguridad nacional a la hora de proteger a su red de satélites en órbita, así como también a la infraestructura relacionada -pero hay mucho más en los comentarios de Trump que se presenta perturbador. Básicamente, Trump está diciendo dos cosas. La primera es que procederá al emplazamiento de armamento en el espacio exterior; la segunda es que lo hará porque se propone que Estados Unidos obtengan supremacía en ese dominio. Se trata de una aproximación errónea ante el problema del eventual desarrollo de amenazas procedentes de más allá de la atmósfera terrestre. En lugar de emplazar armas en el espacio exterior, Washington debería trabajar con otras naciones que también cuentan con capacidades espaciales, a los efectos de desmilitarizar la exploración y la explotación comercial y gubernamental. Todo el mundo tiene intereses en no permitir que el espacio exterior se convierta en el próximo sitio de una carrera armamentista, aún cuando el trabajar en conjunto con terceros países no parece ser parte de la agenda de la Administración Trump en lo más mínimo, o en lo absoluto.

De igual manera, Trump debería abandonar su insistencia en que los Estados Unidos desarrollen 'supremacía' en el espacio. El empleo de estos conceptos es una advertencia que podría detonar cualquier acuerdo con el que se pretenda acercarse a China o Rusia. Virtualmente, garantiza que tendrá lugar una competencia en el espacio, entre un número de naciones, a los efectos de desplegar armamento para destruir satélites empleando tecnología láser, y otros dispositivos tecnológicos de negación electrónica con los cuales otras naciones protegerían su infraestructura espacial ya existente.

Trump parece haber internalizado un punto de vista que ve a los Estados Unidos rodeado de amenazas, pero capaz de emerger victoriosamente a partir de mostrar una hiperagresividad en todos los frentes. Se trata de una postura que podría incomodar a rivales y consolidar algunos éxitos de corto plazo pero que, a la postre, crearán una genuina amenaza, conforme el resto del mundo terminará por alinerse contra Washington. Ese día podría llegar eventualmente, si uno tomara nota de la reacción global ante la votación de EE.UU. en Naciones Unidas, y del comportamiento de Trump en el G-7.

Nadie que se precie de ser cuerdo tiene derecho de permitir que Trump domine el espacio exterior, tomándose en consideración el historial de Washington y su liderato irresponsable desde el 11 de septiembre de 2001. Ha provocado desorden en Oriente Medio, el Sur de Asia y Africa del Norte, ultimando a posiblemente un aproximado de cuatro millones de musulmanes en el proceso. Ha atropellado a sus aliados para que se uniesen a proyectos en sitios tales como Irak, Afganistán y Siria, mientras que ha provocado a gobiernos extranjeros e ingresado en guerras comerciales. Ha ingresado en la propia bancarrota en todo aspecto salvo en lo literal, desmantelando sistemáticamente los derechos de sus propios ciudadanos, y se ha convertido en una nación paria, bajo virtualmente cualquier parámetro. 

Y, toda vez que uno se inscriba en el principio de que la totalidad del universo está a disposición de Washington, ¿qué sigue después? La Antártida y la región del Artico son, de acuerdo a numerosas opiniones, ricos en recursos naturales. ¿Asistiremos los ciudadanos de los Estados Unidos a la creación de un Comando Antártico, con mandato para dominar todas las regiones polares a criterio de optimizar la seguridad nacional? Pues, habrá que estar atentos.



Artículo original, en inglés, en éste link | Traducido y republicado con permiso del autor y del Editor del sitio web The Unz Review (Estados Unidos)


 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.