NARCOTRAFICO Y ADICCIONES: JUAN A. YARIA

Argentina: secretos y pactos de familia

El Presidente Blanco representado magistralmente por Ricardo Darin en la película “La Cordillera”

24 de Agosto de 2017
Luche Usted por la vida familiar de sus conciudadanos porque, de otro modo, los tiranos del marketing y la política se apoderarán de ellos.

Consejos de B. Betelheim (asesor en temas de salud mental) al ex presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy

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El Presidente Blanco, representado magistralmente por el actor argentino Ricardo Darín en la película 'La Cordillera', vive en el marco del sostenimiento y acrecentamiento del Poder. Son secretos su instrumento estratégico por excelencia. Mientras tanto, una hija queda atrapada en el mutismo y la psicosis -un yerno adicto es, presuntamente, asesinado, porque estaba llamado a revelar los obscuros secretos de una campaña electoral. Todo ello, matizado con la frialdad del Poder, y con la caída de los familiares del protagonista central, en el altar sagrado del silencio. Ni el psiquiatra a quien consultan puede actuar, dado que el mandatario-padre debía observar lo que éste hacía y, entonces, no le permite estar a solas con su hija. Los silencios son críticos; el secreto debe mantenerse. Los secretos familiares que se ocultaban tras el mutismo debían eternizarse, aún a costa de la locura y la muerte. La vida continúa -el Poder se mantiene. 
 
Darín, Slater, La CordilleraLo que vemos en esa ventana de la vida (nuestro consultorio en la comunidad terapéutica GRADIVA), en materia de adicciones, sigue los mismos parámetros del filme: secretos familiares, pactos criminosos y la sexualidad transgredida en la vida familiar (incesto, abusos, negligencia, descuido). Todo lo cual configura el novedoso drama argentino, que remite a las familias multiproblemáticas.

Las familias multiproblemáticas pueden verse en entornos ricos y pobres por igual, conforme lo intuyera en los años setenta el destacado Luigi Cancrini. Este mostraba que, desde los empresarios exitosos, los políticos y el VIP de la sociedad hasta las capas marginales, todos los espectros registran familias multiproblemáticas como elemento concurrente y necesario para las aberraciones psiquiátricas y adictivas más letales y crónicas.

En su masificación, las familias multiproblemáticas exhiben la ruptura o el debilitamiento del lazo tradicional entre Estado, Gobierno y familias. La familia, pues, abandona su rol de transmisión de valores y de constituírse en una unidad de crianza y nutritiva emocional. A la postre, se resienten la socialización y la autonomía de los seres humanos. La respuesta espasmódica de los sistemas de gobierno fenece en más enfermedad e, incluso, mayores cuotas de asistencialismo. En tal contexto, reinan las enfermedades incapacitantes de por vida, como las drogas y las psicosis crónicas.


Números de muerte

Estos son números de la epidemia, aunque no ha de perderse de vista que, detrás de toda estadística, hay personas de carne y hueso que sufren. Muchos de ellos ponderan, en el día a día, cómo autodestruirse. Los números hablan, pero son solo números. La adicción a las drogas y el alcohol se ha convertidon ya en epidémicas. El 8% de la población argentina exhibe un consumo problemático de drogas ilegales (marihuana, cocaína, pastillas, opiáceos, etceteras). Toda estadística referirá que el consumo de drogas se ha potenciado en los últimos cuatro años, merodeando un porcentual superior al 72% ese crecimiento. El consumo de paco (residuo del clorhidrato de cocaína, en cuya obtención intervienen precursores químicos complejos y no tanto, como querosén, acetona y otros, que licúan el sistema nervioso central) es un verdadero cáncer en locaciones específicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del conurbano bonaerense: el aumento en este tipo de consumo superó el 200% en cuatro años.

A su vez, el consumo de solventes, naftas y pegamentos se incrementó en un 300% en igual período, comportando estos productos un carácter ciertamente degenerativo para las conexiones neuronales -fundamento del sistema nervioso del ser humano. Como enfermedad también, el alcoholismo ataca hoy al 11% de la población, con las bien conocidas consecuencias psiquiátricas y sociales. En la población juvenil, hoy el 42% de los menores de 14 años consume alcohol -el porcentual alcanza el 80% en los jóvenes de 17 años. Los cuerpos profesionales saben perfectamente que la ingesta de alcohol previo a los catorce años certifica que casi el 50% de esa franja poblacional incurrirá en un consumo problemático-adictivo en su juventud y edad adulta (guarismos presentados oportunamente por la universidad estadounidense de Harvard, Facultad de Salud Pública).

Y difícil será soslayarlo: se multiplican los secretos en estas familias, ya sea de origen (hijo de otro padre, adopción no comentada, hijos ilegítimos, algún incesto oculto), de muerte (un asesinato, un aborto, el no deseo del hijo con rechazos constantes), sexuales (abusos, hijo que es de un hombre distinto al padre, padre ignorado, infidelidades con el hijo como cómplice, hermanos de padres diferentes, etcétera). Se asiste, ni más ni menos, a los invisibles tatuajes con los que muchos seres humanos llegan a la existencia.

Toda vez que los secretos pueden develarse, como sucede en La Cordillera, el silenciamiento de la verdad importa más. Se consolida el pacto criminoso, entregándose al propio hijo a la locura, y registrándose el deceso del testigo no-cómplice (en la película, el yerno). El mundo seguirá su curso, pero la culpa no llegará sin facturas. En la clínica cotidiana, el tríptico de secretos familiares-pactos criminosos y sexuales consignará, infortunadamente, el pronóstico. El silenciamiento y la complicidad signan, en una miríada de casos, el destino de un tratamiento.


El fracaso de la vida familiar

Las familias multiproblemáticas comportan características varias; son el sostén y fiel promotor de las epidemias de drogas, alcohol y de las patologías psiquiátricas crónicas. Algunos caracteres de estas familias: a) poli-sintomatologías (varios de sus miembros tienen problemas) con episodios recurrentes de crisis (prisión, intentos de suicidio, sobredosis, etcétera), y en convivencias con contextos estresantes y al interior del sistema familiar la violencia, el grito, el golpe y la amenaza son frecuentes; b) desorganización de roles y funciones con comunicaciones caóticas; c) abandono de las funciones parentales (desapego, negligencia, abandonos); d) aislamiento de redes de contacto culturales o de apoyo social; e) pobres y/o brutalmente opulentas y poderosas. La pobreza dura las sumerge en la marginalidad entrópica. El asistencialismo como única variable de respaldo, es inútil. Solo aportará valor agregado el fortalecimiento de la resiliencia familiar, con múltiples intervenciones -desde sociales hasta terapéuticas- para favorecer el verdadero cambio. De lo contrario, el asistencialismo en soledad ha de fracasar, no lográndose consolidar los vínculos familiares -escenario que redundará en el incremento de enfermedades, de la propia marginalidad y de la dependencia ante el Estado (u otros actores).

La CordilleraDe no proceder a aquel fortalecimiento de las familias, se potenciará la pobreza en su más crudo formato. Tener familia es hoy indicador de superación de problemas de pobreza. No existe mejor red de contactos que una buena familia.


Nuestro plus de vida

Estos grupos familiares demandan mucho de nosotros, como profesionales. El notable Braulio Montalvo -director, en compañía de Salvador Minuchin, del Instituto de Familias en la ciudad estadounidense de Filadelfia- supo decir que los cuerpos profesionales habrán de acercarse a las personas 'más como poetas que como técnicos'. Es decir, que la oferta de deseo de vida debe provenir de nosotros. Para ellos -los pacientes-, la vida está jugada. El silencio, la complicidad, la traición y el ocultamiento son los disvalores que presiden y regentean sus vidas.

Los profesionales hemos de ofertar esperanza y palabra. Hemos de ser testigos y no cómplices; develando verdades, mirando siempre a los ojos y sin desviar un segundo la mirada. La gran tarea consiste en estar sanos, para poder ofertar vida. Entre todos, hemos de fomentar el encuentro y de escuchar intimidades. Facilitar al llanto pero sin autoinmolación, a la cual recurren aquellos que ya se sienten condenados y que entienden que la vida es solo traición y mentiras.

 
Sobre Juan Alberto Yaría

Juan Alberto Yaría es Doctor en Psicología, y Director General en GRADIVA, comunidad terapéutica profesional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Los artículos del autor en El Ojo Digital, compilados en éste link.