POLÍTICA ARGENTINA: PABLO PORTALUPPI

Argentina: los riesgos del 'Relato M'

Confirmado rotundamente en las urnas, el Presidente Mauricio Macri...

27 de Octubre de 2017
Confirmado rotundamente en las urnas, el Presidente Mauricio Macri ha obtenido un logro destacable para una Administración no peronista: el encolumnamiento casi vertical detrás de su figura por parte de sus heterogéneas filas. Acaso su mayor conquista haya coincidido con el haber disciplinado al radicalismo, que históricamente ha exhibido -para algunos- una patológica tendencia hacia la culpa y la autodestrucción. Portando la dinámica propia de un movimiento más que de partido per se, Cambiemos se encamina ahora a convertirse en un sólido actor político. Sin embargo, ese recorrido no parece exento de riesgos. 
 
Macri, festejosPor su propia ideosincracia, la Argentina es un país cuya sociedad demanda, de tanto en tanto, el surgimiento de liderazgos fuertes. Macri encarna un liderazgo hasta ahora inédito: lejos del carisma de sus antecesores, el actual primer mandatario ha logrado convencer a buena parte de la ciudadanía de que él y sus principales dirigentes encarnan una suerte de renovación ética de la res pública. Comprendió, ya desde tiempos de campaña, que el principal reclamo de la ciudadanía no era ya económico, sino ético. Las presencias estelares de María Eugenia Vidal y en particular la de Elisa Carrió sinergizan con aquella partitura. De haberse Macri mostrado mostrado cercano -por acción u omisión- a ese esquema corrupto tan arraigado en todos los estamentos del poder, el escenario del 'helicóptero' quizás hubiese estado más cerca de concretarse. Sus adversarios y enemigos no supieron descifrar el escenario; prefirieron endilgarle a Macri el mote de 'ajustador neoliberal' cuando, en rigor, sus políticas difieren enormemente de las implementadas por Martínez de Hoz en el proceso militar y por Domingo Felipe Cavallo durante el menemismo. Dista también de ser -a contramano de lo que sostiene la retórica kirchnerista- de encarnar una continuidad light de Jorge Rafael Videla, sinsentido que no amerita mayor análisis.
 
Las recientes (y, por cierto, saludables) detenciones del sindicalista 'Pata' Medina, del ex funcionario Roberto Baratta, y en especial la del ex ministro K Julio De Vido, sumadas a las ya registradas durante 2016, no debieran confundir a quienes tienen la responsabilidad de administrar el Estado, cualquiera sea su función. El mismo sistema que engendró y luego protegió a estos personajes durante décadas, es el mismo que hoy los encarcela -y en buena hora. Pero aquel ecosistema pide a gritos una sincera depuración. Esta faena le cabe a todo el cuerpo social. 
 
El grito desesperado de 2001, sintetizado en el reclamo 'Que se vayan todos', fue neutralizado con presteza por una dirigencia política que supo esconderse bajo el formato ordinario de un ignoto gobernador del sur del país, que se mostraba casi como un outsider de la política, pero que en realidad era su fiel reflejo. Néstor Carlos Kirchner fue la figura idónea a la hora de expiar culpas propias y ajenas, en aquel aciago momento del país. Aunque lo que llegaría después sería peor, sobre aquel estado de cosas, el hombre construyó una formidable maquinaria de negocios, relaciones, y corruptela a gran escala. Allí, De Vido ofició de engranaje fundamental desde el Ministerio de Infraestructura, ingeniado para la ocasión, en 2003. El ex funcionario de Planificación pudo hacer y deshacer a su antojo, no sólo porque halló una dirigencia urgida de hacer negocios rápidos, sino también porque un amplio sector del periodismo -salvo escasas y honrosas excepciones- eligió silenciar la verdad. Instancia en la que sería justo reclamarle a los medios más trascendentes que no vuelvan a callar en nombre del humor social, si rastrearan en el gobierno actual pistas que conduzcan a hechos de corrupción. 
 
La ciudadanía tampoco fue ajena al fenómeno. De Vido ocupó dicha cartera durante los 12 años del kirchnerismo, y la conclusión es obvia: si estuvieron más de una década en el poder, es porque la gente los votó -aún con el ex ministro en el gabinete. Vale recordar que la hoy reivindicada Carrió intentó ser presidenta de los argentinos por el camino de las urnas en 2011, y que solo cosechó entonces un 1,8% de sufragios. Aquel fue el año del promocionado 54% de Cristina Fernández. Como aliada clave de Cambiemos, Carrió había denunciado al arquitecto en 2004, denuncia que en mucho se asemejó a un grito sordo en medio del llano. Al menos, Carrió se dio revancha en las recientes Legislativas: arrasó con más de un 50% de los votos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si bien es cierto que el comportamiento social no debe ser evaluado linealmente, hoy -acaso más que nunca- la autocrítica ciudadana será más bienvenida que nunca antes.

El reclamo de justicia fue uno de los pilares fundamentales sobre los que se consolidó el triunfo de Mauricio Macri sobre Daniel Osvaldo Scioli en 2015. La amplificación de la corruptela K, denunciada por el periodismo masivo mayormente desde 2008, debía tener un correlato en la administración de justicia. Caso contrario, las chances de vivir otro 2001 se hubiesen acrecentado. Aún desacreditados, no pocos magistrados federales actuaron en consecuencia -y mucho más desde el triunfo oficialista en las PASO de agosto último. Comodoro Py, nucleamiento declaradamente remolón y corporativo, aceleró sus causas. El kirchnerismo aduce que magistrados como Claudio Bonadío no portan la suficiente autoridad moral como para impartir justicia, y tal vez a esa expresión no le falte razón. Pero alguna vez hay que empezar. Al fin de cuentas, se asiste a una nueva forma de construir un relato. No comprenden que si Julio De Vido robó, también les robó a ellos. Y si lo comprenden, prefieren no asumirlo. Pequeña muestra del carácter irreconciliable de muchas posturas político-ideológicas en la Argentina contemporánea.  
 
Capítulo aparte merece el ámbito de la justicia federal, que amerita una sana depuración. Pero, ponderándose la mismísima preservación del sistema, aquella purga no puede tener lugar de la noche a la mañana. Mientras tanto, es menester trabajar con las herramientas disponibles. Lo mismo que se dijera sobre el periodismo, el paso siguiente sería que los jueces también se atrevan a investigar a los funcionarios en el momento en que continúan en el ejercicio de sus cargos, no cuando los abandonan. Si alguna vez aquello ocurriera, se estaría en presencia de una renovación creíble.

Y, ¿qué sucede, mientras tanto, con el sindicalismo? ¿Acaso Omar 'Caballo' Suárez es el único gremialista asociado al delito? Existe una prodigiosa cifra de personajes del sindicalismo argentino que merecerán ser debidamente investigados. Lo propio debería suceder con ex gobernadores cuyos ministros y secretarios son sistemáticamente procesados. Pero nadie llega hasta la cúpula.

El riesgo que hoy se corre es la tentación de 'comerse al caníbal'. Este peligro comienza a vislumbrarse en las redes sociales, donde el macrismo cuenta con una nutrida presencia. Twitter, por ejemplo, se caracteriza por la extraña virtud de convertir a oscuros personajes, operadores con trajes de periodistas, en celebridades. Las redes sociales fueron fundamentales para que se incorpore a la discusión pública una bienvenida mayoría social. Pero, a raíz de que aquéllas no poseen filtro alguno, comportan la posibilidad de mutar en una herramienta poderosa e influyente para el actor desprevenido.

Los primeros dos años de gobierno de Néstor Kirchner contribuyeron a la creación de una sensación de ilusión en la ciudadanía, así como también una desmesurada expectativa -alimentada desde todos los sectores con influencia. El relato K no fue elaborado solo desde el poder; hubo muchos actores que colaboraron, ya fuere de manera voluntaria o involuntaria.
 
Sería deseable que la Argentina no recaiga en el mismo error. Esa responsabilidad, desde luego, no es exclusiva del Presidente. Le cabe a todos.

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.