POLÍTICA ARGENTINA: ROBERTO PORCEL

Argentina: no promover la devaluación de la investidura papal

Desde la llegada de Francisco al Vaticano, los argentinos hemos ido desvirtuando...

20 de Junio de 2016
Desde la llegada de Francisco al Vaticano, los argentinos hemos estado contribuyendo a desvirtuar la figura y la esencia del Papa. Previo a que Jorge Bergoglio se convirtiera en Su Santidad Francisco, las visitas de cualquier ciudadano argentino al Vaticano se mostraban mayormente motivadas por una cuestión de fe. Se viajaba a Roma, en general, para satisfacer una necesidad religiosa, acaso buscando sentirse un poco más cerca de la casa de Dios. Pero, sorpresivamente y a posteriori, las visitas fueron mutando aquel interés religioso primigenio en una peregrinación política. Desde ya que una foto con el Papa nunca fue despreciada por ningún aspirante a jefe de Estado, pero el interés político solía agotarse allí. Ahora, peregrinar en el Vaticano se ha convertido en una aspiración insalvable para casi todo dirigente político en de la República Argentina.
 
Papa Francisco y Guillermo MorenoCon todo, a nadie puede escapársele que, hasta Francisco, ningún otro Papa fue argentino. Dada esa particularidad, lejos de alimentar y contagiar la fe, de ser el ariete para acercar más fieles a la religión católica, ha sobrevenido el efecto contrario. Acaso las razones para ello partan del hecho de que la política no es extraña ni indiferente para Su Santidad -hasta podría afirmarse que es él en persona quien arenga a la participación activa en política, desde la propia Iglesia. Como tampoco resulta novedoso que es la propia política la que contribuye, en ocasiones, más a la desunión que a la comunión. Voceros y vienen, dirigentes son recibidos con inédita simpatía, y otros experimentan la sensación contraria. Francisco tiene bien claro que la política, por sobre todo, es gestual. Y, en tal sentido, no escatima gestos. Según sea de qué lado se coloque cada cuál, el prisma con que se valoren e interpreten esos gestos variará.
 
Adicionalmente, a estas alturas, pocos dudan de que la política estaría imponíendose se estaría imponiendo por sobre la acción evangelizadora y por sobre la pastoral, en lo que a nuestro país respecta. Naturalmente, muy distintas son la política que el Vaticano propugne a nivel global, y la que elija para la República Argentina -provisto que en ningún caso podría aceptarse que el Papa se involucrase en la vida política de nuestro país. No le corresponde; ni en su rol de jefe espiritual de los católicos, ni es su carácter de jefe de Estado. Toda intromisión sería declaradamente inaceptable. Es claro y elocuente el Código Penal, en su Artículo 228, al tipificar reprimendas para el funcionario que permita o facilite la intromisión de decisiones del Papa en la política local.
 
En tal sentido, el conjunto de los funcionarios públicos de la Argentina deberá llamarse a la prudencia, previo a promocionar cualesquiera de sus expresiones -analizando, a la vez, los gestos al momento de transmitir mensajes y de presentarse ante Su Santidad. Particularmente cuando ello pudiere derivar en repercusiones sobre la vida política y/o judicial de la República.

Contar con un Papa argentino en la Santa Sede es -y debe- ser motivo de orgullo para todos. Este acontecimiento único jamás debería ser empañado con actitudes de politiquería barata. Es responsabilidad de todos -en especial del propio Papa y de la dirigencia política, magistrados y funcionarios- el no permitir que la ideología se anteponga a la religión. Hemos de mantener religión y política separados, por el andarivel que a cada una corresponde.

 
Sobre Roberto Porcel

Es Abogado en la República Argentina, especialista en Derecho Comercial y experto en temas relativos a la falsificación marcaria. Socio en el Estudio Doctores Porcel, fundado en 1921. Los textos del autor en El Ojo Digital pueden consultarse en http://www.elojodigital.com/categoria/tags/roberto-porcel.