ECONOMIA INTERNACIONAL: MARIAN L. TUPY

Qué puede aprender el mundo sobre Hong Kong

Este próximo-pasado sábado, se cumplieron veinte años desde que Gran Bretaña entregó...

03 de Julio de 2017
Este próximo-pasado sábado, se cumplieron veinte años desde que Gran Bretaña entregó la soberanía de Hong Kong a la República Popular China. Por estas horas, el territorio que otrora el Secretario Británico para Asuntos Extranjeros, Vizconde Palmerston, describió como 'una isla yerma con pocas o ninguna casa sobre ella' continúa siendo una de las más grandes ciudades del globo, y sus ciudadanos disfrutan de uno de los más elevados estándares de vida en el planeta. 
 
A los efectos de comprender el éxito de Hong Kong, considéres la vida de una anciana residente en esa localidad. Imagine una anciana de 84 años que nació en 1932 y huyó -junto con otros miles- del continente hacia Hong Kong tras la Revolución de 1949. En 1950, ella hubiese estado cerca de su cumpleaños número 18. ¿Qué tipo de mundo hubiese conocido?
 
Hong KongHong Kong, con un PBI per capita de US$4.120, debió parecer un paraíso al comparárselo con China, que tenía un PBI per capita de US$644. Eso fue, después de todo, parte de la razón por la cual aquélla persona desertó en primer lugar. Pero, al comparársela con las naciones avanzadas de Occidente, Hong Kong aún era un patio trasero. Los ingresos promedio per capite en el Reino Unido y en los Estados Unidos permanecieron en US$ 11.921 y los US$16.197 respectivamente (cifras en dólares estadounidenses de 2015, ajustados por poder adquisitivo). En otras palabras, el residente promedio de la colonia británica se anotó un 35% más y un 25% más comparándose, respectivamente, con los ciudadanos promedio de la Gran Bretaña y los Estados Unidos. Hoy día, el ingreso promedio en Hong Kong es un 37% superior y un 3% superior que en el Reino Unido y en EE.UU. 
 
Allá por 1960, la expectativa de vida en la colonia era de 67 años. En el Reino Unido y en EE.UU., era de 71 y 71 años respectivamente. Una vez más, las cosas de han dado vuelta. Hoy, un residente de Hong Kong puede aspirar a vivir hasta 84 años. El comparativo del Reino Unido y EE.UU. reza 81 años y 79 años respectivamente. 
 
A la postre, en dos de las variables mensuradas más relevantes en lo que hace a calidad de vida humana, Hong Kong está considerada como una de las historias de mayor éxito en todos los tiempos.

Hong Kong, skylineComo colonia británica, Hong Kong fue bendecida con derechos de propiedad, igualdad ante la ley y una justicia independiente. Mientras que la colonia jamás se convirtió en una democracia en todo su esplendor, sus ciudadanos sí disfrutaron libertades civiles, incluyendo de expresión, de prensa, libertad de asociación y libertad religiosa. 


A diferencia de ciertas ex colonias briteanicas y del Reino Unido en sí mismo, Hong Kong jamás experimentó el socialismo. Históricamente, el gobierno apenas desempeñó un rol muy pequeño en la economía, limitándose a proporcionar viviendas subsidiadas para los refugiados provenientes de China continental. 

El territorio mantuvo los impuestos planos y bajos (ubicándose éstos en un 17%, para ingresos personales e ingresos corporativos), mantuvo el gasto gubernamental que jamás excedió el 11 por ciento del PBI, y el presupuesto siempre se mantuvo en equilibrio. El territorio siguió una política de liberalización unilateral del comercio, que equivale a decir que permitió a otras naciones exportar a Hong Kong bajo un sistema libre de tarifas, sin importar si esos otros países se comportaban de manera recíproca o no. 

Como tal, Hong Kong ha sido, alternativamente, la economía más libre del mundo, o bien ha ocupado el segundo puesto, entre 1970 y 2014 (primer y último año en que el Instituto Fraser compiló sus estadísticas para el Indice de Libertad Económica en el Mundo).

La libertad económica benefició a millones de personas en Hong Kong. Más importante: benefició a cientos de millones de personas en la China continental. Conforme el territorio creía y se volvía más rico, los comunistas chinos se vieron forzados a admitir el fracaso del socialismo, embarcándose luego en su propio sendero hacia la riqueza, desde 1978. Entre ese año y 2016, los ingresos chinos se multiplicaron por siete, resultando en la mayor reducción de la pobreza en la historia de la humanidad. 

El vínculo entre libertad económica y crecimiento, conforme fuera ejemplificado irrefutablemente por Hong Kong, debería ser de interés para los tomadores de decisión en el Reino Unido, habida cuenta de que ese país se prepara para abandonar la Unión Europea. Tras el Brexit, el Reino Unido podría intentar replicar el éxito de Hong Kong, adoptando políticas que maximicen el crecimiento, incluyendo el recorte de impuestos, una profundización de la desregulación en el ambiente de los negocios, y la implementación de una liberalización unilateral para facilitar el libre comercio. 

Debería, la Gran Bretaña, elegir el ejemplo de Hong Kong, abrazarse a una mayor libertad económica, y prosperar como resultado -y otras naciones europeas deberían verse tentadas de seguir los pasos británicos, en tal caso. En ese sentido, la Gran Bretaña podría servir como faro que ilumine el camino de la libertad y la prosperidad para Europa, tal como Hong Kong hizo lo propio para la China continental. 

En 1755, el gran economista escocés Adam Smith ofreció 'una virogorsa descripción de lo que él creía el gobierno debía hacer para alentar el desarrollo económico'. Escribiría: 'Es requisito para llevar a un Estado al más alto grado de opulencia -desde un status de barbarismo básico-, que la paz, impuestos sencillos, y una administración de justicia tolerable; el resto será provisto por el curso natural de las cosas. Todos los gobiernos que obstaculizan este curso natural, que fuercen las cosas por otros canales, o cuyo propósito sea impedir el progreso de una sociedad en un punto en particular, son no-naturales y, a los efectos de sostenerse, se fuerzan a ser opresivos y tiránicos'. 

Hong Kong prosperó porque siguió las recomendaciones de Smith. La Gran Bretaña no está obligada a reinventar la rueda. Todo lo que necesita es abrazarse a su propio legado cultural y a los principios de la libertad económica y política, que han sido las virtudes que los británicos legaron a la humanidad en primer lugar.

 

Sobre Marian L. Tupy

Analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute. Editor del sitio web Human Progress.