INTERNACIONALES: MIKE GONZALEZ

Barack Obama y su patrón de concesiones a los comunistas cubanos

Algo parecen tener los dictadores militares cubanos, que fascinan al presidente número 44 de los Estados Unidos.

16 de Enero de 2017
Algo parecen tener los dictadores militares cubanos, que fascinan al presidente número 44 de los Estados Unidos. Cuba fue el primer asunto mencionado por Barack Obama al enumerar sus 'logros' de política exterior en su discurso de despedida; y, a una semana de abandonar el poder, se ha propuesto efectuar nuevas concesiones a los comunistas en La Habana.
 
En esta oportunidad, las concesiones coincidieron con poner punto final a la política conocida elegantemente como 'pies mojados, pies secos'. En rigor, ésta era una enmienda de la Era Bill Clinton al Acta del presidente Lyndon Johnson de 1966 intitulada Cuban Adjustment Act (Acta para Actualizaciones sobre Cuba), que permitía a refugiados cubanos que llegaban a suelo estadounidense permanecer aquí, pero que devolvía a La Habana a aquellos capturados en el mar.
 
Michelle Obama, Barack Obama, Raúl CastroAl poner fin a tal provisión, no se aniquila el Acta de Actualización Cubana -aún cuando la inutiliza en muchos aspectos. El acta permite a los cubanos que permanecieron en los Estados Unidos durante un año recibir status de residentes permanentes, mientras que la enmienda Clinton garantizaba que aquellos que arribaban como balseros o cruzando la frontera terrestre contaran con un permiso de un año, para luego esperar la entrada en vigor del Acta.
 
Al no contarse con el permiso de un año, es más difícil que la concesión especial garantizada a aquellos que escaparon de la isla comunista entre en funcionamiento.
 
La política de 'pues mojados, pies secos' estaba lista para ser reformada; se encontraba repleta de incentivos perversos. Por ejemplo, alentaba a miles de cubanos para que huyan como balseros hacia América Central, protagonizando un peligroso periplo a través de naciones inestables, para luego terminar siendo contrabandeados a través de la frontera mexicano-estadounidense.
 
Tan grande es el deseo de abandonar el 'Paraíso Socialista' de los Castro, que más de 46.500 personas circularon a través del Río Grande el pasado año fiscal, que finalizó el 30 de septiembre. Una cifra más pequeña de ellos se embarcó en un lóbrego viaje a través del istmo de 95 millas náuticas hacia Florida -repleto de tiburones-, en balsas generalmente confeccionadas a base de colchones.
 
Pero la aproximación tomada por Barack Obama para la cuestión, así como también su decisión de -una vez más- negociar en secreto con La Habana, con toda probabilidad, gestión realizada por su asesor de seguridad nacional Ben Rhodes -figura clave en la Casa Blanca- vuelve a decepcionar.
 
El hecho es que el dictador Raúl Castro, de 85 años de edad, conoce mucho más sobre este cambio de política -antes de que fuera anunciado-, de lo que sabía cualquier miembro del congreso americano o del propio Departamento de Estado de Obama.
 
Asimismo, Obama puso fin al Programa de Permisos para Profesionales Cubanos de la Medicina (Cuban Medical Professional Parole Program), que permitía a doctores cubanos ser enviados al exterior para solicitar asilo estadounidense en terceros países. La Habana explota a estos médicos y enfermeras; lo hace enviándolos al exterior de tal suerte que el gobierno comunista puede recolectar dinero convertible para su propio beneficio -práctica que lleva años siendo condenada.
 
Pero los Castro la detestaban, por cuanto ofrecía a sus médicos una alternativa de libertad -así es que Obama cedió a sus deseos. El aparente deseo del presidente estadounidense, coincidente con gratificar al octogenario líder antiamericano de La Habana, solo puede equipararse a su obvio desprecio por el legítimo deseo libertario de los ciudadanos cubanos.
 
Obama parece olvidar a aquellos que se encuentran prisioneros de una dictadura militar autoritaria. Una vez más, declaró que 'el futuro de Cuba debe permanecer en manos del pueblo cubano' -como si acaso ese pueblo residiera en Ohio o en el sur de Francia. No parece haber forma contundente de que aquellos ciudadanos, perseguidos por sus creencias políticas o religiosas, hallen refugio en suelo estadounidense.

Todo lo anunciado sobre Cuba por Obama -no solo el pasado jueves, sino también en los dos últimos años- puede perder validez el próximo viernes con la asunción del presidente Donald Trump. Y lo propio podría suceder con gran parte del legado de Barack Obama.

El Senador Marco Rubio (Republicano, por Florida) fue claro al respecto:
 
'He tenido la oportunidad de tratar esta cuestión con el vicepresidente electo Mike Pence esta noche, y albergo esperanzas ante el hecho de que, en una semana, contaremos con una nueva Administración, comprometida a descartar la fallida política hacia Cuba que hemos visto en los últimos dos años'.
Sobre Mike González

Es vicepresidente de comunicaciones en la Fundación Heritage (Washington, D.C.), y periodista con veinte años de trayectoria, habiendo reportado desde Europa y Asia. Durante la Administración del ex presidente estadounidense George W. Bush, asistió en temas fiscales y de política exterior en audiencias dentro de Estados Unidos y en el exterior, inicialmente en la Securities and Exchange Commission (SEC) y luego en el Departamento de Estado.