NARCOTRAFICO Y ADICCIONES: JUAN A. YARIA

Argentina: de ser nadie a ser alguien

La droga no oculta su rol como instrumento dominador de pueblos.

29 de Abril de 2017
No voy a poder dejar la cocaína porque ya no existo, la cocaína me va a dejar a mí.

(Relato de un paciente)

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La droga no oculta su rol como instrumento dominador de pueblos. Esa dominación siempre pasa por algún formato de esclavitud. Hoy, las formas de esa dominación son bastante más refinadas. Anular a los sujetos, transformarlos en nada o en 'nadies' es el requisito -es la esclavitud moderna. La Universidad Católica Argentina, en su última encuesta de hogares, ha cifrado que, en los hogares pobres, el 22% de los jóvenes consume algún tipo de drogas. En los hogares ricos, el porcentaje es casi idéntico. Las drogas unen transversalmente a la generación joven. Todos son pobres de alguna manera: son factores comunes la penuria económica, el abandono familiar, la des-escolarización, el abuso, los barrios y lugares de venta de drogas en distintos lugares. Todos son pobres; son 'nadies'. Unos serán soldaditos; los otros, clientes VIP. Se trata de un default cultural; la caída de la Ley. Sin cultura de la vida, somos 'nadies'.

Drogas, GendarmeríaHacia fines de los años noventa, Colombia percibía -en concepto de exportaciones- US$ 12 mil millones; las organizaciones de la droga recaudaban US$21 mil millones gracias a la comercialización y distribución de sustancias, secuestros y chantajes -cobrados como impuestos a la población de empresarios y ganaderos. También recaudaban otro tanto gracias a la extracción y venta de oro ilegal. El poder superaba al de los Estados. Y ese poder continúa, ya que hoy se registra un aproximado de 188 mil hectáreas cultivadas contra las 159 mil de 2016. Ese país produce 710 toneladas anuales, destinados a ser repartidos en todo el mundo (en conformidad con estadísticas de monitoreo de consumos ilícitos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, UNODC).

Y lo propio sucede en otros países. La legalización de las drogas no parece ser la solución. La República Oriental del Uruguay estimó que la legalización de la marihuana pondría fin al comercio ilegal -pero se incrementó el comercio ilegal, y los uruguayos alcanzaron el primer puesto en consumo de cocaína en Latinoamérica. Los legisladores uruguayos ignoraron el desquicio que tiene lugar en el cerebro del consumidor: rápidamente, el usuario se dedica a explorar con otras drogas.

La estrategia de implantación del consumo es una ingeniería económica de inundación del mercado y, en simultáneo, se aferra a una arquitectura comunicacional, cultural y de marketing. El agente químico hará el resto, siendo lo suficientemente potente como para generar un deseo de repetir el consumo que llevará a la muerte al núcleo de personas/consumidores más vulnerables. Cuanto antes se inicie el consumo (a saber, en la niñez y la adolescencia), cuánto mejor para esta vía perversa de negocio. Más se asegura y retiene al cliente.

En el actual moméntum de la humanidad, la estrategia cultural -que Octavio Paz solía definir como de 'tiempo nublado', incertidumbre de valores con relativismo ético y ocaso de la Ley como marco regulador- tiene un papel fundamental, quizás más que todas las redes de oferta. Porque se registra una orfandad de 'resortes vitales' -al decir de Ortega y Gasset. Entonces, el hombre altera su propia naturaleza. La desesperanza brota en esta suerte de 'tiempo nublado'.

A lo largo de la historia, el hombre ha intentado vencer a la muerte y perdurar. El sistema de supervivencia -esa batalla cotidiana para vivir- llega a término con las drogas, y se anula progresivamente. La humanidad ha aprendido a huir de los venenos, de los enemigos; ha procurado asegurarse alimento reproducirse. Las drogas son su 'veneno' (el concepto 'tóxico' proviene de 'toxon') y, sin embargo, atraen. Queda entonces anulado el sistema de supervivencia de la especie.

Lo cierto es que sobra dinero para corromper y para generar un packaging lo suficientemente engañoso.

El hombre es el único ser animal que nace incompleto. El sentir de plenitud (o de sentirse completo) provendrá de la cultura y de los ordenamientos familiares y sociales. Esa cultura le propone fines y propósitos, ritos, folclore, lenguaje, valores, arte, poesía, creencias religiosas. Es decir que crecemos en un universo simbólico que nos aleja de la inmediatez animal. Y las drogas nos acercan a esa inmediatez. Una existencia de esta categoría es digna de un 'nadie'. Esos 'nadies' residen en un mundo cerrado en el espacio y en el tiempo. En la Biblia, el Profeta recuerda que, fuera de este entorno creencial y de urdimbre de valores, 'todo es vanidad'. O, como solía decir Scalabrini Ortiz: 'Creer, creer... He ahí la magia de la vida'. Marco Aurelio, emperador del inicio del declive de Roma y, a la vez, escritor, describe una vida con confort o escasez pero sin valores: '¿Qué es la vida? un hueso arrojado a una jauría de perros hambrientos…' (Meditaciones). Esa es, precisamente, la existencia de los Nadies.


El pasaje del nadie al alguien
 
Este pasaje es una operación cultural y médica. Se trata de una mediación simbólica con palabras, discursos centrados en el amor: educación. En definitiva, la transformación personal de alguien alejado, desde hace años, de una vida vivible. Ese pasaje exige que algunos actúen, y esos somos nosotros -en nuestro rol de sociedad curativa, aunque también preventiva.

Quiero 'ser alguien', me comparte Gabriel -paciente. Me sorprende el modo cómo, desde su voz ronca (en una mañana en la que debimos ayudarlo para abandonar la cama a efectos de que pudiéramos hablar con él), surge un ser desconocido. ¿Dónde ha ido a parar el 'barrabrava' de un club del conurbano, o aquél que merodeaba los pasillos de una villa buscando drogas? Al otro día, le expreso mi sorpresa y alegría, dado que había empezado a conocer a Gabriel. Con la lucidez que estaba adquiriendo tras muchas horas y días de terapia e internación en una comunidad terapéutica, me dice: 'Es que no quiero seguir siendo un adicto'. Para él, ser adicto buscando, por ahí, los restos de drogas, era ser un 'nadie'.

Hoy, el trayecto para muchos jóvenes alienados y expropiados por sus conductas adictivas, es hacer a un lado el 'nadie' que llegaron a ser, para pasar por las transformaciones en el sendero a ser 'alguien'. Pero ello sólo puede lograrse a través de 'algunos'. Ahora, esos 'algunos' son centros de rehabilitación que, en rigor, son sitios de habilitación de la palabra y de cuidados, para que florezca la vida. Donde hay drogas. para un adicto surge la muerte.

Esta historia es para mí una enseñanza de la realidad de muchos jóvenes que solo necesitan un empujón vital para que sus resortes vitales (al decir de Ortega y Gasset) se expandan. Las drogas son lo contrario a esa expansión de la vida; la constriñen -como en el caso de Gabriel- a los pasadizos de una villa, o a las locuras de un 'barrabrava'.

Con las drogas -me decía-, 'borro la cinta'. Aparecía el otro, el 'nadie'. El viaje con pastillas y alcohol me invitaba a la locura y 'me agarraba a las piñas'. Incluso olvidaba donde había dejado el coche.


Los duendes
 
En Rosario, me relataba Delia que el paciente que se transformaba en buscador de drogas era como un 'duende'. El dicho 'Ah, pero no seas duende' es común. ¿Qué es un duende para la terminología de los consumidores rosarinos afectos a buscar en los búnkers su dosis diaria?

Relatado por la propia Delia: 'Es algo que no existe y que busca lo que es un resto de drogas'. Definiciones que son casi filosóficas. Buscan restos, son 'nadies' y ellos mismos terminan siendo un resto, en tal estado. Son lo que sobra; el descarte. Han perdido la potencia de la libertad.

Recuerdo en este momento experiencias que viví en el NIDA (Instituto de Drogas de USA), cuando observé los trabajos con roedores adictas; he visto la urgencia y la hiperactividad por hallar la dosis. Ellos las llaman 'seekers': buscadoras o solicitantes.

El duende es una criatura mitológica descripta como un humanoide -un personaje ficticio del folclore popular, un 'duen de casa' -esto es, en la etimología, un 'dueño de casa'. Se apodera de las personas que creen en los duendes. Los habita, dice la mitología. Se los llamaba 'gente pequeña' o 'gnomos'. 


La genética y los 'nadies'
 
Existen hoy estudios sobre la genética de las adicciones, especialmente sobre los genes de la saciedad. Tenemos, permítaseme la licencia, un 'llamador biológico' acerca de cuándo frenar los distintos impulsos (alcohol, comidas, drogas, juegos). Cuando se registra un desorden -es decir, cuando se consume sin freno-, todo el circuito que rodea el gen queda alterado, modificándose la expresión genética; se dispara la falta de freno. En lo humano, nos vamos transformando en 'nadies', 'duendes', 'gnomos'

El trayecto no consiste meramente en dejar de drogarse, sino en cómo pasar del ser nadie a ser alguien -a través de 'algunos'. Se trata de una aventura existencial, y del estudio de la novela existencial de cada cual. El abandono del consumo es la prerrogativa y garantía necesaria para comenzar a ser 'alguien'.
 
Sobre Juan Alberto Yaría

Juan Alberto Yaría es Doctor en Psicología, y Director General en GRADIVA, comunidad terapéutica profesional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Los artículos del autor en El Ojo Digital, compilados en éste link.