INTERNACIONALES : WALTER E. WILLIAMS

Consecuencias no computadas del Estado de bienestar en el espíritu humano

Previo al masivo crecimiento del Estado de bienestar en los Estados Unidos de América...

21 de May de 2018
Previo al masivo crecimiento del Estado de bienestar en los Estados Unidos de América, la caridad privada era la única opción para un individuo o una familia que debieran hacer frente a dificultades financieras irremontables, o a otros desafíos.
 
Caridad, Estado de bienestar¿Cómo lo sabemos? No existe una historia paralela en donde ciudadanos estadounidenses hayan muerto en las calles porque no podían hallar alimentos ni asistencia sanitaria básica. Respetando el mandamiento bíblico de honrar a padre y madre, los hijos cuidaban a sus padres ancianos o enfermos. Los miembros de la familia y la iglesia local también asistían a aquellos que debían enfrentar difíciles trances.

Hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, los programas de caridad comenzaron a desempeñar un rol crítico. En 1887, líderes religiosos fundaron la Sociedad para la Organización de Caridad (Charity Organization Society), la cual se convirtió en la primer organización del United Way. En 1904, Big Brothers Big Sisters of America dio inicio a la asistencia de jóvenes en riesgo, para que lograsen desarrollar su potencial a pleno. En 1913, la Sociedad Americana contra el Cáncer, dedicada a curar y a eliminar el cáncer, fue constituída. Con sus millones de dólares, gigantes  de la industria como Andrew Carnegie y John D. Rockefeller crearon las primeras organizaciones filantrópicas de los Estados Unidos de América.
 
Es que la generosidad siempre ha sido parte del genoma estadounidense. Alexis de Tocqueville, un funcionario público francés, llevó a cabo una visita de nueve meses a los EE.UU. entre 1831 y 1832, ostensiblemente para realizar estudios sobre el sistema americano de prisiones. En lugar de ello, su visita derivó en su reconocido escrito intitulado 'La Democracia en los Estados Unidos', acaso uno de los libros más influyentes sobre éste país.
 
Tocqueville no echó mano del término 'filantropía', pero escribió extensivamente sobre el modo en que los estadounidenses amaban todo formato de asociaciones no gubernamentales para ayudar al prójimo. Estas asociaciones incluían a organizaciones de voluntarios profesionales, sociales y de la vida civil en general, que buscaban servir al bien público y mejorar la calidad de vidas humanas.
 
La frontera definitiva se resume en que los ciudadanos de los Estados Unidos se encuentran entre las personas más generosas del globo, de acuerdo al nuevo Almanaque de la Filantropía Americana -algo de lo cual los propios estadounidenses deberían mostrarse orgullosos.
 
Previo al Estado de bienestar, la caridad corporizó tanto un sentido de gratitud de parte del receptor, como un sentir de magnanimidad de parte del aportante. Había allí un sentido de civilidad de parte de los receptores de la ayuda. Estos no percibían que debían cobrar una deuda a la que se hacían merecedores, ni que tenían derechos en exigir a quien ofrecía su ayuda.
 
Probablemente, los receptores sintieron que si no eran civilizados y que si no expresaban gratitud, no les llegaría asistencia futura. En otras palabras, rehusaban morder la mano de quienes los alimentaban.
 
Cuando las iglesias y otras agencias privadas proporcionaban ayuda, era mucho más probable que las personas decidieran ayudar a otros, y menos probable que se involucraran en comportamientos autodestructivos. Parte del mensaje de las organizaciones dedicadas a la caridad era: 'Le ayudaremos, si está Usted dispuesto a ayudarse'.
 
Pero, entonces, hizo su ingreso el gobierno federal. La civilidad y la gratitud hacia los propios benefactores ya no es requerida en el Estado de bienestar. En rigor, uno puede incluso comportarse de manera arrogante y hostil hacia los 'aportantes' (contribuyentes), y lo propio hacen los servidores públicos que hacen negocio con los beneficios. Las limosnas obtenidas por los receptores ya no reciben el nombre de caridad: se les dice 'derechos' -como si acaso tuviesen bien ganado lo que reciben.
 
Virtualmente, no existe pobreza material en los Estados Unidos. El 80% de los hogares del país que el Buró del Censo califica como pobre, cuenta con aire acondicionado; casi tres cuartos cuentan con un vehículo o camioneta; y el 31% tiene dos o más automóviles. Dos tercios cuentan con televisión satelital o tevé por cable. La mitad cuenta con, al menos, una computadora personal. El 42% es dueño de la vivienda en que reside.
 
Lo que sí existe en los Estados Unidos no es pobreza material, sino dependencia y pobreza de espíritu; con personas que toman decisiones poco sabias y que llevan vidas patológicas, asistidas y mantenidas en esa condición por el Estado de bienestar.
 
Parte de este estilo de vida patológico se ve reflejado en la estructura de la familia. De acuerdo a la Enciclopedia de Ciencias Sociales de 1938 (Encyclopaedia of the Social Sciences), durante ese año, el 11% de los niños afroamericanos y el 3% de los niños blancos del país habían nacido de madres que no habían contraído matrimonio. Hoy día, esa cifra se ubica en torno del 75% y del 30%, respectivamente.
 
Se ve hoy muy poca valentía en la arena política a la hora de lidiar con el costado más obscuro y negativo del Estado de bienestar. El hacerlo implica que un dirigente político pueda ser tildado de racista, sexista, indolente o insensible. Lo cual significa que la dependencia actual, con toda probabilidad, se volverá permanente.


Artículo original, en inglés, en éste link

 
Sobre