INTERNACIONALES: LUKE COFFEY

De cómo Kazajistán podría oficiar de pivot para la política de EE.UU. hacia Rusia y China

Conforme Estados Unidos debe lidiar con numerosas temáticas complejas -vitales para sus intereses...

30 de Abril de 2017

Conforme Estados Unidos debe lidiar con numerosas temáticas complejas -vitales para sus intereses en la vasta región de Eurasia-, un país debería concentrar la atención de Washington. Se trata de Kazajistán, el noveno país del mundo en lo que hace a superficie, que se asienta en el corazón de Eurasia, y que es mejor descripto como una convergencia de desafíos globales y oportunidades estratégicas para los Estados Unidos. 

Estos desafíos clave incluyen la no-proliferación nuclear, el resurgimiento de Rusia y el de China, el extremismo islámico, y la competencia por recursos energéticos. Una asociación con Kazajistán en estos temas es importante para que EE.UU. pueda avanzar. Además de estos temas puntuales, existen numerosas oportunidades para Washington también -y tales oportunidades no deben ser ignoradas.

AstanaKazajistán es un actor central en la variable de los hidrocarburos, y tiene el potencial para asistir a Europa a aliviar parte de su dependencia hidrocarburífera frente a Rusia. Adicionalmente, rutas críticas de tránsito atraviesan Kazajistán a través de la vieja Ruta de la Seda, conectando al Este de Asia con Europa Occidental (el tren que recientemente hiciera historia como el primer tren chino de carga que habrá de detenerse en Londres transitó por Kazajistán a través de esta ruta).

Kazajistán es una nación de mayoría musulmana, pero es altamente secular en lo que hace a su política exterior, manteniendo relaciones cordiales con todos los países en Oriente Medio -desde Israel a Arabia Saudita, pasando por Irán y todas las naciones situadas entre ellas. Lo cual convierte a Kazajistán como país intermediario de magnitud a la hora de ponderar temáticas globales fundamentales para los Estados Unidos.

Kazajistán dio inicio a su período de dos años como miembro no-permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas este año, y ha propuesto una voz firme en el escenario mundial en lo que tiene que ver con no-proliferación de armas nucleares, habiendo resignado su arsenal de centenares de armas atómicas -las cuales supo heredar tras el colapso de la Unión Soviética. El ejemplo de Kazajistán, en rigor, puede ser útil en el debate relacionado con Corea del Norte y su programa de armamento nuclear. La inversión estadounidense en la energía de Kazajistán merodea las decenas de miles de millones de dólares, y hay potencial para ampliar ese interés. Adicionalmente, existen oportunidades en materia de comercio e inversiones. Las exportaciones estadounidenses a Kazajistán totalizaron más de US$ mil millones en 2016.

En los inicios de su independencia de la ex Unión Soviética, entre 1991 y 1995, la economíz de este país se contrajo en un 31%. Desde 1995, el crecimiento anual del PBI kazako ha promediado un respetable 5.16%. Cuando el think tank estadounidense The Heritage Foundation comenzó a evaluar la performance económica de Kazajistán en su Indice de Libertad Económica en 1998, el país se situaba en el puesto #136 en el mundo, en lo que hace a libertad económica. Hoy, se ubica en el puesto #42, convirtiéndose en el líder de Asia Central -y superando en ese estudio a naciones occidentales tales como Bélgica, Francia e Italia.

Asimismo, Kazajistán se ha aferrado a los titulares de las noticias este año, como anfitrión de lo que se ha dado a conocer como el 'Proceso Astana' -que remite a una serie de reuniones tendientes a poner término a la extendida guerra civil de seis años en Siria. El rol de Kazajistán aquí, aunque desde lo técnico su posición es neutral, resulta crítica, y puede ayudar a potenciar su conocimiento internacional como país con vínculos positivos con la totalidad de las partes involucradas, incluyendo Occidente. Aún resta ver qué tan exitosas son estas conversaciones, pero Kazajistán debería recibir el respectivo crédito por hacer todo lo posible para hallar una solución diplomática a ese conflicto en Oriente Medio.

Asia Central es un vecindario difícil. Desde el anuncio del retiro de las fuerzas militares estadounidenses de Afganistán, la influencia americana en la región se ha diluído. Rusia y China son hoy los actores centrales en la región -en lo que hace a cuestiones militares y económicas- como nunca antes, y no siempre exhibiendo intenciones benignas. Una segunda línea de participantes -como es el caso de Irán, Turquía, Arabia Saudita y la India- también están involucrándose cada vez más en la región. En ocasiones, ello se debe a razones económicas, de seguridad e inclusive religiosas -pero sus motivos no siempre quedan claros.

Todo lo cual torna más complejo al tablero de ajedrez geopolítico en Asia Central. Kazajistán ha sido coherente a la hora de mantener el equilibrio de sus vínculos con potencias globales y regionales. Y debe hacerlo, a criterio de progresar en una región en donde el equilibrio de poder se muestra en permanente cambio. Pero, conforme un funcionario senior kazako me relatara en oportunidad de mi visita a Astana el pasado mes: Kazajistán ha de dotar de equilibrio a sus relaciones con los Estados Unidos, China y Rusia, pero esto se ha vuelto cada vez más difícil porque desconoce cuál es la política exterior de la nueva Administración americana hacia Rusia y China.

Esto resulta inevitable con cada nuevo gobierno, aunque no deja de ser una perspectiva atendible. Conforme Estados Unidos hace frente a desafíos recurrentes en Afganistán, el presente sería un momento idóneo para potenciar la relación entre EE.UU. y Kazajistán, para devolver a Estados Unidos al mapa de Asia Central. El ex Secretario de Estado John Kerry -de la mano de su iniciativa C5+1, un esfuerzo para liderar un formato unilateral de cinco naciones del Asia Central y EE.UU. a los efectos de que todos consoliden sus relaciones diplomáticas- fue un comienzo honorable y, en efecto, debería continuar.

Pero Asia Central es una región cuyo formato ideal se presenta para la concreción de relaciones bilaterales, y la relación bilateral más importante para Estados Unidos en Asia Central es, precisamente, con Kazajistán. Una estrategia sensitiva de EE.UU. para con Asia Central habrá de ser vista como una silla con cuatro patas, centradas éstas en seguridad, cooperación económica, energía y correcta gobernancia. Toda vez que una pata sea más larga que otra, la silla perderá equilibrio en el mejor de los casos -o, en el peor, dejará de funcionar. Durante demasiado tiempo, Estados Undos se ha enfocado demasiado en uno de estos cuatro aspectos y, en general, lo ha hecho en desmedro de terceros. No es éste un formato sostenible para promocionar los intereses estadounidenses en la región, ni su relación con naciones como Kazajistán.

La región del Asia Central ha sido, es, y continuará siendo, un área de notable importancia geopolítica para los Estados Unidos. Si la nueva Administración exhibe una estrategia fundamental para lidiar con la resurgencia de Rusia y una China más asertiva, promocionar la no-proliferación, confrontar al terrorismo islamista, y optimizar la seguridad energética europea, no podrá ignorar a Kazajistán.


Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/04/27/this-little-known-us-ally-could-be-pivotal-on-russia-china-policy/

 

Sobre Luke Coffey

Desarrolla artículos relacionados con la relación especial entre Estados Unidos y Gran Bretaña, en la Fundación Heritage (Washington, D.C.). Se concentra específicamente en temas de Seguridad y Defensa, incluyendo el rol de la OTAN en la Unión Europea y en materia de seguridad transatlántica. Previo a desempeñarse en Heritage, Coffey sirvió en el ministerio de defensa británico como consejero especial al entonces secretario de Defensa, Liam Fox. Sus trabajos también son publicados en español en el sitio web The Daily Signal.