INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI

Trump, Rusia y el Washington Post: advertencia al lector

La edición impresa de fecha 14 de agosto del matutino estadounidense The Washington Post...

25 de Agosto de 2016

La edición impresa de fecha 14 de agosto del matutino estadounidense The Washington Post incluyó artículos, editoriales, un editorial especial y tres cartas de lectores al Editor, todos ellos atacando a Donald Trump. Y otra bête noire en el periódico, Vladimir Putin, fue incluído en el artículo principal de portada, así como también en el editorial especial. El viernes anterior, Putin había recibido ataques en otro editorial, según se informó, por haber buscado iniciar una guerra en Ucrania.

Trump está en carrera hacia la presidencia, y ciertamente ha depositado las suficientes bombas verbales como para justificar muchos de los ataques contra su persona. Pero existe un peligro inherente en la cobertura de los medios versus Trump, al punto en que terminan construyendo noticias antes que informarlas. Y, cuando se trata de Rusia, el modo en que los artículos son presentados se vuelve de importancia crítica, conforme existe el riesgo real de que la hostilidad mediática hacia Putin, aún cuando ésta fuera mostrada como una forma de golpear a Trump, pueda producir un conflicto que, en rigor, nadie desea -tal como Hearst y el periodismo amarillista del Pulitzer, conjuga con 'melodrama, romance e hipérbole' -más o menos en relación a la guerra hispanoamericana de fines del siglo XIX.

Examínese, a los efectos de ilustrar con un ejemplo, el artículo de primera plana intitulado 'Las Tácticas de Rusia Agita a Europa' (en la edición impresa) y el trabajo 'Supuesto involucramiento ruso en el Comité Nacional Demócrata da a Estados Unidos una muestra de la infiltración del Kremlin' -publicado online. El texto le es atribuído a Michael Birnbaum, corresponsal del Post en Bruselas.

PutinEn los primeros renglones, el artículo declama que 'Rusia se ha esforzado notablemente en años recientes para traccionar a Europa hacia su vereda, financiando a los partidos políticas extremistas en el continente, trabajando para fogonear la conmoción contra los inmigrantes y utilizar sus vastos recursos y energía como gatillo'. Continúa el texto, afirmando que 'funcionarios de la Administración Obama dicen que el Kremlin ahora podría estar involucrándose en trucos similares, en la campaña presidencial, en un esfuerzo tendiente a impulsar al nominado Donald Trump, amigo de Rusia'.

La evidencia citada en relación a Trump y Putin evidentemente proviene de miembros no identificados del equipo del presidente Obama, quien ha echado mano de todo obstáculo posible con el propósito de derrotar al candidato republicano, incluyendo el denunciar a Trump como incapaz de ocupar la presidencia. Parte del empuje anti-Trump orquestado por los demócratas y Hillary Clinton ha trabajado para asociar al candidato de los republicanos con Trump ante cada oportunidad, implicando que éste, de alguna manera, es desleal o peor que esto, que pugna por nutrir una relación amistosa con Putin.

El artículo de referencia prosigue su marcha, respaldándose en fuentes jamás mencionadas. 'Funcionarios y analistas dicen', es el recurso; o bien variaciones de tal expresión son empleadas con recurrencia y, cuando una fuente es citada con su nombre, normalmente se trata de alguna persona declaradamente anti-Rusia. Peter Kreko, director del Political Capital Institute (con base en Budapest, Hungría), halla 'vínculos profundos' entre el Kremlin y ciertos partidos políticos europeos. Pero aún cuando reconoce que Rusia está explotando el descontento antes que creándolo, la influencia de Rusia se diluye, y su poderío para ejercer influencia se muestra claramente limitado. El artículo cita una votación en la pasada primavera septentrional, en la que los partidos políticos principales de Francia acordaron eliminar las sanciones contra Rusia (impuestas tras el problema de Ucrania); con todo, el Post no proporciona evidencia de que Moscú haya estado involucrada en el resultado. En cualquier caso, la Unión Europea ha ampliado las sanciones un mes atrás, sugiriendo que, si los rusos estaban interfiriendo, en realidad no eran demasiado efectivos en su propósito.

Otra fuente mencionada, Andrew Foxall, afirma que una Rusia cada vez más inteligente 'emplea diferentes aproximaciones en oportunidades disímiles, y en diferentes países', para 'lograr sus objetivos', los cuales el citado no se preocupa en definir con precisión. Foxall es director en el Centro de Estudios Rusos en la Henry Jackson Society de Londres -órgano bautizado en honor al ex senador estadounidense Henry 'Scoop' Jackson, notorio halcón de épocas de la Guerra Fría. Se considera que la sociedad es neoconservadora en su orientación, punto en donde Birnbaum yerra.

Otro intento por subvertir las instituciones europeas, citado por Birnbaum, remite al Frente Nacional francés (anti-UE), y que éste obtuvo un préstamo de US$10.4 millones de parte de un banco con sede en Moscú, tras 'haber sido rechazado por prestamistas del establishment'. El autor también nota que los partidos del centroderecha en Grecia y Alemania, según informa, exhiben sospechosas vinculaciones con Rusia, porque han asistido a conferencias en Moscú, o bien porque exhiben relaciones con el partido oficialista de Putin, Rusia Unida. De igual manera, sin elaborar sobre los detalle, el artículo afirma que 'Rusia ha cortejado a políticos desde Alemania hasta Hungría; desde Eslovaquia hasta Francia'.

Respaldándose en sus fuentes anónimas, el artículo asevera que los 'líderes de la Europa Oriental sospechan que el Kremlin está financiando a grupos ambientalistas que se oponen a medidas que volverían a sus países menos dependientes de la energía rusa'. En la mayor parte del mundo, el respaldo a grupos ambientalistas sería algo muy recomendable.

Birnbaum comparte mucho de lo que de seguro es parte de su propio análisis, al respecto de que Putin está construyendo apoyos para 'su visión del mundo', buscando 'preservar su poder a nivel doméstico, al favorecer a líderes autoritarios por sobre aquellos que fueron elegidos democráticamente'. A pesar de tal afirmación, el autor no proporciona evidencia de que éste sea, necesariamente, el caso. Putin es -la mayoría estaría de acuerdo- un individuo en extremo pragmático.

Pero mientras Europa oficia de punta de lanza, el verdadero empuje del artículo circula por el andarivel doméstico. Birnbaum recurre a su pobremente sustentada afirmación de que Rusia está interfiriendo subrepticiamente en la política europea, para terminar especulando que 'la propensión a provocar desastres en los sistemas políticos de terceros países' podría ser el hecho detrás del hacking de los sistemas de computación del Comité Nacional Demócrata, dicen funcionarios'. Los 'funcionarios' jamás nombrados luego elaboran que 'no está claro si acaso la acción de pirateo informático fue llevada a cabo como parte de una rutina de espionaje exterior, o si acaso el Comité Nacional Demócrata fue puesto en la mira a los efectos de torcer la elección'. El artículo no se molesta mayormente en apuntar, presumiblemente porque ello debilitaría el propio argumento que, aún cuando la Administración Obama, que ejecuta operaciones de hacking contra aliados y enemigos, ha evitado culpar al gobierno ruso por la ciberintrusión -así es que, la presunción de que hubo algún tipo de objetivo político tras el evento remata en pura especulación.

De tal suerte que un artículo inundado en incertidumbre ha aparecido en la primera plana de un periódico estadounidense de primera línea, situado en Washington, D.C., expresando que Rusia está involucrada en acciones de extendida subversión en Europa, y que intenta hacer lo mismo para favorecer a Donald Trump en los Estados Unidos. No obstante, la evidencia presentada en el trabajo no respalda aquello que se sugiere, en tanto la difusión de relatos que versan sobre el comportamiento inadecuado de gobiernos extranjeros podría comportar consecuencias no deseadas. El texto es particularmente pobre, e incluso peligroso en este caso; dado que una relación estable con un Moscú muy capaz en lo militar y que tiene control sobre armas nucleares debería ser considerada como crítica.

Es casi como si algunos periodistas entendieran que el daño deliberado de las relaciones con Rusia es un precio que bien vale la pena pagar, a los efectos de avergonzar y derrotar a Trump. Si esta es la visión, es delirante.


Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/trump-russia-and-the-washington-post/ | Traducido y republicado en El Ojo Digital con permiso del autor y de The American Conservative magazine (Estados Unidos)

 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.