INTERNACIONALES: MADYSON HUTCHINSON

Arabia Saudita allana el camino para optimizar relaciones diplomáticas con Irak

Las relaciones diplomáticas entre Irak y Arabia Saudita...

07 de Septiembre de 2017

Las relaciones diplomáticas entre Irak y Arabia Saudita -aunque históricamente dificultosas- parecen encaminarse hacia una mejora. La invasión a Kuwait por parte de Saddam Hussein en 1990, motorizó a Arabia Saudita a clausurar sus fronteras con Irak. Desde entonces, solo los peregrinos religiosos iraquíes tuvieron permiso para cruzar ese límite, una vez al año, en ocasión de la temporada hajj.

Luego de 27 años, las dos naciones planean hoy la reapertura de sus fronteras, a los efectos de incrementar el comercio. La decisión sobrevino después del anuncio del gabinete saudí de que había establecido una comisión conjunta sobre comercio Con Irak. La relación recíproca se ha visto influenciada marginalmente por la modificación del escenario político iraní. Previo a 1979, los saudíes se mostraban cautelosos respecto de Saddam Hussein, y sospechaban que él respaldaba a movimientos hostiles a los intereses de Riad.

Arabia Saudita, Irak, cónclaveLa Revolución Islámica de 1979 modificó drásticamente aquella relación. La llegada del ayatolá Ruhollah Khomeini al poder y el decreto de la revolución islámica incitaron temor entre iraquíes y sauditas, forzándolos a un ámbito de mayor cooperación. Esta cooperación prosiguió durante la Guerra de Irak e Irán cuando, amén de mantenerse neutral en lo técnico, Arabia Saudita proporcionó a Irak asistencia financiera y de seguridad energética, permitiendo incluso a los iraquíes construir un oleoducto a lo largo de territorio saudí, a los efectos de impedir ataques iraníes contra buques que transportaban su producto exportable de crudo.

Sin embargo, la invasión iraquí a Kuwait de 1990 perjudicó las relaciones entre Bagdad y Riad. Existía la preocupación de que los ejércitos de Hussein cruzaran hacia la frontera norte de Arabia Saudí, lo cual efectivamente sucedió, previo a ser expulsados. Los sauditas, entonces, clausuraron su embajada en Bagdad, recortaron el vínculo diplomático, y cerraron la frontera con Irak. Riad fue aún más lejos, oponiéndose a la invasión estadounidense de Irak en 2003, dadas las preocupaciones en el sentido de que ello beneficiaría a Irán y consignaría una amenaza para la estabilidad y la seguridad regionales.

La relación de Irán con Irak ha sido particularmente hostil, hasta acontecida la remoción de Saddam Hussein del poder. El régimen de Saddam se caracterizó por la supremacía de una minoría secular sunita que, en la práctica, administraba una nación mayormente shiíta. A los ojos del Irán revolucionario, esto era inaceptable. En consecuencia, Irak actuó como factor de equilibrio de poder en la región durante años, hasta la eyección de Hussein.

Cuando Estados Unidos expulsó a Hussein tras la invasión de 2003, conduciendo ello a su reemplazo por un gobierno bajo control shiíta, Irán vio una oportunidad para dominar a su vecino, de tal suerte que Irak no representara ya una amenaza militar. Hoy día, la creciente influencia iraní ha amenazado con recurrencia a la estabilidad regional en Oriente Medio. El actual caos y el emerger del Estado Islámico han creado las condiciones para que Irán consolide una posición significativa en ese país.

Así las cosas, Irán desarrolló una infraestructura de transporte y logística, a los efectos de movilizar tropas y armamento a través de Irak, destinándolos a fuerzas proxy o subsidiarias en Siria y el Líbano. Teherán ha proporcionado entrenamiento y munición a milicias iraquíes, y asistió en los ataques de aquéllas contra tropas estadounidenses. Irán respalda a los rebeldes hutíes -de filiación antisaudita- en Yemén, y recientemente ha amenazado con acciones militares contra Arabia Saudita. Un Irak amistoso con Irán solo puede consignar malas noticias para Riad.

Las divisiones religiosas entre las poblaciones shiíta y sunitas constituyen una fuente predominante para fogonear tensiones en Oriente Medio. Irak e Irán son naciones mayormente shiítas, mientras que Arabia Saudita es sunita, exhibiendo una minoría shiíta. Una alianza entre Irak e Irán podría, eventualmente, contribuir a desestabilizar la región aún más, en tanto encarna una amenaza directa contra los saudíes.

Arabia Saudita está intentando contrarrestar la influencia iraní, invirtiendo en su vecino del norte. Riad designó, recientemente, a un embajador no-residente en Irak (ello sucedió en 2012); en 2016, reabrió su embajada en Bagdad. El embajador saudí en Irak observó que la reapertura de la sede habilitaría a una mayor cooperación entre ambos países, en materia de esfuerzos antiextremistas. Adicionalmente, el príncipe de la corona acordó examinar otra serie de eventuales inversiones políticas en regiones situadas al sur de Irak.

En estos momentos, Arabia Saudita está trabajando en la reapertura de su frontera de 506 millas con Irak. La acción resignifica el compromiso de Arabia Saudita a la hora de impedir una hegemonía iraní en la región, y consigna un esfuerzo que tiene por objeto mejorar los vínculos con el gobierno sunita de Arabia Saudí y su vecino del norte, dominado por los shiítas. En lo que ha constituído un evento sorpresivo, el influyente clérigo shiíta iraquí Muqtada al-Sadr se trasladó a Riad para reunirse con el Príncipe de la Corona, Mohammed bin Salman. El cónclave derivó en un acuerdo por el cual Arabia Saudita donaría  US$10 millones en asistencia al gobierno iraquí.

Durante largo tiempo, Sadr se ha caracterizado por su profunda llegada a las poblaciones más pobres de Irak; se ha mostrado como antiestadounidense y aliado de los iraníes durante gran parte de la era post-Hussein. Pero su reciente acercamiento hacia los sauditas podría consignar un cambio positivo, no solo en lo que hace a las relaciones diplomáticas entre Bagdad y Riad, sino también en lo que respecta a las relaciones árabes entre sunitas y shiítas. La oportunidad es inmejorable, a criterio de que Arabia Saudita forje relaciones diplomáticas positivas con líderes y políticos iraquíes. Conforme el Estado Islámico pierde poder, Irak perseguirá el objetivo de restaurar la estabilidad que su pueblo necesita.

Arabia Saudita desempeñará un rol fundamental, tanto en el fortalecimiento de Irak y en el mantenimiento de una mayor estabilidad regional, si acaso ambas partes permiten que su relación progrese.



Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/09/06/saudi-arabia-laying-foundation-improved-relations-iraq/

 

Sobre Madyson Hutchinson-Posey

Madyson Hutchinson es asistente administrativa y de investigación en el Instituto Davis para Seguridad Nacional y Política Exterior, en el think tank estadounidense The Heritage Foundation (Washington, D.C.). Publica periódicamente en la web The Daily Signal.