SOCIEDAD: MARIA CELSA RODRIGUEZ

Pobreza: enfermedad endémica

De acuerdo al INDEC, el índice de pobreza en la Argentina es de 32,2%. ¿Es posible hablar...

08 de Octubre de 2016
De acuerdo al INDEC, el índice de pobreza en la Argentina es de 32,2%. ¿Es posible hablar de una 'cultura de la pobreza'?
 
La cultura de la pobreza es una forma de vida que se transmite de generación en generación. Esta forma de vida no se caracteriza por una soberanía propia, sino que se expande en los centros urbanos, rurales, en las provincias y en los grandes centros urbanos. Sus rasgos definen perfiles casi idénticos, con carencia de organización familiar, mujeres abandonadas, ancianos desnutridos, falta de solidaridad, sumado al sentido de pertenencia a la barra de amigos antes que a la familia, vicios, ausencia de escolaridad y analfabetismo, apatía, desgano a emprender, resignación a su realidad, odio a la clase media, indiferencia ante las instituciones y a la historia. 
 
En un paper desarrollado por Virginia Romero Plana, se explicita: 'La Cultura de la pobreza: una breve reflexión desde la Ecología cultural' 'Oscar Lewis fue quien acuñó este concepto – de la cultura de la pobreza- a mediados del siglo XX (1959) tras sus investigaciones en México, Puerto Rico y Cuba'. Y que 'la perspectiva desde la que se reaviva este concepto es aquella que permite ver la pobreza como algo más que una situación psico-social y económica, como realidades globales, cuyas causas provienen de los sistemas económico, político y social, donde se han desarrollado unos determinados mecanismos de supervivencia, los cuales están basados en el trabajo informal y en otro tipo de coyunturas y relaciones socio familiares. (...) No se trata de negar que existen los pobres, sino de observar que tras los pobres existen discursos diversos, con ideologías, autorías e imaginarios precisos. (Anta, 1998: 5)'.
 
Pobreza, ArgentinaDesde que se nace, se ve al Estado como el padre que solucionará los propios problemas; sus vidas dependen de lo que aquél les proporciona y, desde esa perspectiva, los pobres se encierran en el conformismo de su realidad, reconociendo la mediocridad y el estancamiento como incentivos a su misma existencia. Ello se agrega al odio contra aquel que se esfuerza, que avanza por sus propios méritos, que estudia y trabaja, que crece y se desarrolla; lo cual suele ser, en ocasiones, el motivo para que la delincuencia encuentre en ellos las víctimas -culpables de su propia desgracia.
 
Por otra parte, los pobres son necesarios para los políticos, ya que son el vehículo para sumar votos a cambio de ser esclavos al servicio de los políticos. Al cierre, lo cierto es que ambos se usan; se fagocitan como una suerte de simbiosis que se alimentan y se parasitan de generación a generación.
 
El Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: (PNUD), destaca: 'Lo que incide en la salida de la pobreza es distinto a lo que previene que los latinoamericanos vuelvan a recaer en ella. En la década pasada, los mercados laborales y la educación fueron los grandes motores para dejar la pobreza. Sin embargo, es fundamental que las políticas públicas de la nueva generación fortalezcan los cuatro factores que impiden retrocesos.
 
Ellos son:
 
- protección social; 
- sistemas de cuidado; 
- activos físicos y financieros (como un auto, casa propia, cuenta de ahorro o dinero en el banco que actúan como ‘colchones’ durante las crisis); 
- y calificación laboral'.
 
'El crecimiento económico solo no basta. Nada que disminuya los derechos de las personas y comunidades o que amenace la sostenibilidad ambiental puede ser considerado progreso' -subraya el informe. 
 
A tal efecto, es necesaria una mejor y más activa educación, conforme 'el logro de una mayor y mejor educación no solo es un fin en sí mismo, como derecho universal, sino que al mismo tiempo constituye un medio esencial para alcanzar la inclusión productiva, el incremento de la productividad y el crecimiento económico. El avance en materia de acceso y de cobertura educativa que se ha experimentado en la región en las últimas décadas es aún insuficiente en los niveles medio y terciario. Sumado a esto, la calidad de la educación es todavía muy baja en la región y existe un desajuste entre lo que aprenden los jóvenes en el ciclo educativo y las demandas productivas, por lo que la educación no ha podido impulsar aumentos de la productividad (Bassi et al., 2012; OCDE, CEPAL y CAF, 2014)'. [1] 
 
 
Si hablamos de números...
 
Según el infome de Desarrollo Humano de Naciones Unidas para America Latina y el Caribe:
 
'Salieron de la pobreza cerca de 72 millones de personas y entraron a la clase media 94 millones de personas entre 2003 y 2013. El promedio anual de latinoamericanos que salieron de la pobreza fue de casi 8 millones entre 2003-2008 y de 5 millones entre 2009-2014. Recién en el 'entre 2015 y 2016 aumentó el número absoluto de personas pobres, por primera vez en la década'. Y esto se 'da por los límites de la expansión laboral y fiscal en la región'. 
 
'El mercado laboral en América Latina, en  gran parte es informal, […] Más de la mitad de los 300 millones de trabajadores en la región son: asalariados en micro-empresas con menos de cinco puestos de trabajo, autoempleados sin calificación o no perciben ingresos (programas de aprendizaje, por ejemplo). Asimismo, de las más de 50 millones de empresas pequeñas y medianas, el 70% son informales, y dos de cada tres nuevos empleos creados en la región fueron en el sector de servicios, que tiene baja productividad y altas tasas de informalidad. Dados los elevados índices de inflación, el peso de la carga tributaria en los pobres es tan alto en la región, que suele anular el beneficio recibido por programas de transferencias de ingreso'. [1] 
 
Asimismo, la baja calidad educativa, el desconocimiento del manejo de las nuevas tecnologías, la falta de escuelas técnicas que favorezcan e incentiven la innovación y la creatividad de nuevas fuentes de trabajo, la gran presión impositiva, la debilidad de la seguridad jurídica en aquellos países con gobiernos excesivamente intervencionistas, redundan en políticas que impiden la llegada de inversiones y, de ese modo, la desocupación cuantifica las estadísticas y la pobreza se muestra como su efecto más critico. El gasto social siempre termina siendo escaso a la hora de cubrir todas las necesidades básicas de los que menos tienen, ya que los altos índices inflacionarios carcomen los programas de ayudas sociales.
 
Un ejemplo de ello es Venezuela; allí, el índice de pobreza -de acuerdo a datos relevados por consultoras privadas- supera el 70%, y los datos oficiales –siempre engañosos- hablan de un 33,1%. 
 
En cuanto al resto de los países, Colombia tiene un 28,9% de pobreza; le sigue México con 27,5%, y Bolivia -con un 25,9%. El país con menor índice es Chile con un 11,7% en 2015; Paraguay exhibe un 22,2%  de pobreza con un 9,7% de indigencia, y Perú, 22%. En Ecuador, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la pobreza a nivel nacional en marzo de 2016 se ubicó en 25,35%,  la pobreza a nivel rural es de 43,96%, mientras que la indigencia es de 10,05%.
 
En tanto la pobreza en Centroamérica alcanza a un 41,8% de la población. 
 
'El Banco Mundial utiliza como línea de pobreza extrema a quienes viven con menos de US$2,50 al día y como línea de pobreza moderada a quienes lo hacen con menos de US$4'.[2]
 
De acuerdo al CEPAL (Comisión Económica para América y el Caribe) durante el 2015, 'la tasa regional de pobreza habría aumentado a 29,2% de los habitantes de la región (175 millones de personas) y la tasa de indigencia a 12,4% (75 millones de personas) [,…] pasando desde 168 millones a 175 millones de personas'


Resultado de imagen para pobreza en Latinoamérica, 2016
 
En la Argentina, el INDEC, 'blanqueó' los datos del índice de pobreza e indigencia luego de que, en ocasión de los últimos años de gobierno, el kirchnerismo se mostrara indiferente ante la producción de estadísticas. De acuerdo a los últimos datos presentados, el índice de pobreza es de 32,2%; la indigencia, del 6,3%. 
 
En un mapa dividido por regiones, 'el NEA se destaca con un 40,1%; seguido por el Noroeste, con un 35,8%; Cuyo, 35,6%; región la Pampeana 32,6%; el Gran Buenos Aires, 30,9%, y la región Patagónica, 17,6%'. [3] 
 
Sin embargo, amén del modelo 'nacional y popular' promocionado por el anterior gobierno, en la Provincia de Santa Cruz (de donde son oriundos los Kirchner), un kilo de carne cuesta $250, los salarios son en extremo bajos y no se pagan en tiempo y forma, por lo que no cubren las necesidades básicas; los comedores públicos no dan abasto. En la capital de la provincia, Río Gallegos, los pobres ascienden a 33.345, en un total de 112 mil residentes. Es decir que hablamos de un índice de pobreza de aproximadamente el 21,9%. 
 
Por su parte, la Capital del Chaco, Resistencia, gobernada por el ex Jefe de Gabinete de Cristina Fernandez de Kirchner, en su calidad de intendente, Jorge Capitanich, tiene un índice de 55,6 de pobreza. Le siguen 'Corrientes (51,7 por ciento), Gran Catamarca (48,4), Formosa (48,1), Jujuy-Palpalá (48,9), Gran Tucumán-Tafi Viejo (47,9), Posadas (47,4) Salta (45,6) y Santiago del Estero (45,6). Concordia (38,8), Gran San Juan (37,4) Gran Paraná (33,5), Gran Santa Fe (33,4), San Luis-El Chorrillo (30,2), Gran Córdoba (30,6) y Neuquén-Plottier (30,2).
 
Con menor nivel de su población, y afectada por la pobreza, se ubicaron La Rioja (28,0), Río Cuarto (27,4), Santa Rosa- (27,0) Gran Rosario (27,4), Bahía Blanca- (24,4) y el Gran Mendoza (26,2).
 
A continuación, se ubicaron los distritos de Mar del Plata- Batán (19,5), Comodoro Rivadavia-Rada Tilly (16,4), Ciudad de Buenos Aires (12,6) y Río Gallegos (6,9)'.[4]

Los números son fríos reflejos de millares de personas. Estas conforman un capital humano que, por falta de nutrición y carencias, quedan fuera del sistema, pero donde tampoco se conoce de una arquitectura por parte del Estado para cambiar las condiciones. 'Ya Juan Bautista Alberdi, desde sus Bases o su Proyecto de Constitución para las Provincias Unidas del Río de La Plata, esbozaba lo que luego sería la cláusula del progreso de la Constitución Nacional de 1853 (hoy Art. 75, Inc. 18). Dicha norma faculta al Congreso para generar una legislación actual y abarcativa de los enormes desafíos que significaron la construcción de un Estado Moderno y de una sociedad con movilidad social. De aquella antigua norma, extraemos preceptos como '(...) Proveer lo conducente a la prosperidad del País…al adelanto y bienestar de las Provincias (...) los planes de instrucción general y universitarias (...) la promoción de la industria (...) la construcción de ferrocarriles (...) la promoción de la inmigración (...)', entre otras; que fueron parte de las inquietudes de la denominada Generación del 37, y materializadas posteriormente por la Generación del 80, pero olvidadas por los gobiernos posteriores. Desde esta perspectiva, no cuesta darse cuenta que la abismal distancia existente entre la promesa constitucional y nuestra realidad actual, exige de cuidadosos diagnósticos y urgentes instrumentos que tiendan a la construcción de políticas públicas de calidad, socialmente inclusivas y económicamente redistributivas'.[5]
 
Es parte de la solución discutir los modos en que se constituye y enajena el gasto público social, donde los planes y programas solo contribuyen al engrandecimiento del circuito de la pobreza -hasta convertir al sistema en una enfermedad endémica que termina por fortalecer el clientelismo político.
 
 
Referencias
 
[1] Recaída de millones de latinoamericanos a la pobreza es evitable con políticas publicas de nueva generación, PNUD: http://bit.ly/1XnsJxY 
[2] Pobreza en Latinoamérica: Chile se posiciona como el país con el menor índice: http://bit.ly/2dD0dFJ
[3] El INDEC volvió a publicar índice de pobreza: 32,2% en el segundo trimestre: http://bit.ly/2dZLcOp
[4] Mapa social: hay provincias con la mitad de su población pobre: http://bit.ly/2dE34j5
Sistema de Información Científica Redalyc; Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal; Bernal, Marcelo, Pobreza estructural, grupos desaventajados y desarrollo asimétrico en la Argentina de principio de milenio Provincia, núm. 18, julio-diciembre, 2007, pp. 97-113 Universidad de los Andes Mérida, Venezuela

 
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