ECONOMIA INTERNACIONAL: MANUEL HINDS

El Salvador: el salario mínimo y la hipocresía del FMLN

El gobierno del FMLN en El Salvador ha aumentado el salario mínimo drásticamente...

25 de Diciembre de 2016
El gobierno del FMLN en El Salvador ha aumentado el salario mínimo drásticamente, y ha dicho que lo aumentará todavía de manera más drástica hacia para 2018 y 2019. Los porcentajes de variación en los nuevos salarios mínimos fluctúan entre el 20 por ciento en el comercio y servicios, y el 105 por ciento en la cosecha de la caña de azúcar. Aún el porcentaje más pequeño de aumento es enorme para cualquier empresa, especialmente para las pequeñas y medianas.
 
El argumento para mandar estos aumentos tan enormes, presentado con gran alharaca, es que es inmoral pagarle a una persona menos de lo que ellos han puesto como nuevo salario mínimo.
 
El acto y el argumento son profundamente hipócritas porque, desde que existe, el FMLN ha hecho todo lo posible por deprimir los ingresos al trabajador. Esto es evidente cuando se revisan los puntos fundamentales que determinan la magnitud de dichos ingresos, que se resumen de la siguiente manera.
 
El SalvadorEl primer punto fundamental es que el salario sostenible está determinado por la productividad del trabajo. Si usted, por ejemplo, tiene una pequeña tienda que usted atiende, usted no va a contratar a otra persona si esta persona no produce un aumento en ingresos para la tienda que sea al menos igual al costo de contratarlo. Si estos ingresos son apenas iguales, usted queda igual si lo contrata o no. Si son más altos los costos, no lo va a contratar o, si ya usted lo tiene contratado y los costos aumentan, lo va a despedir —no porque Usted sea malo, ni porque Usted sea un inmoral capitalista, sino porque no es sostenible para Usted mantenerlo empleado -causándole pérdidas.
 
Segundo, el salario se aumenta naturalmente conforme se aumenta la productividad del trabajador, no porque se lo mande el Estado sino porque Usted mismo, el dueño de la tiendita, se da cuenta de que el trabajador que contrató es tan productivo que le genera mucho más ingresos que los costos que le causa, y se percata de que si no le aumenta el sueldo, se lo va a quitar la tienda de la esquina opuesta. Las empresas se "roban" a los trabajadores que son más productivos.
 
Tercero, existen tres maneras de aumentar la productividad del trabajo, todas relacionadas con inversión: inversión en maquinaria y equipo, inversión en capital humano y desarrollo de mejores tecnologías de producción y organización. En la tiendita, usted se da cuenta de que el empleado que usted tiene podría producir mucho más si en vez de tener que hacer cada factura a mano pudiera tener una caja registradora que además de facilitar el pago le llevaría la cuenta de las ventas. Esa es la inversión en maquinaria y equipo. Ahora el empleado puede operar más rápidamente, generar más ingresos, y usted le puede pagar un salario más alto.
 
Pero también Usted descubre que si le paga cursos de contabilidad y administración el empleado le puede generar aun más, de tal forma que cuando termina los cursos él también puede llevar la contabilidad, y Usted le puede pagar todavía más.
 
La tercera manera de incrementar la productividad del trabajo se da cuando el empleado introduce nuevos métodos más eficientes para realizar las tareas de la tienda, y produce aún más.
 
Usted, entonces, puede pagarle más. En todos los casos, el aumento de los salarios está determinado por inversiones —en maquinaria y equipo, en el conocimiento de los trabajadores y en métodos más eficientes.
 
Pero el FMLN ha luchado desde que se fundó por detener las inversiones y hundir a lo inversionistas, matando de esta forma la posibilidad de que haya una verdadera mejora de los salarios que gana la población. Esta actitud se comenzó a mostrar en los años sesenta y setenta cuando el FMLN comenzó a usar los asesinatos, los secuestros y otros actos violentos para detener la inversión con altos niveles de valor agregado, que permiten pagar mayores salarios. Así ahuyentaron directamente a inversionistas como Texas Instruments, que hubiera desarrollado una industria electrónica muy fuerte, e indirectamente a otros inversionistas que leían que, aquí, el FMLN había asesinado al embajador de Sudáfrica y a muchos empresarios cuyo único pecado había sido dar empleo. Ya en esos años, el FMLN mostraba esta estrategia que ha sobrevivido hasta este momento, la de ahuyentar e intimidar a los empresarios para que no inviertan y así lograr que haya desempleo y pobreza, y luego usar la miseria como su arma para lograr el poder.
 
Ahora el FMLN está en el poder y ya no usa el asesinato y los secuestros para ahuyentar la inversión sino todo el poder que le da el manejo del Estado. Insulta y amenaza continuamente a los empresarios para que se acuerden de esos otros tiempos y les aumenta continuamente los costos para que en vez de poder subir los sueldos tengan que pagar otros costos que no tienen sentido. Así, por ejemplo, el gobierno del FMLN mantiene artificialmente altas las tarifas eléctricas, que son un rubro muy fuerte en los costos industriales, y especialmente en las industrias de alto valor agregado. Igual les impone mil trámites burocráticos que retrasan la producción y aumentan los costos. También impone más y más impuestos que no son usados para aumentar el capital humano y físico del país sino sólo para perpetuar su poder. De estas y otras formas, el gobierno del FMLN exprime a las empresas para que no puedan pagar salarios más altos y las intimida para que no inviertan, cerrado así una avenida muy amplia a través de la cual los salarios subirían naturalmente.
 
El FMLN ha bloqueado también la inversión en capital humano, dejando a las escuelas sin material, a los hospitales sin medicinas, a la ciudadanía sin protección. El gobierno del FMLN desperdicia enormes cantidades de dinero en vez de invertir en mejorar la educación y la salud del pueblo, los únicos caminos que hay para subir su ingreso de una manera sostenible. Y entonces, después de haberlo intimidado a que invierta en la caja registradora, después de haber asfixiado la posibilidad de que su empleado tenga una buena educación, y después de haber compensado con costos inútiles cualquier mejora que usted pueda haber introducido en su empresa, el gobierno le manda que le suba el sueldo, haciendo que lo tenga que despedir porque con estos salarios ya usted pierde dinero y quebraría si no lo despidiera. Este razonamiento, que es tan claro, provoca enormes aspavientos de parte de los ideólogos del FMLN, que fingen indignación porque saben que es verdad, y porque saben que el razonamiento devela la profunda hipocresía de su partido, y el verdadero propósito que lo mueve a aumentar tan violentamente el salario mínimo: destrozar al sector privado para eliminar su fuerza como generador de trabajos.
 
Que este es el verdadero objetivo se vuelve todavía más obvio porque al mismo tiempo que usa su poder estatal para forzar al sector privado a pagar un salto tan grande en el salario mínimo, se rehúsa a pagar el escalafón del Ministerio de Salud.
 
Es el mismo objetivo el que han tenido por décadas, eliminar la inversión, perseguido ahora con otros métodos. Lo que quieren es que Usted despida a su trabajador, y que luego cierre la tienda, para luego quedarse ellos con el poder total del país. Y se rasgan las vestiduras por unos trabajadores que nunca les han importado. Si les importaran, habrían hecho algo para mejorar su salud, su educación y su seguridad en los años que han estado en el gobierno y con todo el dinero que han gastado.

 
Sobre Manuel Hinds

Economista y consultor económico, Hinds se desempeñó como Ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, tras haber propuesto la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (publicado por Yale University Press en 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy de El Salvador. En 2010, obtuvo el Premio Hayek del Manhattan Institute.