ESTADOS UNIDOS: DAVID HARSANYI

El modo en que James Comey se manejó ante el Caso Hillary Clinton prueba que no es un héroe

Luego de ser inquirido por el ex asistente político de Bill Clinton, George Stephanopoulos, en la cadena ABC News, James Comey...

20 de Abril de 2018

Luego de ser inquirido por el ex asistente político de Bill Clinton, George Stephanopoulos, en la cadena ABC News, James Comey admitió que 'había echado a perder un par de cosas'. El ex Director del FBI no estaba refiriéndose a su fallo a la hora de notificar al por entonces presidente electo estadounidense Donald Trump, al respecto de los rumores poco sustanciosos -pagados por la oposición política a la actual Administración- estaban ayudando en la creación de un consejo especial.

Pues, no; Comey estaba admitiendo que él había cometido errores en relación a la investigación de Hillary Rodham Clinton durante 2016. Y, no; tampoco estaba pidiendo disculpas por equivocarse al recomendar la presentación de cargos criminales contra la candidata. Entre Demócratas y numerosos críticos de Trump, la carta de Comey es una cuestión de fe. Nos referimos a la misiva enviada al Congreso el 28 de octubre, desaprensiva y poco profesional, y que probablemente causara la caída de Hillary Clinton.

Hillary Clinton, James Comey, FBI, Corrupción en Washington, Estados UnidosCulpar a una carta antes que a la personalidad soberbia de Clinton, a sus posiciones frecuentemente maleables, o a su pésima estrategia de campaña, sigue nutriendo la percepción de que el proceso electoral se mostró, en algún sentido, comprometido. Existen numerosas razones para argumentar que esta apreciación es incorrecta, y Comey, acaso de manera inadvertida, explica las más obvias. Para empezar, se desconoce que la carta en cuestión haya modificado la dinámica de la carrera electoral de 2016. Tal como el grueso de la ciudadanía comprendió las implicaciones morales de elegir a Trump, cualquiera que haya prestado una dosis de atención habrá reconocido la naturaleza corrupta de su oponente Demócrata. Luego, y nuevamente, si acaso la carta reforzó tales percepciones, pues ello fue bien merecido.

Pero los hechos reflejan que, hacia el 28 de octubre, Comey no tenía alternativa que informar al Congreso de que existían nuevas evidencias. Lo suyo no se trató de un acto de valentía, ni de partidismo. Comey ya había prometido a los investigadores del Congreso -bajo juramento- que les informaría si surgiera evidencia desconocida hasta entonces. Y eso fue lo que hizo.

Pues, no solo hubiese constituído un acto de corrupción el hecho de que los correos electrónicos claisificados hayan sido hallados en el marido adicto al sexo de la principal asesora de Clinton; ciertamente, hubiese sido filtrado por agentes de policía locales, y hubiesen tenido un efecto similar en el proceso electoral (acaso uno bastante peor). Luego, sin embargo, ello se hubiese presentado como si el FBI se hubiese esforzado para encubrir un eventual delito, por razones políticas. 

Con todo, y en esencia, los integrantes del Partido Demócrata -en pocas líneas, las mismas personas que intentan aleccionar a todo mundo sobre la santidad de nuestras instituciones- se han mostrado debatiendo durante más de un año si acaso Comey debió retener evidencia pertinente a una investigación legislativa que se hallaba en curso, porque semejante investigación hubiese perjudicado las chances electorales de su candidata preferida.

Lo cual me retrotrae a las discusiones de la pasada semana que versaron sobre la confesión de Comey en su nuevo libro, intitulado 'A Higher Loyalty', al respecto de que las cifras de las encuestas torpedearon su tratamiento de la famosa carta, porque él deseaba ahorrarse alimentar la percepción de que Hillary Clinton hubiese sido una 'presidente ilegítima'., Parsimoniosamente, Comey escribe: 'Amén de errores cometidos en el modo en que me presenté mi comunicado público del 5 de julio frente a las cámaras de tevé (...), si pudiera volver a hacerlo, haría exactamente lo mismo'. 

Esta confesión es bastante más reveladora que la que se llevó la atención de los titulares. Mientras que Comey no se arrepiente de la carta -misiva que, incidentalmente, fue cautelosamente preparada para evitar involucrar a Hillary Clinton-, el ex Director del FBI lamenta el modo en que presentó oportunamente el caso que, en definitiva, ilustraba cómo Rodham Clinton y su personal habían quebrantado la ley, aún cuando el propio Comey se rehusara a recomendar que el Departamento de Justicia investigara las responsabilidades de la propia Clinton y su staff.

En la entrevista con la cadena ABC News, Comey encuadra la manipulación que Clinton hizo con información clasificada como algo 'descuidado' -ni siquiera el que Clinton haya exhibido un 'descuido extremo' o que haya sido 'extremadamente descuidada' es ilegal, afirma el ex Director. Pero no fue esta la totalidad de la explicación ofrecida por Comey en 2016, instancia en la que declaró: 'Aún cuando existe evidencia de eventuales violaciones en perjuicio de los estatutos que hacen a la enajenación de información clasificada, nuestro juicio infiere que ningún fiscal que porte algo de racionalidad podría armar un caso así'. La desaprensión no fue la razón que llevó a evitar recomendar se presentaran cargos; sino que lo fue la incapacidad para probar una conducta criminal.

La idea de que Hillary Clinton hubiese enviado documentos clasificados de manera no segura a través del empleo de un servidor privado durante años debido a un descuido -de acuerdo a Comey, Clinton transmitió 110 correos electrónicos que claramente estaban identificados como clasificados, y ochos cadenas de emails conteniendo información clasificada como de 'Alto Secreto'- es, simplemente, absurda. La idea de que Clinton y su personal hubieran luego intentado destruir toda la evidencia vinculada a ese servidor privado de correos electrónicos -ellos 'limpiaron sus dispositivos de tal manera que pudiera impedirse el llevar a cabo una recuperación por vía de informática forense', como el mismo Comey lo citó -es una tontería.

Es mucho más plausible que el Director del FBI entendiera que él estaba protegiendo a la futura presidente para evitar que recayeren sobre ella acusaciones criminales, así como que también intentó preservar la reputación de Rodham Clinton, comportándose con ella con dureza. Hay certeza de que no existe forma en que el fiscal general planeara acusar formalmente a la persona sobre quien el grueso de la gente creía iba a ser la próxima mandataria de los Estados Unidos de América.

Comey hizo lo mejor que pudo, a los efectos de navegar a través de esas turbulentas aguas políticas. Y, lo que ha quedado bien claro, es que, antes que involucrarse en la búsqueda de justicia, Comey se comprometió con la vieja costumbre de Washington de autopreservarse.



Artículo original, en inglés, en éste link

* El autor, David Harsanyi, es Editor en el sitio web estadounidense The Federalist.