INTERNACIONALES: TERESITA DUSSART

Barack Obama: patética salida del escenario internacional

Las pretensiones de encarnar un factor de cambio por parte de Barack Obama...

26 de Diciembre de 2016
Las pretensiones de encarnar un factor de cambio por parte de Barack Obama quedan en la nada. Hubo un cambio, pero fue malo. Obama será recordado como un presidente que puso el mundo patas para arriba, que firmó con los mismos malos de la historia de siempre, las potencias wahabitas y, por si fuera poco, registró la peor pérdida de influencia de la historia americana -a pesar de buscar lo contrario. En las postrimerías del mandato, teoría sobre la conspiración rusa para hacer desviar el foco de sus errores.
 
Las últimas semanas de Barack Obama como Presidente y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos coinciden con la caída de telón sobre la tragedia siria. La liberación de Alepo por las fuerzas pro-gubernamentales sirias, con asistencia rusa, marca virtualmente el fin de la insurrección. Si Barack Obama tuvo mucho que ver con el estallido, será totalmente ajeno a las etapas de la resolución del conflicto bélico como presidente y en la función que sea. El liderazgo ya lo había perdido en agosto de 2013, cuando se produjo la crisis de las armas químicas. Ante la inminencia de una conflagración y del riesgo de que cayeran en manos terroristas, la intercesión rusa permitió a un equipo internacional proceder al inventario y destrucción del arsenal.
 
En cinco años, los eventos en Siria causaron entre 300.000 y 400.000 muertes -de acuerdo a Naciones Unidas. El empeño puesto por Obama en derrocar a Bashar al-Assad y sostener las facciones islamistas, identificadas como seculares sin la más mínima idea, fue siempre inversamente proporcional a la capacidad de influir en el terreno, entre otros motivos porque desde un principio se había comprometido a no desplegar soldados en nuevos conflictos.
 
Cierto es que son aún muchos los focos terroristas. Tardarán años en apagarse y todas las hipotecas sobre el porvenir del país son funestas. Los aliados de Barack Obama, Qatar y Turquía, perdieron pero se mantendrán al acecho. La Turquía practicando la takiya, ofreciendo sus buenos oficios y los rusos pretendiendo confiar. Pero ya nadie menciona la destitución de Bashar al Assad como prerrequisito. En cuanto a Vladimir Putin, quedará instalado como el Cid Campeador no sólo en Siria, sino en los ojos de millones de occidentales, incluídos muchos compatriotas de Barack Obama.
 
Barack ObamaSe adelantó al 20 de este mes una reunión inicialmente convocada para el 27, en Moscú, para debatir de las condiciones de un cese al fuego más definitorio. Estarán presente los cancilleres de Turquía, Irán, Siria y Rusia, potencia huésped, pero no habrá un representante de Estados Unidos. Barack Obama ya sólo es consultado como premio consuelo sobre la ex filtración de los rebeldes moderados o yihadistas de Alepo, en coincidencia con su única preocupación siria. Un poco como si los insurgentes formasen parte de su personal.  Los civiles sirios pro Bashar no se benefician de la misma ecuanimidad, ni tampoco los militares leales a Bashar, los cuales han luchado heroicamente ante las tropas más sectarias, más crueles de la historia del terrorismo y han padecido los más espeluznantes suplicios (quemados vivos en jaulas, ahogados, degollados, crucificados, torturados). Cada soldado sirio que luchó contra el terrorismo, no solo en su país, sino en relación al reto a la seguridad global. Nada de tal se puede decir de los afiliados a al Nusra, franquicia de Al Quaeda, entrenados por Estados Unidos en Turquía, hasta hace poco.
 
La inercia estadounidense ha sido tal en la resolución de la crisis que no hay siquiera presencia humanitaria americana en el terreno. El corredor humanitario que tanto preocupa a Obama para la extracción de los “rebeldes moderados” y sus armas funciona… gracias a los rusos. Barack Obama es eso: una retórica inflamatoria, impulsada por la masificación de las fake news o propaganda concoctada a través de la red de medios amigos corrompidos como nunca antes en la historia del periodismo, para luego respaldarse en la acción de aquellos que permanentemente difama.
 
No todo ha sido inercia por parte de Barack Obama. La política del presidente saliente ha sido demasiado marcadamente pro yihadista, como para no levantar preguntas de fondo.
 
La buena predisposición de Donald Trump hacia Putin y más aun de parte de su gabinete, en algunos casos abiertamente pro-rusos, le permitirían a Estados Unidos participar del post conflicto en Siria. Pero también abren la puerta a una coalición para un posible proceso ante la historia. No todo ha sido inercia por parte de Barack Obama. La política del presidente saliente ha sido demasiado marcadamente pro yihadista como para no levantar preguntas de fondo. El esfuerzo para intentar dirimir las diferencias entre elementos del Ejército Sirio Libre y de la nebulosa yihadista internacional, paradójicamente lo realizaron los rusos.  El juego de Obama fue de borrar las diferencias, no subrayarlas. Hasta ahora, el gran público sólo conoce del entrenamiento de Estados Unidos a elementos de Al Nusra por lo que reportó el general Lloyd Austin en su audiencia ante el Congreso, el 16 de septiembre de 2015.
 
Con el tiempo, lo que pareció en su momento una torpeza podrá ser objeto de una investigación. Fue demasiada la concomitancia en tiempo y esfuerzos estratégicos con Qatar, la Turquía de Recep Erdogan y Arabia Saudí, como para considerar que sólo la inexperiencia del ex dirigente comunitario pasado a dirigir la mayor potencia del mundo es responsable de su insólita actuación. El bombardeo aéreo de Estados Unidos en septiembre pasado que dejó un saldo de 60 caídos entre los soldados leales al gobierno en Deir ez Zor, al este del país en pleno feudo de Al Bagdadi, sigue generando perplejidad a pesar de las categóricas denegaciones del centro de comando estadounidense de haber querido apuntar a los soldados de Bashar.
 

El mundo patas arribas
 
Durante su primer mandato, Barack Obama inventó las “primaveras árabes” que sólo propiciaron el advenimiento político de la Hermandad Musulmana; escenificó un conflicto en Ucrania, remozando viejos odios étnicos que hasta su llegada al poder no existían; retrotrajo las relaciones con Rusia a la época brezhneviana, y apoyó y sigue apoyando a Arabia Saudí en su guerra de exterminio en Yemen, genocidio étnico anti shiia contra la colectividad houti que ya ha dejado 10.000 muertos y que no interesa casi nadie. Barack Obama jugó de maravilla su imagen de tipo cool, con buena onda con los medios, para hacer olvidar el compromiso malsano tejido con los Estados patrocinadores del terrorismo internacional, aquellos que más violan los derechos humanos.
 
Durante las presidencias de Barack Obama, Medio Oriente se vació como nunca antes de cristianos; se gestionó la mayor crisis de refugiados de los tiempos modernos; Libia cayó en manos de hordas tribales mafiosas islamistas, con un poder valetudinario que puede caer y con él la última linea de contención ante Europa; el populista islamista Erdogan pegó el salto de democracia a satrapía. En América Latina, jamás Obama elevó la voz para denunciar los crímenes de lesa humanidad del castrochavismo. En ocho años, Estados Unidos ha perdido su influencia y poder moral en el mundo, como nunca antes.
 

Teoría de la conspiración
 
Durante su conferencia del viernes último, Barack Obama asoció la cuestión de la transición siria a sus alegaciones de presunto hackeo de los correos de la sede electoral de los Demócratas (DNC). Hasta dio el paso atribuyendo la responsabilidad de tal ingerencia a Vladimir Putin en persona. Lejos parecen esos tiempos, cuando en noviembre Obama conminaba al entonces candidato Donald Trump a no “lloriquear”, porque las elecciones americanas “nunca habían sido intervenidas y nunca lo serían”. La imprudencia de tal acusación, abiertamente conspirativa aparece como una manifestación de desesperación, de perdida de los estribos. Calificar a Rusia “de pequeña nación” “sin capacidad creativa“, no puede sino ser interpretado como un arrebato revelador del resentimiento de una persona que sale de la historia por la puerta de servicio.
 
El congreso estadounidense, que tendría preeminencia para examinar los hechos, los sigue esperando. Por ahora, sólo supuestas filtraciones de la CIA al Washington Post y a la cadena NBC respaldan la tajante acusación del Presidente. El senador Ron Johnson, presidente del Comité de Seguridad Nacional, se quejó el viernes que tales acusaciones lleguen en prioridad a esos medios no disponiendo él de ningún informe sobre un asunto tan grave.
 
La realidad es que es un secreto a voces que las filtraciones de correos electrónicos difundidos por la organización Wikileaks tendrían en realidad a Estados Unidos como origen y no Rusia, y serían simplemente la consecuencia de la promiscuidad con la cual la ex secretaria de Estado Hillary Clinton archivaba los mails clasificados y su propio correo.
 
Consultado sobre su responsabilidad en la crisis siria, Obama contestó -lacónico-: 'Es algo con lo cual tendré que acostarme todas las noches'. Un eufemismo.

 
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