ECONOMIA INTERNACIONAL: MANUEL HINDS

Nicaragua: los costos ocultos

Durante muchos años, numerosos sectores en El Salvador, pertenecientes a la mal llamada derecha...

21 de May de 2018
Durante muchos años, numerosos sectores en El Salvador, pertenecientes a la mal llamada derecha (aquellos que creen que el triunfo de la derecha se resume en que las empresas ingresen utilidades) han considerado a Nicaragua como el gran ejemplo para el desarrollo de este país, la solución perfecta para los desequilibrios políticos y económicos característicos de la América Latina: dejar todo el poder político en las manos de un gobernante que al mismo tiempo, al estilo del viejo Somoza, permita que el sector privado hacer lo que quiera en la economía, contra una servidumbre entregada al líder político. Adicionalmente, no pocos sectores de la mal llamada izquierda (la que estima que la victoria de la izquierda reside en un escenario en el que individuos autoproclamados izquierdistas, y que apoyan servilmente Venezuela y a Cuba, se mantengan en el poder) también la han visto como un modelo a seguir, ya que los 'compas' de la Revolución Sandinista se han enquistado en el gobierno y en la empresa privada y se han enriquecido tanto y más que los secuaces de los Somoza.
 
Daniel Ortega, Rosario MurilloNumerosas personas -no pertenecientes a estos grupos- también han ponderado en algún instante que el actual sería un buen modelo ya que, pagando costos en materia de libertades individuales y relegando porciones de bondades económicas para mantener a los que regentean el régimen, se ha logrado una alta inversión extranjera y conseguido la armonía social.
 
Los eventos de las últimas semanas han obsequiado un baño de realidad a los que pensaban de esa manera. El pueblo que supuestamente desparramaba armonía ha mostrado que, bajo la aparente tranquilidad y satisfacción del pueblo nicaragüense, se oculta un terrible descontento, y que la aparentemente bondadosa tiranía es, en rigor, capaz de ser mortífera y profundamente destructiva. De un modo en que nosotros encontraríamos difícil de comprender, Nicaragua no ha dejado de ser la hacienda de un tirano, tal como lo fue en la época de los Somoza, que diera inicio en 1937 y perdurara hasta 1979, cuando los sandinistas lo derrocaron, simulando poner punto final a las dictaduras en su país. En los años subsiguientes, una sección de los sandinistas, y en especial Daniel Ortega y su mujer Rosario, tomaron control del gobierno y, con un intermedio en los años noventa, se apoderaron del país y volvieron a tornarlo en una hacienda comandada por unos propietarios con la ayuda de unos mandadores. Sin lugar a dudas, se trata de una historia verdaderamente triste para un país.
 
Aquellos que cifraban maravillas de esa hacienda llamada Nicaragua olvidaron mencionar, o quizás jamás se percataron, que durante todos estos años, ya casi cuarenta desde registrada la caída de Somoza, Nicaragua siguió siendo extremadamente pobre, exhibiendo un ingreso per cápita de apenas el 64% del de El Salvador, con una clase media mucho más pequeña que la salvadoreña, y con nulo desarrollo institucional. ¿Para qué querían instituciones, si estaban felices con la tiranía de Daniel y Rosario?
 
Los tristes acontecimientos de Nicaragua ponen el foco sobre lo que es el progreso de una sociedad, y sobre lo que es la resistencia al cambio. Los acontecimientos trágicos de las últimas semanas certifican que el dejar en manos de un tirano el poder total del país, a partir de la promesa de que éste no convertirá a su patria en comunista es, en realidad, un pacto con el diablo. Un pacto que, al igual que los mitos que bien lo han ilustrado en la historia, comporta un costo tremendo que suele manifestarse en el futuro, y de un modo altamente destructivo.
 
Conforme supo decirlo Lord Acton, el poder corrompe; y el poder absoluto corrompe absolutamente. Ya muchos habían comprendido el sentido de estas palabras previo a los acontecimientos de los últimos días —cuando, por alguna razón, sus derechos se convirtieron en obstáculos para los tiranos y sus mandadores, como cuando a estos les gustaron las hijas de los ciudadanos, o cuando estos pidieron participación en sus negocios, o cuando dijeron algo que ofendió a los dioses del Olimpo Sandinista. Ahora, el pueblo buscó manifestar sus descontentos, y esos dioses respondieron con metralla y violencia irrestricta.
 
La culpa de todo no es exclusiva de los Ortega por haberse comportado como tiranos; también le cabe a los propios ciudadanos nicaragüenses por haberlo tolerado -sometiéndose a ellos servilmente. Hoy, han comenzado a pagar los costos de haberlo hecho.

 
Sobre Manuel Hinds

Economista y consultor económico, Hinds se desempeñó como Ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, tras haber propuesto la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (publicado por Yale University Press en 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy de El Salvador. En 2010, obtuvo el Premio Hayek del Manhattan Institute.